Capítulo 10: Idiota, gilipollas e ingrato

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Capítulo 10: Idiota, gilipollas e ingrato

Derek:

Nunca fui una persona que odiara los lunes. Sí me molestaba un poco tener que dejar la comodidad de mi casa, pero no los odiaba. A muchos compañeros (tanto de estudios como de trabajo) no les gustaban. Para mí solo era un día más.

Sin embargo, sí que odié aquel lunes.

Pensaba que sería un día cualquiera. De hecho, la mañana ya apuntaba a que lo sería. Me desperté de buen humor, más cuando a mi bella flor le dio por hacer un desayuno propio de un hotel de lujo. Habíamos desayunado en la terraza mientras conversábamos y reíamos animadamente.

Ya en el trabajo, todo estaba tranquilo, por lo que no sospeché nada.

—Señor Foster —me dijo Grace, mi secretaria, tras tocar la puerta de mi despacho nada más volví de almorzar—, tiene una reunión de última hora con el señor Gallager.

¿Alguna vez habéis tenido esa sensación de que algo va a salir mal? Cuando aquellas palabras salieron de la boca de aquella mujer, sentí que el mundo se me venía encima.

Tyler era un pesado y un energúmeno. Las últimas semanas había estado insistiendo en que quería que su sello se uniera a mi gran editorial y yo no lo quería. De entrada, no estaban a la altura. Se veía a leguas. No tenían muy buena calidad y, la verdad, tenía mis sospechas de que fueran una de las temidas editoriales pirata.

Una editorial pirata, por si no sabéis lo que es, es aquella que tiene como objetivo primordial estafar al autor. Le vende el oro y el moro. Halagan y camelan al escritor para que pique el anzuelo. ¿Cómo detectar a una de ellas? En la mayoría de los casos, estas falsas editoriales no tienen un género en concreto definido. Por otro lado, la calidad de las portadas es nefasta. En la mayoría de los casos son muy parecidas.

Era inhumano que hubiese personas que quisiesen timar a los autores para ganar dinero a su costa. Por fortuna, FosterWords mimaba a los escritores. Al fin y al cabo, ellos eran los que hacían que mi editorial fuese exitosa.

Hice un ruidito a modo de queja. La verdad es que no quería reunirme con el idiota de Tyler. Sin embargo, era mi obligación. Ojalá el plasta de él desistiera pronto.

Tenía mis sospechas de que el cabrón de él solo quería molestar a Elliana. La verdad, no comprendía qué quería de ella. ¿Acaso no había sido él el que le había puesto los cuernos con la que era su mejor amiga? No creía que el imbécil de él estuviese interesado en ella de nuevo. Sería muy tonto de su parte cuando en el pasado la dejó ir.

¿Quién en su sano juicio le haría algo así a su pareja? ¿Cuál es la razón de que una persona le ponga los cuernos a otra? Entiendo que el amor se extinga, pero no por ello quiere decir que puedas liarte o acostarte con otra persona mientras tienes una relación con tu pareja. Me parece una aberración.

Mi bella flor no se merecía el trato que recibió de él. Y ese energúmeno no se merecía a una mujer tan maravillosa como lo era ella. Él se la perdía.

Suspiré. La verdad era que no tenía muchas ganas de reunirme con él.

Cogí unos papeles y mi iPad y fui a la sala de reuniones. Por el camino, mi secretaria me pasó una botella de agua y los últimos balances.

Tyler todavía no había llegado. Mejor para mí. Aproveché para ponerme cómodo y prepararme para otra ardua sesión. ¿Ya os he dicho que no me caía bien?

Entró con unos aires de soberbia y poder que no me gustaron.

—Buenas tardes, señor Foster —saludó él.

Sueños Enredados (Amor Enredado 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora