Capítulo 1: Hombre de negocios

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Capítulo 1: Hombre de negocios

Derek:

Hace unos meses jamás llegué a imaginarme a mí viviendo con mi pareja. Mucho menos podía pensar en estar manteniendo una relación. Todo aquello me parecía tan lejano debido a mi trabajo que ahora que lo tenía, me era imposible imaginarme una vida sin mi bella flor. ¿Qué habría pasado de no haberme subido en aquel ascensor?

—¿Te está gustando la peli? —me susurró ella en voz baja.

Volví de nuevo a la realidad. Sin ser verdaderamente consciente de ello, había desconectado. Yo no tenía la culpa de encontrarme muy cómodo al lado de Elliana, acariciando de vez en cuando su brazo o su pelo. Me encantaba tocarla. Era una adicción que había desarrollado con el tiempo y a la que no quería desengancharme.

—Sí, me está gustando mucho.

Ella soltó una risita. Al tener mi pecho pegado contra su espalda, sentí cómo se convulsionaba por las carcajadas.

—No lo parece, hombretón. Ya sabes que podemos cambiarla si no te gusta.

No era muy amante de las películas románticas, pero a mi bella flor le encantaban. Y a mí me gustaba verla feliz aunque eso implicara tragarme ese muermazo de película. Era tan surrealista. ¿Cómo era posible que un cantante famoso acabara en medio de la nada, en un pueblecito de pocos habitantes, y se enamorara de alguien muy diferente a él? Aunque, si lo miraba desde otra perspectiva, eso era lo que me había pasado justo con Elliana. A veces éramos tan distintos que no podíamos evitar repelernos. Sin embargo, otras veces nuestras similitudes salían a la luz, como aquella ocasión en la que los dos tuvimos nuestro momento de paz en la biblioteca. Ella había leído un libro estando recostada en mi pecho mientras yo hacía lo mismo.

No éramos iguales, pero tampoco diferentes. Lo que cada uno tenía por defecto el otro lo compensaba. Era muy agradable ver que casi siempre solucionábamos las cosas juntos. Porque sabía que no habría nadie que nos parase si permanecíamos unidos.

—Quiero verla si a ti te apetece.

En una relación siempre alguien tiene que ceder en algún momento. Ese era mi caso. No me gustaban ese tipo de películas; pero si a ella le hacía ilusión verla, la veríamos. Pasaba lo mismo con las de acción. Muchas de ellas no le hacían gracia, pero ella insistía en verlas porque le gustaba pasar tiempo conmigo.

Puse de nuevo en marcha la película. Pronto me lamenté. Llegaba la parte de los arrumacos y achuchones, seguida de todo el drama de <<No podemos estar juntos>>. Puse los ojos en blanco. No existían los amores imposibles. Los difíciles sí. Pero ahí estaba la magia. Si todo fuese tan fácil, sería aburrido y rutinario. Para mí el amor era especial, como saborear un helado en un día caluroso, como si un torbellino de emociones se apoderase de mi sistema nervioso. Lo imposible era no intentarlo. Sin riesgo no hay ganador, nunca.

La película me parecía una basura y al momento volví a desconectar. Era todo tan irreal. ¿Por qué el amor se mostraba como algo difícil de conseguir? Es algo que nunca comprenderé.

Al instante, empecé a distraerme acariciando el pelo de mi bella flor. Me gustaba mucho tocarla. Era como si no pudiera evitarlo. Sentí cómo le recorría un escalofrío y pondría la mano en el fuego al deciros que de seguro se había ruborizado.

Ella no se quedó muy atrás. Apoyada como estaba, empezó a recorrer con sus manos mi pecho de manera distraída, sin despegar la mirada de la televisión. De vez en cuando, soltaba algún que otro suspiro y un <<¡Qué romántico!>>. Puse los ojos en blanco.

Sueños Enredados (Amor Enredado 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora