{Capítulo 22}

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Hace más de quince minutos que me encuentro en la dirección escuchando el monótono discurso de la rectora acerca de las reglas de la institución y que la agresión física no es el medio de solucionar los conflictos. Mientras yo estoy de brazos cruzados y cara de pocos amigos, Cole está en la silla de mi izquierda presionando su mejilla ensangrentada con un pañuelo descartable.

—Me sorprende de usted, Londra —dice la señora Hamilton con decepción—. Pensé que usted era un alumno aplicado y que no busca problemas.

—Sigo siéndolo aunque no lo crea, pero hubo una gota que colmó el vaso —respondo agriamente mirándolo a Cole.

—No lo expulso de la academia solo porque lleva poco tiempo aquí y sus notas lo hacen una persona destacable. Pero a la próxima escena de estas yo misma me encargaré de que vuelva a Argentina. ¿Quedó claro?

Asiento en total silencio, y de repente se oye que la puerta de la dirección se abre.

—Adelante, señorita Carter —expresa la rectora haciendo un ademán—. Acomódese aquí.

Giro mi cabeza para ver ingresar a Lucila e imprevistamente su perfume de uva invade el espacio. Con tan solo mirarla me doy cuenta que tiene algo que a mi cuerpo lo acelera y no lo deja tranquilo.

—¿Necesitaba verme, señora Hamilton?

—Sí —responde acomodando sus manos sobre el escritorio—. No sé si estuvo al tanto de la situación de los muchachos aquí presentes.

—Sinceramente no.

Lucila nos dirige una mirada amenazante y la vuelve a la rectora que continúa hablando hasta lograr mi fastidio.

—Para ponerla al tanto, Londra lo agredió físicamente a Davidson ya que éste tuvo un acto de mala fe con usted, según la versión de él —manifiesta la señora Hamilton señalándome con su dedo acusador—. ¿Eso es cierto?

Ante el relato recién terminado, Lucila queda boquiabierta como si no esperara eso de mí, al tiempo que el idiota de Cole pone su mejor rostro de damnificado. Por mi parte, ruedo los ojos para dar a entender mis ganas de irme de aquí.

—Pues... es verdad, pero fue algo personal —responde Lucila sin saber qué decir al respecto.

—Entonces no queda justificado, Londra. Comprendo su intento de defensa contra Carter, pero es algo en lo que usted no debió haberse entrometido. Por lo tanto, queda suspendido durante catorce días hábiles de las prácticas de baloncesto —sentencia la rectora—. Ahora pueden retirarse.

Como si fuese un rayo, el idiota de Davidson sale primero, y detrás de él Lucila y yo. Una vez en el corredor, su mano toma mi brazo deteniéndome en seco.

—Paulo, ¿por qué hiciste eso?

Su pregunta hace que mi mente rememore la tarde en la que ella me confesó que Cole la había lastimado y que yo no pude evitar sentirme mal por no protegerla en ese momento.

—Sentí la necesidad de defenderte por lo que él te hizo y no encontré otra forma —respondo colocando las manos en mis bolsillos—. Sé que estuve pésimo, pero no controlé mi furia y ni pensé en mi posible expulsión, pero prometo que no volverá a suceder.

Los verdes ojos de Lucila se iluminan como consecuencia de haber escuchado mis palabras, y por alguna razón, una sonrisa se escapa de mis labios.

—Si hubiera sabido que te suspenderían del equipo de baloncesto hubiera dicho otra cosa. Lo siento.

—No tienes que disculparte, Lu —la tranquilizo tomando su mano—. No lo sabías.

De la nada misma, Lucila me abraza sorprendiéndome un poco ante su reacción. Claramente lo respondo envolviendo su cintura con mis brazos y dando un beso en su frente. Nos mantenemos así durante unos segundos, provocando que me percate que su abrazo me asegura como el de nadie más.

—Gracias —musita con su cabeza en mi pecho.

—Gracias a ti, colorada.

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No man, estos dos derrochan ternura a más no poder.

AVISOIDE: voy a tratar de publicar este domingo, si es que puedo; y si no, hasta el 23 no voy a actualizar porque se me vienen los exámenes encima (quizás en esa fecha haga capítulos dobles dependiendo mi inspiración jeh).

PD: de las nuevas canciones de Paulo cuál les gustó más? A mí 'Romeo y Julieta' y 'Maldita abusadora'.

PD2: voten y comenten que los leo ♡

PD3: disculpen el capítulo corto

Extranjeros | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora