Capítulo 17:

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Recostada en el pecho de Nicholas, mientras con la yema de mis dedos acariciaba su tersa piel, comenzaba a darme cuenta de lo que había hecho… y con eso, no me refería en haber aceptado mi amor hacia él, ni menos en hacer aceptado ser su novia, sino… en haber enfrentado a Joseph de tal manera. Lo peor de todo era que no lo lamentaba y eso me hacía sentir… extraña.

Quizás, muchas personas nunca lograrán entender lo que sentía dentro de mi pecho. Era una especie de frustración. ¿Por qué fue tan cruel? Ocultó lo que sentía por mí durante años, quizá, sabiendo que yo le correspondía ¿Quién podría hacer algo así? Insisto, fue cruel y masoquista.

El dicho que dice “Haz todo lo que tengas que hacer, antes de que sea muy tarde” da en el clavo.

Sabía que le seguía amando, pero… No podía pasar el resto de mi vida mortificándome por él. No podía dejar que mi vida pasara, ya no podía pelear más contra lo que sentía. Además, rechazar el puro y nato amor de Nick, significaba hacer lo mismo que Joseph hizo conmigo. Yo no era así.

Suspiré sonoramente y como pude me levanté, apoyando mis manos en su pecho. Sonrió enseguida al verme a los ojos, a lo que yo respondí de la misma manera.

Solo quería observarlo y él lo sabía. Permaneció callado, mientras mis ojos recorrían su perfecto rostro ¿Cómo podía ser tan hermoso?

—Nicholas —Mordí mi labio inferior, tratando de no desconcentrarme cuando sentí sus grandes manos acariciar mi espalda de forma vertical.

— ¿Si? —Sonrió de costado. ¡Por favor! Esa inocencia solo lo hacía verse más sensual.

—Hazme tuya otra vez —Suspiré risueña sobre sus labios. Nicholas solo carcajeo y como pudo, me atrajo hasta su cuerpo.

—Tengo que dejarte en casa a las 11:59 —Me recordó en un suave susurro, mientras besa pausadamente mi hombro izquierdo.

—Tendré una excusa —Dije con dificultad y en un par de segundos, sus rojizos labios, volvieron a ser míos.

Mis ojos se abrieron pesadamente al sentir como los rayos de sol, que penetraban desde el gran ventanal, quemaban con delicadeza mi espalda desnuda. Debía de ser temprano aún, puesto a que no se escuchaba el bullicio de los vehículos como era lo usual. Sonreí al encontrarme con la cabeza reposada sobre su pecho, su brazo rodeando mi espalda y su mano descansando sobre mi cintura.

Había sido una noche calurosa, por lo que solo permanecíamos tapados con una delicada manta blanca que Nicholas había ido en busca en la madrugada. Aun así, nos cubría desde la cintura hacia abajo, por lo que me dejaba admirar su hermoso torso bien trabajado. La yema de mis dedos tocó su tersa piel y desde su cuello, se deslizaron hasta su ombligo. Repetiría aquella acción las veces que fuesen necesarias, la sensación de aquel tacto era única. Carcajeé al ver como su cuerpo se estremecía bajo mis caricias y al instante sus angelicales expresiones desaparecieron. Había despertado. —Buenos días —Sonreí y me acomodé a un lado, cargando el peso de mi cabeza sobre mi mano. —Hola —Saludó sonriendo, aún adormilado. — ¿Cómo amaneciste? —Acaricié su rostro y aproveché de jugar con el bucle que se escapaba por su frente. —Perfecto —Bostezó y se acurrucó como un bebé en mi pecho—. Tu perfume es exquisito ¿Sabías? —Murmuró con dulzura, mientras repartía mullidos besos en mi cuello, por lo que fue imposible retener una silenciosa carcajada.

De a poco, sus besos se volvieron más intensos y de un fugaz movimiento lo tuve acomodándose sobre mí, acariciando todo mi contorno. —Se supone que debería comportarme bien e ir a dejarte a casa en este mismo momento —Sonrió perspicaz y mordió mis labios. Trataba de provocarme, eso estaba claro. —Unos minutos más, unos minutos menos —Sonreí y sin poder resistir un momento más, capturé sus labios. Sus grandes manos capturaron mis pechos y por consecuencia, mi espalda se encorvó, logrando que un gemido ahogado se escapara de mis labios. Yo por otra parte, como pude, dirigí mis extremidades hasta su espalda y enseguida, mis uñas, barnizadas con un rosa pálido, se incrustaron en su piel. A pesar de haber estado sumamente concentrados en nuestros quehaceres, el sonido del ring toné mi celular interrumpió todo tipo de movimiento. —Es mi madre —Adiviné por la melodía—, debe de estar preocupada —Miré hacia un lado y sonreí al ver que mi pequeña cartera de fiesta, estaba a solo unos cortos metro. Busqué mi celular dentro de este y contesté a penas lo tuve entre mis manos.

—Mamá —Contesté y antes de saludar, tuve que reprimir un largo y aburrido discurso—. Lo sé, lo sé. Disculpa, nos quedamos en casa de Tim, viendo una película y… no me di cuenta de lo tarde que era. Nicholas se había quedado dormido en el sofá y no me permitieron irme sola a casa, tú sabes — ¿Desde cuándo era tan buena mintiendo? —. No te preocupes, no volverá a suceder, es más, ahora volveremos —Una sonrisa se escapó de mis labios cuando noté como Nick se quejaba en susurros, no obstante, mis ojos se abrieron como platos cuando escuché a mi madre decir que tenía control en unos 20 minutos— ¡¿Qué?! ¡Dios! Lo había olvidado por completo. No te preocupes, nos vemos en la clínica en 15 minutos. Nos vemos —Sin nada más que decir, colgué la llamada y con delicadeza, traté de alejar a Nicholas. —Maldición —Maldecía mientras buscaba mis prendas de vestir—. Había olvidado que hoy tenía control. —Tranquila. No nos demoraremos más de 10 minutos en llegar. La clínica está muy cerca de aquí —Le devolví una sonrisa y traté de acomodar mi vestido—. Nick, no nos alcanzará el tiempo para ordenar todo este desastre —Carcajeé al observar nuestro alrededor. —Descuida —Río—. Eso está cubierto —Levantó las cejas y lo miré confundida. Solo carcajeó acomodando la camisa arrugada en su lugar, con la misma expresión divertida y misteriosa. Mejor no molestarme en preguntar. Cosa de él.

Nicholas estaba en lo cierto, no tardamos en llegar a la clínica y tomados de la mano, corrimos por los pasillos, hasta lograr dar con la misma sala en la que antes había estado. Mi madre, al vernos, se puso de pie y al estar frente a ella, ni siquiera saludó, sino, se quedó observando nuestras manos entrelazadas. —No tienes que preguntar —Rodé los ojos y escuché a Nicholas carcajear—. Somos… somos novios, mamá —Mi estómago se revolvió enseguida. Necesitaba acostumbrarme a repetir aquella frase. — ¡¿Hablas enserio?! —Exclamó y llevó sus manos a su boca. Si, estaba sorprendida—. Bueno, entonces… ¡Felicidades! —Volvió a pegar un grito y nos abrazó con cariño, a ambos. Okay. No esperaba, exactamente, esa reacción—. Ustedes dos hacen una linda pareja. Solo, un favor, Nicholas —Se alejó y posó su vista en mi novio—. Tendrás que cuidarla y… con todo lo que implica —Carcajeó y no pudimos evitar reír junto a ella. Sabía que se refería al bebé. —No tiene de qué preocuparse señora Parker. Nada podría pasarle a Jessica, ni menos al bebé, mientras yo esté a su lado —Dijo con toda sinceridad y mis ojos brillaron al escucharlo. Lo amaba. Entramos a la pequeña consulta y le sonreí a mi doctor. De alguna extraña manera, me hacía sentir cómoda y no hacía de cada control, minutos de sufrimiento.

Como era de costumbre, el doctor comenzó la ecografía y una sensación de intriga reaccionó mi cuerpo al verlo sonreír sin quitar los ojos de la pantalla. — ¿Sucede algo? —Cuestioné en segundos. —No, nada malo —Alejó la máquina de mi cuerpo y me pasó un delgado papel para limpiar el gel que cubría mi vientre—. Es solo que, ya puedo decirte cual es el sexo del bebé —Me senté en la camilla y miré a mi madre y a Nick, sentados al otro extremo de la sala—. ¿Quieres saberlo? —Alzó las cejas y le sonrió a mis acompañantes.

In Another Life IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora