{Capítulo 29}

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No puedo negar que esta imagen me ha perturbado, pero rápidamente sacudo mi cabeza y continúo mi camino hacia ellos. Una vez que espero a que terminen de succionarse el rostro, se separan bruscamente y Janis me rebaja con la mirada como si mi presencia los hubiera interrumpido.

—Lamento molestarte ahora —digo elevando la voz para que ella pueda oírme—. Pero necesito hablar con él.

Al tiempo que tomo a Paulo del brazo, él dirige sus bellos ojos azules hacia mí, pero esta vez su mirada se encuentra perdida en la nada a causa de todo lo que ha consumido con Janis. Con toda dulzura me sonríe como si probablemente hubiera olvidado todo lo que ha sucedido entre nosotros.

—Quédate tranquila que Paulo está en buenas manos —dice Janis resbalándose en sus palabras por todo el alcohol que posee encima—. Yo cuido de él.

Sabiendo que no puedo discutir con una ebria sin que acabe mal, se me ocurre otra forma de sacar a Paulo de aquí en forma discreta. Observando que él aún sostiene un vaso de vodka, empujo apenas su brazo haciendo que el líquido caiga sobre su camisa.

—¡Qué torpe soy! Lo lamento mucho —exclamo hacia Paulo fingiendo sorpresa.

—¡Eres una idiota! —expresa Janis con ira—. Le has volcado su bebida.

—Tranquila, lo ayudaré a limpiarla. Enseguida te devuelvo a tu príncipe.

Sin creer que mi mentira funcionó, tomo a Paulo de la mano y me dirijo a los chicos con el fin de avisarles que lo llevaré a su cuarto para que descanse. Viendo claramente el estado en el que se encuentra su amigo asienten tendiéndome la llave de ingreso, y me despido de ellos debiéndoles una explicación.

Una vez en el hotel, comienzo a buscar impacientemente la habitación en el corredor que me había indicado Wendell, al tiempo que Paulo empieza a cantar con sus copas adicionales encima y totalmente fuera de sus cabales.

—Ahora yo solo pienso en ti, ¡ahora yo no puedo dormir! —continúa entonando la letra de una canción desconocida para mí—. Solamente sentado aquí, pensado en cómo hacerte feliz.

Al arribar al cuarto, abro con rapidez la puerta y asisto a Paulo a que se mantenga de pie mientras ambos ingresamos. El hedor a cigarros y alcohol que posee este muchacho es completamente insoportable, razón por la cual decido dirigirlo a la ducha para que pueda bañarse antes de recostarlo.

—Ahí tienes para ducharte, te espero afuera —le indico a Paulo que me mira bajo los efectos de los tantos tragos que ha bebido.

Al cerrar la puerta, escucho que me llama como si necesitara mi ayuda con urgencia. Vuelvo a entrar luego de unos segundos para encontrarlo sentado en los cerámicos del suelo.

—¿Me ayudas a desvestirme? —pregunta haciendo puchero.

Para ser honesta, quedo completamente boquiabierta ante su interrogación ya que es algo que no esperaba. Trago saliva con dureza y asiento acercándome lentamente con nerviosismo; me pongo de cuclillas empezando a desabrochar los botones de su camisa al tiempo que Paulo observa cada movimiento de mis manos. Una vez que termino, continúo descendiendo mis dedos hasta el cierre de su pantalón para bajarlo y luego tironearlo de los extremos con el fin de quitárselo.

—¿Te había dicho lo linda que eres? —dice sin dejar de verme provocando que me sonroje.

—Sí, pero no lo recuerdas —respondo casi inaudible—. Al igual que nuestra discusión.

Sin comprender mucho, frunce su ceño en señal de confusión, y niego con mi cabeza mientras lo ayudo a ponerse de pie otra vez. Me aparto por un segundo para encender la regadera y siento cómo las manos de Paulo se sitúan alrededor de mi cintura con la intención de introducirme en la ducha y adherirme al muro mientras el agua caliente cae sobre nosotros en forma de lluvia. Su cabello dorado cae sobre su rostro totalmente húmedo haciendo que su magnetismo pase a un nivel superior.

La intensa mirada que tiene penetra en la mía como si fuera capaz de desnudarme tan solo con verla, hasta que Paulo se aproxima cada vez más a mí concretando la distancia con un beso que empieza suave convirtiéndose de a poco en algo desenfrenado, generando un anhelante intercambio de lenguas que despierta millones de emociones en mi interior y que solo él puede lograr. El tacto de sus manos recorriendo mi espalda es eso que me estaba haciendo tanta falta desde nuestra disputa y que nadie podría reemplazar.

''Extrañaba demasiado sentir tus labios.''

Luego de unos momentos sin apartarnos, Paulo intenta deshacerse de mi vestido para comenzar con el siguiente paso que notoriamente aceptaría, pero abro mis ojos recordando que él no se encuentra con la mente clara como para proseguir con algo que luego no recordará.

—Paulo, no podemos seguir —exclamo agitada.

—¿Por qué no? —interroga con tristeza.

—Mañana no lo recordarás. Y no quiero que sea algo que olvidemos en un instante.

Con extrema fuerza de voluntad, tomo sus manos separándolas de mi cuerpo para retirarme de allí en busca de una toalla y dejar que Paulo termine de ducharse. Después de unos minutos, revuelvo su maleta en busca de una camiseta seca para colocarme al tiempo que escucho abrirse la puerta del sanitario.

—¿Quieres recostarte?

Paulo asiente ante mi pregunta y cae sobre el suelo con todo el peso del cansancio en su cuerpo, por lo que me dirijo a asistirlo de nuevo.

—Descansa que mañana será un largo día —le susurro cubriéndolo.

—No te vayas, colorada —exclama adormecido—. Duerme conmigo esta noche.

''Si tan solo me hicieras esta propuesta estando sobrio...''

Que me haya llamado por el apodo que solía decirme hace que mi corazón se rompa en dos, y dudo por un momento si dormir junto a él o no, hasta que decido hacerlo ya que me lo vuelve a suplicar. Con cuidado me acomodo entre las mantas con Paulo y me abraza por la cintura acercándome a su cuerpo, mientras que pienso la cantidad de explicaciones que deberé darle mañana temprano cuando despierte.

''Ahora solo disfruta el momento y déjate llevar.''

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Fuaaaa, re intenso todo, man!!! Hoy tuve alta inspiración y no quería desaprovecharla jeh.

Ojalá les guste ❤

Extranjeros | Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora