Capítulo 7: Intensidad

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Capítulo 7: Intensidad

Elliana:

Aquel día sentí que una nueva Elliana nacía. Ya no me dejaría pisotear por nadie. Defenderme había sido fácil, demasiado diría yo. Normalmente Ingrid solía insistir más.

Me había sentido tan poderosa. Tenía todo bajo control. Ingrid atacaba, sí; pero yo le devolvía el golpe con maestría. No tenía miedo de nada, ni del qué dirán. Había aprendido que si me defendía, las perras como ella metían el rabo entre las piernas y huían.

Me sentía tan bien, tan liberada. Caray, era mucho mejor que quedarse con las ganas. ¿Por qué no lo habría hecho antes? ¿Qué me lo había impedido? Era mucho más fuerte de lo que creía.

Después de aquel encuentro con Ingrid, no volvió a molestarme en el trabajo en lo que restaba de día. En el almuerzo me lanzaba de vez en cuando alguna que otra mirada indiscreta; pero, por lo general, no volvió a molestarme.

Mejor.

No querría buscarme las cosquillas, porque de encontrarlas podría llegar a ser mucho más perra de lo que se esperaba. Uy, la nueva Elliana Jones tenía todo un arsenal de armas verbales escondido debajo de la manga.

Por la tarde, cuando me reuní con mi hombretón, le di un beso de esos que quitan el aliento. Él al ver mi muestra de cariño no pudo más que aprovechar el momento mientras que con una mano envolvía mi cintura. Me sentía diferente. Sentía que tenía el control de todo.

—Veo que hoy estás de muy buen humor, bella flor —ronroneó él. Mordisqueó de forma coqueta y sensual el lóbulo de mi oreja.

Mmm. Me encantaban sus caricias y sus mimos.

Por el bien de los dos, nos separé. No era la primera vez que nos poníamos muy melosos y que expresábamos demasiado nuestro amor. Todavía recuerdo aquella vez en la que me llevó a una cafetería y nos pasamos toda la tarde dándonos arrumacos.

—Como para no estarlo. —Incluso yo notaba la sonrisa tirante de mis labios. No había dejado de sonreír desde que le había cerrado a Ingrid ese pozo de mierda que tenía por boca. Boom. Punto para Elliana.

Él me miró con una mezcla de extrañeza y diversión.

—¿Qué has hecho? —preguntó y yo sonreí con malicia—. ¡Dios mío! ¿Qué ha pasado en estas horas en las que no te he visto?

Me hice la interesante.

—Nada grave. —Me encogí de hombros fingiendo indiferencia—. Solo he puesto en práctica tus consejos, ya que la zorra de Ingrid tenía ganas de pelear hoy.

Me miró con tanta intensidad y tanta curiosidad que no pude evitar reír.

—¿Qué has hecho, bella flor? —repitió él.

Reí por la situación. Él estaba tan descolocado mientras que yo me sentía feliz por haberme defendido por primera vez en mi vida.

—Nada del otro mundo, hombretón. Solo he hecho algo que creía imposible: defenderme. Ingrid hoy buscaba pelea por lo visto, pero no he caído en su juego. Le he devuelto la jugada y se ha ido con el rabo entre las piernas —le expliqué contenta. Le agarré las manos y tiré de él fuera de la editorial—. Muchas gracias por enseñarme eso que tu has llamado el arte de pasar de todo. Creo que por fin la he puesto en su lugar.

Derek entrelazó nuestros dedos. Fuera ya se notaban los días cálidos y es que estábamos ya en plena primavera. Quedaba muy poco para el verano, para los días calurosos y sofocantes.

Sueños Enredados (Amor Enredado 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora