{Capítulo 9}

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Paulo

El camino hacia la clase de física lo hicimos en completo silencio, no hubo manera de sacar tema de conversación. Pero en parte hacerlo sería generar una relación que podría terminar en amistad cuando eso fue lo que acordamos no hacer.

Al llegar, Lucila se sienta en su lugar de siempre pero sola, ya que ni Samira ni Jay asisten hoy.

-Linda camiseta -dice sarcásticamente Megan a Lucila-. Espero que para la práctica de hoy te vistas un poco mejor.

La observo a Lucila y la furia parece apoderarse de ella ya que casi se abalanza nuevamente sobre Megan, pero la tomo del brazo para contenerla.

-Tranquila, no vale la pena -susurro en su oído mientras noto cómo se le erizan los vellos del brazo.

Lucila parece calmarse ya que inhala y exhala con profundidad.

-Di lo que quieras sobre mí, no me interesa en absoluto -contesta.

-Sí, claro. ¿Acaso no puedes vestirte más masculina? -exclama Emile.

-En realidad, la camiseta es mía -me entrometo en la conversación pasando un brazo alrededor de los hombros de Lucila-. ¿Hay algún problema con eso?

Todo el grupito de Megan abre sus ojos de par en par y quedan en completo silencio ante mi confesión. Los verdes ojos de la colorada brillan como nunca por lo que acabo de decir.

-¿En serio te juntas con ella? Pensé que... -dice otra de las chicas.

-Sí, y lo seguiré haciendo -la interrumpo.

Dicho eso, se miran entre sí extrañadas por mi respuesta y se acomodan en sus asientos en el fondo del aula. A los minutos, el profesor se hace presente junto con su maletín.

-Buen día, alumnos -nos saluda-. Tengo una sorpresa para ustedes, y se trata de un examen del día. Así que guarden sus pertenencias en sus bolsos y dejen sobre el escritorio una lapicera.

-No puede ser -se queja Lucila en voz baja mientras el señor Henderson reparte las copias con los enunciados.

-Cálmate, Lu -le digo posando mi mano en la suya por un segundo-. Hemos estudiado mucho, así que te irá bien.

-Eso espero -dice dedicándome una media sonrisa.

Cuando el profesor deja los exámenes sobre nuestros banco comienzo a leer las consignas, que como esperaba, me resultan totalmente fáciles. De un momento a otro miro disimuladamente a Lucila que completa los enunciados con algo de dificultad, pero finalmente pudo resolverlo.

Luego de unos veinte minutos, el señor Henderson avisa que se acaba el tiempo y que le entreguemos las respuestas desde los escritorios de atrás hacia adelante.

-¿Qué tal te fue?

-Creo que estuve mejor que otras veces -confiesa con una sonrisa en su rostro.

-Eso es porque tienes al mejor tutor de física que alguien pudiera pedir -bromeo arrogante mientras acomodo mi cabello hacia un costado.

Lucila suelta una risita y sus ojos brillan con furor provocando que me guste verla de ese modo. Desde el fondo del salón de clases escucho risas imaginándome de quiénes provienen. Giro sutilmente mi cabeza para ver a Emile y Megan murmurando mientras nos observan intentando disimular.

-¿Por qué nos miran y se ríen? -le pregunto a Lucila mientras ella copia los ejercicios que el profesor está escribiendo.

-No lo sé -contesta llevando sus ojos desde su cuaderno hacia la pizarra continuamente-. Siempre se ríen de mí y sobre todo porque saben que me cuesta esta asignatura. Imagínate si supieran que tengo un tutor; sería el hazmerreír de todas ellas.

Al escuchar eso no puedo evitar tragar saliva con dificultad, recordando cuando me senté con ese grupo por primera vez y les comenté sin querer que yo debía ayudarla con física.

-¿Sucede algo, Paulo? -pregunta Lucila con tono de preocupación-. Te ves algo pálido.

-Estoy bien -sonrío para ocultar lo que pasa por mi mente.

No puedo creer que haya sido tan estúpido como para haberle dicho eso a Emile y Megan, pero realmente no sabía que la molestaban tanto. La culpa me carcome por dentro, pero prefiero no decirle nada a Lucila ya que el trato entre nosotros está mejorando a pesar que no seamos amigos, y sinceramente no quiero volver a la relación tensa con la que comenzamos la vez que la conocí.

Continuamos normalmente atendiendo a la clase y a las explicaciones del profesor. De a ratos la observo de reojo a Lucila para comprobar si está comprendiendo o si alguno de estos temas serán los próximos tratados en la tutoría.

Al finalizar tomamos nuestras cosas para irnos, pero el llamado del profesor nos detiene camino a la puerta.

-Londra, Carter -nos llama mirando sus anotaciones-. Acérquense un segundo, por favor.

-¿Ocurrió algo, señor Henderson? -pregunto.

-Quería consultarles cómo vienen con la tutoría -dice mirándonos por arriba de sus anteojos.

-Muy bien, creo que estoy mejorando -responde Lucila y me sorprende su optimista reporte acerca de mis clases-. Paulo explica con claridad y es muy paciente conmigo.

-Esas son las noticias que quería escuchar de usted, señorita. Espero que su rendimiento sea mejor con las clases de apoyo -dice el profesor tomando sus pertenencias-. Que tengan buen día, chicos.

Luego de que el señor Henderson abandone el aula de clase, Lucila se direcciona tras él pero la tomo del brazo y hago que gire para quedar frente a frente con sus increíbles ojos verdes a menos de cinco centímetros de distancia.

-Lo que acabaste de decirle al profesor, ¿es cierto o fue por compromiso? -pregunto directamente.

-Fue verdad, Paulo -confiesa sin filtro Lucila-. Explicas muy bien y me gusta que hagas la asignatura menos complicada. Además, hoy me has ayudado mucho desde el incidente en la cafetería hasta hace un rato.

Su comentario me hace sonreír inesperadamente como un bobo, y mientras me quedo mirándola unos segundos sus mejilla se tonalizan.

-Me alegro que sea así, colorada -rompo el silencio-. ¿Nos vemos hoy después de las prácticas?

-Por supuesto, Paulo -contesta sonriendo-. Nos vemos.

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Bueeenas!!! Espero que les vaya gustando la novela y gracias a todos los que leen, votan y comentan. Los leo :)

Extranjeros | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora