Epílogo

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Epílogo

Elliana:

—Y esa es toda la historia.

El juez me hizo volver a mi lugar y cuando por fin aquella terrible sesión terminó, pude reunirme con Derek, el que me esperaba en la zona en la que se sentaba la audiencia. Le di las gracias a la abogada que él había contratado y que nos había ayudado durante todo el proceso.

Al pasar cerca de Tyler y Ruby, sus miradas odiosas se clavaron en mí. Los miré con indiferencia, como si en realidad fueran unos insectos molestos sin importancia.

En cuanto llegué a donde estaba Derek, me dio un beso en los labios seguido de un abrazo.

—Lo has hecho muy bien. Ahora tenemos que esperar a que el juez dé el veredicto.

Destensé los hombros. Ya todo había pasado. Hablar nunca se me había dado bien y estaba segura de que mi voz había sido temblorosa cuando relaté todo el secuestro y los días posteriores a él, lo confusa y desorientada que me sentí. Fue duro revivir de nuevo aquel acontecimiento. Era doloroso ver cómo una persona que yo había creído querer hacía semejante locura sin razón aparente.

Derek y yo salimos envueltos en un enredo humano a la calle. Caía una lluvia torrencial, pero seguía haciendo un calor sofocante.

Mamá, papá y Jayden habían venido en cuanto se habían enterado de que estaba bien. Estuvieron días sin dejarme sola. Tenían miedo de que volviese a desaparecer. Por fortuna, Derek les convenció de lo contrario. Mamá y papá confiaban tanto en él que mi corazón danzaba de alegría por ello.

Los días fueron pasando y pronto el juez sentenció una pena de quince años de cárcel para Tyler y de nueve años para Ruby por ser cómplice en el secuestro. Ya estaba hecho, habíamos ganado. Ya no debía preocuparme por ellos nunca más.

Esos días estuvimos mirando casas hasta que por fin dimos con la indicada. En realidad no estaba planeado que la visitásemos. Estaba en Uper East Side y era preciosa. En seguida me llamó la atención. Derek, al percatarse de mi mirada, decidió concertar una cita con nuestro agente inmobiliario.

Me enamoré al instante de aquella casa unifamiliar de dos plantas. Estaba en un buen barrio y, a pesar de ello, podíamos permitírnoslo. Al final, había cedido al hecho de pagar un poquitín más si con eso conseguíamos nuestro hogar definitivo. Y vaya si lo era. La casa por fuera era hermosa. Llamaba la atención la fachada de piedra rojiza y el jardín delantero que tenía. El interior era aún mejor. Estaba equipada con una cocina americana, un gran salón, un pequeño recibidor y un baño en la planta baja. En el primer piso estaban tres habitaciones y otro baño. Lo que más me gustaba de ella era la posibilidad de poder hacerme mi propio lugar de trabajo y que el dormitorio principal tenía su propio vestidor. El jardín trasero era perfecto. Podríamos celebrar reuniones familiares y barbacoas en él e incluso yo podría escribir cuando el tiempo fuera bueno.

Así que decidimos comprarla. Casi tres semanas después estábamos completamente instalados. Era una pasada.

Los días volvieron poco a poco a la normalidad. Estábamos a pocos días de las vacaciones del verano y yo ya las estaba saboreando. Por las mañanas iba a la empresa y por las tardes o escribía en mi pequeño despacho o salía con mis amigos o con Derek.

Aquel día los dos decidimos quedarnos en casa y disfrutar de la compañía del otro. Derek aparcó el coche en el garaje (¡la casa también tenía una parcela! ¿No os parece una pasada?) y me dijo que tenía que trabajar un poco. Yo le di un beso en los labios y le respondí con un <<Sin problema>>.

Aprovecharía un poco la tarde para editar Inesperado. Otra de las cosas que habían pasado en todo aquel tiempo era que ya había firmado el contrato de publicación. Era oficial. ¡Publicaría mi libro bajo el sello de la editorial FosterWords! Estaba tan emocionada de cumplir mi sueño. ¡Por fin sería una escritora!

Sueños Enredados (Amor Enredado 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora