Lucila
Ser independiente y vivir en un internado tan prestigioso como Western High School es todo un privilegio para un adolescente promedio; sobre todo no siendo nativo. Honestamente me siento agradecida por poseer este estilo de vida, algo que resulta tan frecuente para mí pero que para otros quizás sea todo un sueño.
Siendo las once menos cuarto de la noche, me encuentro recostada en la cama observando cómo mi compañera de cuarto, y mejor amiga, se desvive buscando su uniforme de animadora ya que mañana por la tarde tenemos nuestra práctica semanal.
—Oye, Sam, olvídalo. Te presto el que tengo de repuesto y luego lo buscas, ahora duérmete por favor —le suplico algo adormecida.
Los verdes ojos de mi amiga se clavan en mí como si negaran mi ruego, para luego continuar buscando ese maldito uniforme con la mirada.
—No puede ser que haya desaparecido así como si nada —sigue refunfuñando.
—Quizás lo dejaste en la lavandería cuando lo has llevado.
—¡Pero es imposible, Lu! —exclama molesta.
Llevo el dedo índice a mis labios para hacer una señal de silencio ya que este es el horario en que todo el internado descansa.
—Cierra la boca, Sam. Te escucharán desde los dormitorios de los hombres.
—Lo siento —susurra.
Western High School es una gran academia de secundaria que se compone de tres grandes edificaciones, donde la del lado oeste de la entrada son los dormitorios de los chicos, la del lado este la que corresponde a las chicas y la del norte las aulas de clase. A su vez, cruzando el campus cuenta con todo lo necesario para realizar actividades extracurriculares como el gimnasio con pista cubierta, la sala de teatro, el laboratorio, entre otros.
Finalmente, Samira se da por vencida en la búsqueda de su uniforme y se acomoda entre sus sábanas algo enojada por la situación. Mientras tanto, yo dejo mis anteojos sobre la mesa de luz y apago el velador para que podamos descansar tranquilas.
—Buenas noches, amiga. Que duermas bien y que sueñes con Wendell—la saludo dulcemente.
—Ojalá mis sueños me dijeran dónde se encuentra mi maldito uniforme —refunfuña—. Que descanses, Lu.
Por la mañana temprano, nos levantamos con el estridente sonido del despertador que hizo que prácticamente perforara mi oído. Mientras preparo mi gran bolso con los libros y el uniforme para la práctica, Samira se empeña en continuar con su búsqueda.
—¿Quieres mi uniforme de repuesto, Sam?
—Aguarda... —dice revolviendo debajo de su cama—. ¡Aquí está!
Hecho todo un bollo arrugado y con algo de suciedad, consigue obtener lo que tanto estaba intentando encontrar.
—Creo que igualmente te prestaré el mío —suelto una risa.
—Me parece una idea excelente —asiente Samira rascando su nuca—. No olvides tus lentes de contacto.
—Gracias por recordármelo.
Fuera de las prácticas prefiero usar mis gafas ya que con ellas me siento más cómoda, pero a la hora de hacer las rutinas me las quito para evitar que se rompan, aunque hay otra razón adicional.
A los minutos abandonamos el cuarto para ir al comedor principal a desayunar. Una vez allí, tomamos las bandejas y nos encaminamos hacia las mesas donde se encuentra servida una gran variedad de alimentos para comenzar el día con todas las energías.
Al terminar de elegir nuestro desayuno, nos ubicamos en una mesa al lado del gran ventanal de cristal que tiene el comedor cuya vista hacia el campus es realmente impresionante. Mientras comemos en silencio, diviso que a unos pocos pasos de nosotras se encuentra Jay viniendo hacia aquí.
—Buen día, muchachas —saluda nuestro amigo muy sonriente.
—Hola, Jay —respondemos al unísono.
—¿Están preparadas para recibir las notas de física?
—Claro que no —respondo empujando mis gafas hacia arriba—. Nunca estoy preparada psicológicamente para esa materia, la detesto.
—Tranquila, Lu. No creo que hayas desaprobado —me calma Samira.
Luego de culminar la primera comida del día, tomamos nuestras pertenencias para dirigirnos derecho al aula de clase siendo física la primera asignatura. Honestamente, es la que más odio de todas ya que se me dificulta comprenderla y nunca encuentro un buen tutor para que me ayude con ella.
—¿Hay algo peor que tener física en la primera hora de clase? —pregunto desganada ubicándome en el banco escolar junto con Jay.
—Déjame pensar —dice Samira imitando una pose de pensamiento profundo—. No, ninguna otra es más horripilante que esta.
A los pocos minutos, Megan con su grupito de amigas atraviesa la puerta buscándome con la mirada, como si quisiera eliminarme con ella sin razón. Sin darle importancia, detrás de ella llega el profesor con su gran maletín y un sobre marrón en su brazo, suponiendo que allí estarían los exámenes corregidos.
—Buen día, alumnos. Aquí tengo los resultados que tanto esperaban —exclama agitando en su mano el sobre.
Mientras el profesor reparte los exámenes y hace alguna que otra aclaración en particular, el silencio reina en el aula. Lo único que se logra escuchar son los comentarios de los que obtuvieron buena nota.
—Por aquí debemos mejorar un poco, señorita Carter —dice el profesor entregándome mi exámen con una D+ en él.
—No puede ser —exclamo preocupada.
Durante toda la hora de clase mi atención fue deficiente porque solo me importaba saber cómo haría para subir mi nota en esta estúpida asignatura y no bajar mi buen promedio. Al finalizar, recojo mis cosas para dirigirme al escritorio del profesor conteniendo mis ganas de llorar.
—Profesor, ¿podría hablar con usted? —pregunto algo nerviosa.
—La escucho, señorita Carter.
—Como habrá notado este examen no ha sido el mejor que he hecho y quería saber si hay alguna forma de subir mi nota en la asignatura.
—Bien... —dice el profesor pensando—. Hace algunos años quité como método los trabajos especiales, pero quizás podría consultar a algunos tutores que se encuentren en el internado para que la ayuden. Intentaré que sea alguno que explique lo más claro posible.
—Sería realmente estupendo. Muchísimas gracias, profesor —agradezco marchándome de allí.
Caminando por el corredor del edificio, me concentro de más en quién podría ser mi tutor o tutora de física. Todos los que consulté eran imposibles ya que no eran claros y pretendían que entendiera todo en la primera explicación. Solo espero que sea paciente e intente no matarme cada vez que no comprenda algo. Pero, ¿quién será?
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Hola, queridos lectores!!! Volví con la nueva novela que prometí y espero que les haya gustado el primer capítulo.
Que la disfruten mucho ♥
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Extranjeros | Paulo Londra
FanfictionPaulo y Lucila son dos argentinos inmersos en Estados Unidos. Teniendo personalidades muy opuestas, aun así notarán que poseen algo en común más allá de su nacionalidad. ¿Te animas a descubrirlo?