{Capítulo 14}

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Paulo

Las cosas entre Lucila y yo han mejorado muchísimo en las últimas tres semanas hasta el punto de vernos no solo por las tutorías, sino también para conversar y pasar un buen rato juntos. Además, gracias a que nuestra relación se está volviendo cada vez más profunda, he aprendido mucho de ella, de su vida en Argentina, sus gustos preferidos, entre tantas otras cosas que antes no me animaba a preguntarle.

Ahora mismo nos encontramos en la clase de física como todas las semanas. Lucila se encuentra sentada en el segundo pupitre junto con Jay, al tiempo que conversan animadamente con Samira estando ubicada delante de ellos. Por alguna razón, no puedo dejar de mirar a la colorada ni un segundo hasta que la voz de Wendell interrumpe mis pensamientos.

—Por lo visto te tiene hechizado —dice guiñándome un ojo refiriéndose a Lucila.

—No sé si llamarlo así, pero realmente es magnética —respondo suspirando.

—Pues, creo que me está sucediendo algo similar pero con otra persona.

Lo observo con el ceño fruncido y algo de confusión, ya que mi compañero de cuarto está con Megan hace un tiempo considerable, pero por lo visto las cosas no están funcionando del todo bien.

—¿Quieres hablar de ello? —pregunto en voz baja.

—Samira. Ella es quien me tiene mal —suelta finalmente susurrando—. Luego te comento en detalle.

Realmente quedo impresionado ante la confesión de Wendell, pero antes que pudiera opinar el señor Henderson da por comenzada la clase y abrimos nuestros cuadernos para empezar a copiar los temas del día.

—Buen día, estudiantes —saluda animadamente—. Tengo aquí las notas del último examen sorpresa que he tomado. Los llamaré por apellido y vendrán a recogerlos a mi escritorio.

El profesor se coloca sus gafas y toma la lista de alumnos para iniciar los llamados. Por lo comentarios que fue realizando, las notas en general no fueron muy buenas hasta que la llama a Lucila.

—Carter —menciona el apellido en voz alta.

Lucila se pone de pie algo nerviosa para tomar su evaluación pero queda sorprendida por el comentario del profesor.

—He notado una gran mejoría en sus calificaciones, la felicito.

—Gracias, señor Henderson.

Al momento que Lucila gira para volver a acomodarse en su escritorio, me dirige una mirada de agradecimiento y una pequeña sonrisa se escapa de sus labios, por lo que no puedo evitar sonreírle de vuelta.

Luego de que el profesor termina de entregar las notas correspondientes, continúa la clase de física con total normalidad. Durante la misma puedo observar que de vez en cuando Lucila me mira de reojo, aunque intento no verla para evitar ser obvio. Al terminar la asignatura todos nos disponemos a guardar nuestras pertenencias para salir del aula, y una vez fuera espero a que salga mi colorada.

''No es nada tuyo, idiota.''

—Oye, Lu —la llamo ni bien sale del salón con sus amigos—. ¿Puedo hablarte un segundo?

—Seguro, Paulo —responde suavemente—. Luego los alcanzo, chicos —dice despidiéndose de Jay y Samira quienes la miran con picardía—. ¿Sucede algo?

—No, simplemente quería felicitarte por haber obtenido una buena nota en física.

Lucila lanza una carcajada dejando ver sus perfectos dientes, y acto seguido acomoda sus gafas sobre el puente de su nariz.

—No tienes que felicitarme, Paulo. Por ti he aprobado, porque no hubiera sido posible. En serio, gracias —exclama sonriéndome.

El brillo en sus ojos se hace presente, y sin poder contenerlo deposito un pequeño beso en sus labios. Ante mi reacción, las mejillas de Lucila comienzan a arder coloreándose de un intenso rojo.

—Me encanta cuando te sonrojas —le confieso mordiéndome el labio inferior.

—No me lo digas que es peor —dice riendo y cubriéndose las mejillas con las manos.

Dejo salir una estruendosa risa ante su respuesta, al tiempo que Lucila acomoda su cabello detrás de su oreja.

—¿Quieres que hoy después de las prácticas nos reunamos? —pregunto cambiando de tema.

—Seguro, llevaré mis cosas de física.

—Nunca mencioné que fuéramos a tener la tutoría, colorada —le susurro en el oído—. Una lástima que no tengamos anatomía, sería más fácil estudiarla juntos.

El color de cabello de Lucila combina con el color de sus mejillas ya que vuelve a ruborizarse ante mi comentario, aunque rueda los ojos como si quisiera restarle importancia mientras yo lanzo una carcajada.

—Adoro fastidiarte, ¿lo sabías? —digo secando mis lágrimas de tanta risa.

—Lo tengo bastante claro, Londra —responde sarcástica.

—Sabes que te encanta.

Antes que Lucila pudiera decir algo decido marcharme para llevarme la victoria de la conversación.

—Nos vemos por la tarde, bombón.

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Mil disculpas que no lo haya publicado antes, pero estoy teniendo días muy intensos de estudio y cursadas que hacen que se me complique tener tiempo para escribir. Pero finalmente acá está!!!

Voten y comenten que los leo :)

Extranjeros | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora