{Capítulo 16}

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Paulo

Ya pasaron algunas semanas desde que nuestra amistad se deterioró, y la relación entre Lucila y yo se mantuvo inevitablemente tensa. Como ella misma dijo, continuamos con las tutorías, pero cada vez que yo intentaba sacarle tema de conversación en los descansos, simplemente me ignoraba o proponía seguir estudiando antes que hablar conmigo. Lo mismo sucedía en las clases de física; estaba tan acostumbrado a que me mirara de reojo o me sonriera que ahora no lo hace y me siento derribado.

Pero lo que he observado es que comenzó a hablar con Cole en forma más frecuente, como si de repente hubiera pasado de tomarle odio a adorarlo. Durante los cambios de clase o en los recreos lograba ver a ambos en los corredores conversando y riendo muy animadamente, y algo que era evidente ante mis ojos, aunque por lo visto no ante los de Cole, es que la mirada de Lucila se iluminaba cada vez que se encontraba con él como lo hacía cuando estaba conmigo.

Siendo viernes por la noche, me encuentro caminando por el cuarto de aquí para allá sin dejar de pensar en mi colorada, mientras que Wendell se encuentra recostado en la cama estudiando en completo silencio.

—Si sigues caminando desgastarás la alfombra —exclama mi compañero de cuarto sin quitar los ojos de sus apuntes.

—Lo lamento, pero me siento perdido —exclamo ubicándome en el extremo de mi cama mientras acomodo mi cabello con la mano.

—¿Quieres mi consejo? —me pregunta mientras asiento desesperado en busca de ayuda—. Ve ahora mismo a su cuarto, discúlpate con ella y dale un beso que haga que jamás se olvide de ti.

Frunzo el ceño y luego lanzo una carcajada ante su idea tan de telenovela.

—Ríe todo lo que quieras, Londra. En las películas funciona, y no tienes muchas más opciones —dice Wendell.

—No puedo ir como si nada y darle un beso —digo pensando racionalmente—. Es mi amiga.

—Oh, vamos. Ya han hecho intercambio de lenguas, uno más no cambiará nada. ¿O tal vez sí?

Reflexiono las palabras de Wendell, y tiene razón, no tengo más alternativas ni tiempo que perder. Rápidamente tomo mi móvil, las llaves del cuarto y salgo de allí en busca de Lucila. Una vez en su dormitorio toco la puerta esperando a que alguien me abra, hasta que escucho unos pasos que provienen del interior.

—Paulo, ¿qué haces aquí? —pregunta Lucila sorprendida ante mi visita.

No pude responder en el momento ya que se encuentra tan linda que me es imposible quitar los ojos de ella. Su colorado cabello cae ondulado hasta tocar su cintura, posee un vestido negro ceñido al cuerpo marcando sus curvas y el natural maquillaje de sus ojos hace que los mismos resalten aún más de lo normal.

—¿Se te ofrece algo en particular? —dice secamente rompiendo mis pensamientos.

—Sí —procedo carraspeando—. Vine para disculparme nuevamente por lo que pasó entre nosotros. Sinceramente, jamás les hubiera dicho eso si hubiera sabido que te afectaría. Nunca buscaría dañarte, Lucila, porque te considero alguien importante y la amistad que teníamos era lo más valioso que podía poseer. Perdóname, te lo pido.

Las palabras emanaron de mi boca en forma fluida, y la honestidad en las mismas era totalmente real. Lucila me observa con detenimiento, y ese brillo tan peculiar se hace presente en sus bellos ojos provocando que la esperanza de que me disculpe reviva dentro de mí. Al menos sé que toqué una parte de sus sentimientos.

—Paulo, yo... —comienza a hablar la colorada hasta que alguien la interrumpe.

—Hola, Lu. ¿Estás lista? —dice una voz masculina a mis espaldas—. Buenas noches, Londra. No te había reconocido.

Al darme la vuelta para ver de quien provienen las palabras, quedo frente a frente con Cole, que por lo visto, viene a buscarla. A juzgar por la vestimenta, ambos saldrán a algún lugar relativamente elegante, aunque la academia no permite que los alumnos se retiren a más de veinte cuadras a la redonda para evitar preocupaciones.

—Buenas noches, Davidson —lo saludo fríamente—. Creo que llegué en un mal momento.

—Es que justo estábamos por irnos —exclama apenada Lucila mientras cierra la puerta y se dirige al lado de Cole—. Hablamos luego, Paulo.

—Claro, como gustes —contesto colocando las manos en mis bolsillos—. Que tengan una buena noche, chicos.

Luego de esa pequeña conversación de pasillo me retiro de allí desanimado porque ya confirmé que Lucila está con el idiota ese. Que ellos estén saliendo no impide que ella me disculpe y volvamos a ser amigos, pero si hubiera querido avanzar en lo nuestro ahora tengo claro que no puedo.

Caminando cabizbajo por la academia, llego a mi cuarto y me encuentro a Wendell ansioso porque le cuente detalles.

—¿Cómo te fue, Paulo? —pregunta con entusiasmo.

En vez contestar, porque sé que se quebrará mi voz, simplemente le niego con la cabeza y me recuesto en mi cama dispuesto a dormir, ya que no hay nada más que pueda hacer.

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AAAAAH QUE TRISTE TODO!!!! Pero al menos Lucila le dio un pequeño indicio a Paulo de que está dispuesta a hablar con él.

Los leo jeh

Extranjeros | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora