Capítulo 11: Imparable

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Capítulo 11: Imparable

Elliana:

Fue un día intenso. De entrada, tuve una pequeña bronca por parte de mi jefa. Según ella, no le gustaba mi manera de trabajar. Al parecer, que me hubiese puesto a escuchar música mientras trabajaba no era muy profesional. En fin, lo que tenía que aguantar.

Por otro lado, al llegar de casa me di cuenta que todo el trabajo que había realizado la tarde anterior no se había guardado. Así que, muy a mi pesar, tuve que rehacerlo.

Pero lo peor de todo no llegó hasta la hora de salida. Había quedado con mi hombretón y él era la clase de persona que no se retrasaba nunca o que, de hacerlo, siempre me mandaba un mensaje. Fue por eso que tras quince minutos de espera, fui a buscarlo a su despacho. Al llegar, Grace, aquella mujer tan amable, me dijo que él seguía reunido, pero que seguramente debía de estar acabando. También me aseguró que la reunión no era muy importante.

Así que decidí meterme en ella.

Craso error.

Las palabras se me quedaron atascadas en la garganta. Madre mía, ni en un millón de años me hubiese imaginado una escena como la que me encontré. Mi cerebro se tomó su tiempo en analizar la situación.

Dos hombres tirados en el suelo, peleándose como niños. Derek y... Tyler.

Apreté los dientes. ¿Qué hacía él allí? ¿Por qué se tomaba tantas molestias en jodernos la existencia?

—¡Eh, parad! —supliqué.

Me acerqué a ellos e intenté separarlos, pero ambos estaban muy concentrados golpeando al otro. Tironeé de Derek y, tras varios segundos, logré que dejara de darle una paliza. Jamás lo había visto tan fuera de sí, tan descontrolado. Por lo general, él era un hombre que sabía mantenerlo todo bajo control. Mas en aquel momento parecía querer acabar con la vida del hombre que me había hecho sufrir.

A ver, sí. Odiaba a Tyler. Pero aun así, no le deseaba ningún mal.

—Hombretón —empecé a llamarlo con la voz temblorosa—, estoy aquí. —Toqué sus mejillas con las manos en un intento por devolverlo a la realidad. Lo miré a los ojos con intensidad—. No merece la pena. Deja a ese miserable.

Me pareció que con mis palabras y mi ligera caricia conseguía que Derek se calmara, aunque eso solo duró un instante. El capullo de mi ex empezó a despotricar tras una carcajada amarga.

—¿Qué, Derek? ¿Tiene que salvarte la zorra de tu pareja?

Tuve que hacer uso de toda mi fuerza para contenerlo. Él quería golpear a Tyler de nuevo.

—¡No la vuelvas a llamar así, pedazo de subnormal! —le gritó.

No obstante, en vez de aplacarlo, sus palabras solo consiguieron que se riera aún más. Menudo imbécil estaba hecho.

—Bueno, puedo llamarla perra también. O guarrilla. No, mejor la llamo puta.

No sé en qué instante me moví, pero de un momento a otro mi mano picaba por la tremenda bofetada que le había dado.

Era un cabronazo, me lo demostró en el momento en el que me puso los cuernos con Ruby. No os mentiré. Hubo un tiempo en el que creí estar enamorada de él. Me trataba bien, si bien a veces era consciente de que con mucha facilidad perdía los papeles. Yo le quería, o eso creía.

Me rompió el corazón. Le había entregado mi virginidad. Había confiado mis más grandes secretos, como el de que escribía. Había sido mi primer experiencia en el amor. Y, sin embargo, él lo jodió todo. Fue un cobarde.

Sueños Enredados (Amor Enredado 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora