Capítulo 19: Regalo sorpresa

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Capítulo 19: Regalo Sorpresa

Elliana:

—Pero... pero —balbuceé por quinta vez—. Es demasiado caro, Derek.

—Oh, venga, bella flor. Podemos permitírnoslo —aseguró él.

Yo miré de nuevo el papel que había sobre la mesa. Suspiré. Sinceramente, me parecía todo un derroche de dinero por su parte. A ver, que la idea de que nos fuésemos de escapada romántica era muy tentadora. Mas no de aquel modo.

Derek había alquilado una suite para nosotros dos en un hotel a las afueras de Nueva York. No quería ni pensar en cuánto le habría costado. Porque de lo que estaba segura era de que el precio era muy elevado. Tenía cinco estrellas y la piscina no se veía nada mal. No solo eso. ¡Teníamos un jacuzzi y una piscina privada en nuestra habitación!

—Vamos. Será divertido —insistió de nuevo—. Piensa en esto como si fuera una aventura. Porque, Elliana, quiero vivir miles de aventuras a tu lado.

Derek me pegó a él y me dio un beso en la nuca. El muy condenado sabía cómo salirse con la suya, sabía mis puntos débiles.

—Mmm.

Sus manos empezaron a acariciarme el cabello con suavidad. Para mí aquel gesto era muy relajante y placentero.

—Además, tengo unas ganas de ver tu cara cuando lleguemos. No es un hotel común. ¡Está en medio de un bosque! Te va a encantar.

Me volví hacia él y restregué mi nariz contra la suya. Le di un beso en la punta y, después, besé sus labios con sutileza.

—¿Si te digo que sí me prometes que la próxima vez que quieras sorprenderme no te gastarás tanto dinero? Sabes que no me gusta malgastarlo.

De pequeña mis padres tuvieron que hacer muchos sacrificios para que Jay y yo pudiésemos ir a la universidad. Ellos tenían su propia pastelería. Al principio les costó arrancar. Solo iban un par de clientes. No fue hasta que yo estuve en el instituto que el negocio no despegó del todo. Recuerdo que en mis tiempos de estudiante ayudaba a mis padres con los pedidos e incluso invitaba a mis amigos a que vinieran al local.

—No puedo prometer algo que no vaya a cumplir. —Derek sonreía como todo un niño bueno, aunque sabía perfectamente que bajo esa sonrisita endemoniada se ocultaba más de un plan.

—¡Derek!

—¡Elli! —me imitó—. Solo quiero que tengas lo mejor. Yo no lo llamo derrochar. Puede que tenga mucho dinero, pero no soy tan tonto como para andarme gastándolo por ahí sin cesar. Soy bastante ahorrador y ahora que tengo pareja, quiero utilizar lo que tengo para mimarla. ¿Tan malo es eso?

Él apartó la mirada y la posó sobre los papeles. Al instante me sentí la peor persona del universo por hacerle sentir a aquel hombre tan maravilloso culpabilidad. Porque estaba claro que lo que solo quería hacer era sorprenderme. Si solo supiera que lo hacía cada día.

Cogí su rostro entre mis manos y acaricié su mandíbula. Tenía barba de tres días, por lo que su piel me raspaba un poco. Continué con mi exploración. Subí por sus labios hasta tocar sus párpados, terminando en sus orejas. Aquello le hizo reír y provocó que mi pecho se hinchara.

—No sabes lo afortunada que me siento por tener a un hombre tan considerado como tú a mi lado —le confesé mirándole a los ojos con intensidad.

—Créeme si te digo que el afortunado soy yo. Eres una mujer encantadora y no sé cómo de tantos hombres soy yo el que tiene el placer de estar a tu lado.

Sueños Enredados (Amor Enredado 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora