Olimpia
Atendí la videollamada que me estaba haciendo Agos, pero antes de contestarle me acomodé en la cama y finalmente deslice para conectarme con ella.
—Eu gorda, ¿que paso?—fue lo primero que me pregunto con un tono preocupante.
—Recién se fue Manuel—comenté tapandome con la frazada—Me dijo que si se chapo a la piba, bueno, se le tiró.
Miré a mí amiga, la cual se acomodaba para buscar una posición cómoda al igual que se introducía los auriculares más adentro de los oídos ya que se le caían.
—¿Y vos que le dijiste?—cuestionó—Ay ojalá pudiera estar allá con vos, nunca te vi tan mal.
Esas palabras me hicieron tragar en grueso, Agos sabía como sentía, no era la primera vez que lloraba por un pibe pero con Manuel era distinto, por el simple hecho de que lo conocía apenas hace semanas y ya sentía cosas por el, lo que me preocupaba bastante que el castaño en tan poco tiempo hubiera causado tantas cosas en mí.
—Le dije que gracias por habermelo aclarado y después me largué a llorar—contesté sintiendo mí garganta seca.
Esta me miró por unos instantes, como analizando aquellas palabras y después se pasó una mano por el pelo desacomodandolo.
—¿Que pensas hacer?—interrogó, hice una mueca y me encogí de hombros.
Lo único que tenía pensado era que me quería pasar todas las vacaciones encerrada en la pieza, durmiendo, llorando y bajoneando mientras veía alguna que otra novela de mexicana.
—¡Olimpia!—el grito de mi mejor amiga me hizo salir de mí trance y mirarla un poco atontada y le hice un movimiento con la cabeza—¿Por qué no vas a dar una vuelta para despejarte?
—Sola no voy a ir Agos—declaré comiéndome el borde una uña, me molestaba y me dolía.
—¿Y quién te dijo sola? ¿El Fede ese no te tiraba onda?—anunció mientras se acomodaba el celular en las tetas, alce la ceja—Dale andá, encima es re lindo el rubio.
—¿Le estuviste chusmeando?—declaré, la vi sonreír de forma pícara y me mordí el labio—Sos de lo peor.
—Callate, prepárate y andá—ordenó y antes de que pudiera contestarle que no me apetecía, corto.
Bufé rodando los ojos, no tenía ganas de salir de mí pieza, estaba realmente mal pero sabía que sino lo hacía le iba a estar dando mil vueltas a lo de Manuel, además de que Agos era capaz de venirse hasta Mar del Plata con tal de que yo saliera con Federico.
Con todo el cansancio del mundo, me levanté de la cama y agarre de una pila de ropa, bastante cómoda y suelta y acto seguido entre en el baño.
Una vez cambiada y un poco maquillada, agarre lo necesario así como el teléfono y plata y salí de la habitación para dirigirme hasta la del rubio.
Toqué la puerta y no pasaron ni dos segundos que ya estaba en mí campo de visión con una sonrisa bien ensanchada.
—Oli—saludó y se acercó para darme un sonoro beso en la mejilla—¿Querés...
—Te la hago corta—interrumpí haciendo reír al rubio—¿Querés ir a dar una vuelta?
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no es por maldad pero yo ya quiero que Oli y Fede chapen