Paulo
Afortunadamente pude regresar a las prácticas de baloncesto luego de tanta abstinencia por mi suspensión. Y sin razón aparente, hoy el entrenador nos citó al mediodía luego de las clases por lo que terminé antes y decidí ir de espectador al entrenamiento de las animadoras.
Sin esperar mucho más, tomo mis cosas y me dirijo hacia la pista al aire libre acomodándome en las primeras gradas para poder observar detalladamente a Lucila. Como es costumbre, la veo con el resto del grupo vistiendo su tan característico uniforme: remera blanca de grandes aberturas a los costados, su falda azul a media pierna con una ancha línea amarilla en el borde y medias blancas con una franja azul en la orilla superior.
''Si solo supiera lo que me encanta verla vestida así...''
A los pocos minutos, su profesora toma asistencia con la planilla en mano y luego llevan a cabo ejercicios de precalentamiento moviéndose de aquí para allá.
Después de unos momentos comienzan con sus elaboradas rutinas mientras mis ojos no dejan de seguir a Lucila, cuya pollera se eleva con cada movimiento de piernas que efectúa dejando ver el short que lleva debajo al igual que sus compañeras, aunque claramente ella se destaca del resto llamando mi atención en forma sobresaliente.
Su extenso cabello, recogido con un gran moño azul, se sacude de un lado al otro entre cada coreografía realizada, y una vez que terminan la clase todas sacuden sus pompones amarillos y azules al aire para festejar que todo ha salido perfecto.
—¡Paulo! —exclama mientras corre hacia mí para abrazarme—. ¿Ya han terminado el entrenamiento?
—Hemos tenido más temprano, Lu. Así que vine a verte practicar —respondo tomándola de la cintura.
—¿Y qué tal lo hice? —pregunta coqueteando.
—Estuviste fantástica como siempre.
Lucila me mira fascinada ante mi comentario como si nunca le hubieran dicho nada igual. Acto seguido busca sus gafas en el bolso para colocárselas y acomoda nuevamente su cabello con el moño, al tiempo que me pregunto cómo es posible que alguien como Megan le haya dicho que no podía formar parte del equipo por utilizar anteojos porque arruinaría la imagen de las animadoras, si Lucila con o sin ellos es preciosa.
—Tengo una propuesta para ti —digo pasando mi brazo alrededor de su hombro mientras salimos de aquí—. ¿Por qué no vamos a merendar afuera?
—¡Sería genial, vamos! —exclama como niña pequeña tironeando mi brazo.
Una vez que salimos de la academia empezamos a caminar por el centro de la ciudad recorriendo cada rincón de la misma, hasta que encontramos una cafetería ambientada como en los años cincuenta donde quisimos ingresar para nuestra merienda.
Luego de ubicarnos cerca de la ventana observamos todo lo que ofrece el lugar en unos pequeños panfletos que se encuentran sobre la mesa, por lo que al rato viene la camarera hacia nosotros para tomar nota de los dos batidos de chocolate y las porciones de pastel que consumiremos. Después de apuntar todo nos avisa que podremos retirarlo por el mostrador.
—Iré a buscar nuestro pedido —dice Lucila luego de unos veinte minutos esperando.
Asiento mientras ella se pone de pie y se encamina hacia donde nos dijeron, pero por lo visto no lo han terminado y debe esperar un momento. Un instante después, veo que se encuentra hablando con un muchacho que supongo que debe conocer, pero su rostro expresa el descontento junto con algo de seriedad. A los pocos segundos observo que la toma por la muñeca con fuerza y Lucila me envía una mirada de auxilio para que la ampare, razón por la cual me pongo de pie acercándome. Al verme aproximar, el chico la suelta disimuladamente como si no pasara nada.
—Vine a ayudarte a llevar las cosas a la mesa —me dirijo a Lucila simulando haber aparecido en escena con otro propósito—. Disculpa, no te vi. Soy Paulo, ¿y tú eres? —pregunto estrechando la mano del desconocido.
—Soy Jayden —contesta seco—. No sabía que habías acudido con un amigo, Lu.
—Qué decirte... siempre estoy bien acompañada —retruca Lucila desafiante posando su mano en mi hombro.
—Además, no soy su amigo. Soy su novio —me entrometo abrazándola por la cintura.
El rostro de Jayden se transforma poco a poco volviéndose sombrío ante mi inesperada respuesta, mientras que la mirada de Lucila se enciende automáticamente.
—¿Y entonces por qué no me has corregido en el momento que lo dije? —interroga cruzado de brazos.
—Porque simplemente no es de tu incumbencia —responde Lucila.
—Pensé que podríamos regresar... pero por lo visto me has reemplazado rápido.
—Igualmente no veo en ti muchas razones por las que ella deba volver contigo —vuelvo a entrometerme rebajándolo con la mirada—. ¿Vamos, colorada? —pregunto tomando nuestro pedido del mostrador.
—Sí, amor —responde dando un beso en mis labios—. Nos vemos, Jayden.
Al culminar nuestra charla con el idiota ese, nos ubicamos nuevamente en nuestro lugar dispuestos a disfrutar de esta tarde estando solo nosotros dos. A juzgar en primera vista al ex novio de Lucila, podría jurar que su mirada destilaba veneno en el momento que la abracé, pero lo que no sabe es que cuando estamos juntos somos completamente indestructibles, algo que ni él ni nadie podrá cambiar.
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Primero que nada, miles de disculpas por haberme demorado en publicarlo, pero tuve inconvenientes.
Segundo, NO PUEDO CREER QUE YA TIENE MÁS DE 7000 LECTURAS!!!! Realmente me siento agradecida con todo esto.
Tercero, gracias y muchísimas gracias más!!! ❤
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Extranjeros | Paulo Londra
FanfictionPaulo y Lucila son dos argentinos inmersos en Estados Unidos. Teniendo personalidades muy opuestas, aun así notarán que poseen algo en común más allá de su nacionalidad. ¿Te animas a descubrirlo?