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Me pasé la mano por la cara y miré a mí amigo, el cual se estaba riendo a carcajada suelta. Fruncí el ceño y agarré una almohada para tirarsela en la cara, impidiendo que se seguiera riendo.

—Dejá de reirte—hablé un poco enojado.

—Boludo—rió—¿Saliste del agua corriendo cuando te pregunto eso? Sos un pelotudo hasta mí hermano tiene más huevos que vos.

Vacíe todo el aire de mis pulmones y me pase una mano por la cara para después acomodarme en la cama y taparme hasta la cabeza.

—¿Y ella que hizo?—preguntó—¿Te siguió o se quedó ahí?

—Se quedó ahí, creo—contesté destapandome para mírarlo—No me va a hablar más.

Me volví a tapar con las frazadas para intentar no darle vueltas a lo que le había hecho a Olimpia en la playa pero sentí frío cuando me destaparon y me tironearon del pie haciendo que me cayera al piso.

—¡¿Qué haces?!—chillé—Quiero dormir.

—No—negó—Vas a hablar con Olimpia ya, no seas cagón. Encima que te pregunta para que seas el novio salís corriendo, sos alto tonto hermano.

Me levanté del piso y lo miré un poco enojado porque no hacía falta que hiciera esa acción. Sin embargo el morocho tenía razón, había dejado tirada a la chica que me gustaba en el playa, sola, de noche y con frío.

Me iba a odiar y literalmere no me iba a hablar, creo que sí fuera un poco lista se iría con Fede que le daba bola, no es tímido y le puede dar más cosas y no me refiero en cuanto a lo material.

—No te maquinés y andá.

Agarré un par de cosas y salí de mí habitación para dirigirme hasta la de la castaña, en el camino me debatí un par de veces en volver hasta mí pieza y encerrarme ahí, pero con todo el valor del mundo seguí caminando y pensando las palabras exactas para explicarle lo que me había pasado a Olimpia.

Solté un suspiro y toqué la puerta una vez, espere un par de segundos y cuando me iba a dar la vuelta para irme, está se abrió dejándome ver a una Olimpia con todo el maquillaje corrido, los ojos rojos y la jeta hinchada.

—¿Qu-qué te paso?—me animé a preguntar con miedo.

—Vos me pasas—determinó—Si no querías ser mí novio, me hubieras dicho que no y punto.

Tragué grueso y ví como seguían cayendo las lágrimas por sus cachetes de manera desenfrenada. Me acerque a ella para abrazarla y en vez de apartarme lo acepto gustosa y me apretó contra ella, no tardé en sentir mí remera húmeda a causa de sus lágrimas.

—¿No te gusto?—murmuró con un hilo en la voz—No pasa nada, solo quiero saber.

Caminé con ella entre mis brazos y cerré la puerta detrás mío, luego me dirigí a la cama y me senté con ella encima.

—Si Oli, me gustas mucho—hablé suave y la aparte para que me mirase, acaricie su cachete con mí pulgar para sacar las lágrimas—No llores más. Anoche me puse nervioso cuando me lo preguntaste y reaccioné así, perdón ya sé que me debes de odiar por dejarte ahí tirada, por eso sí me querés dejar de hablar yo lo voy a enten...

Sus labios impactaron con los míos de manera brusca y como de costumbre rodeo sus brazos por su cuello. Entre medio del beso se mezclaban sus lágrimas saladas, lleve mis manos a su cintura y la acaricie.

—Disculpame—dije y le di un beso en la nariz—Yo eh...

—Ya está, no importa—habló acariciando mí cachete y dejando un beso chiquito—¿Querés que miremos una película?

—Oli—llamé, está me miró con el ceño fruncido—Si quiero.

—¿Querés que?—preguntó un poco confundida.

—Ser tu novio.

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aviso: a perpetuo le quedan dos caps.

perpetuo ; replikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora