Cuatro

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— ¿Puede venir Aaron hacer la tarea?

— Emma, es la quinta vez que te digo que no.

— Pero es de sabios cambiar de opinión.

— Soy de los sabios que creen firmemente en una causa.

— Y yo soy un sabio que persevera.

— Emma, ponte los zapatos nos vamos al partido de Georgi.

Infla los cachetes — Por favor — termina haciendo un puchero.

Stiles la ignora y le pone la gorra de béisbol a su hijo.

— ¿Cenaremos hamburguesas?

— Con patatas fritas.

— Emma, dile a Pops que dice Clary que prefiere quedarse en casa.

— Pops...

— Hannah, no puedes estar enojada conmigo para siempre.

— Emma, dile a Pops que en esta vida todo es posible.

— Pops...

— Emma, ve por tus zapatos, cariño. Hannah, ve por Clary. Todos iremos al partido de béisbol.

Pone a su pequeño en el suelo y busca con la mirada las llaves del auto.

— ¡Clary, Pops dice que si no bajas te castigara! — hace una pausa y vuelve a gritar — ¡Ya sabes como es de injusto!

Emma llega con sus zapatos disparejos.

— Emma, no son el mismo par.

— Es que no encuentro nada. Ahora, Aaron es un buen chico.

— Que no, Emma. Ve por tus sandalias, están debajo del sofá.

— Pero habrá polvo.

— Hannah, ayuda a Emma por favor.

Clary entra en la cocina.

— No quiero ir, tengo que estudiar. — aparta la galleta que le está ofreciendo su hermano.

— Sí claro. Por favor ayúdame a buscar el bate de Georgi.

— En cerio que eres de lo peor. — se marcha. — ¡Y no tengo idea donde está el maldito bate!

— ¡Castigada!

— No hay que decir groserías — le sonríe y le tiende una galleta.

— ¿Nolan te dio galletas?

Asiente — Dijo que no estaban prohibidas.

Le jala el paquete de galletas — No puedes comer galletas antes del partido, te dolerá el estómago.

— Papi, mis galletas.

— Te las devolveré después.

Su hija entra y toma una galleta.

— No puedes comer antes del juego.

— Yo no voy a jugar.

— Papi, Emma se acabará las galletas.

— Hay muchas, no seas envidioso.

— Hannah, perdón por haber estropeado tu tarea.

— Aw, mi bebé tan tierno — le da un beso en la frente.

— Emma, quítate el abrigo, no hará frío.

— Hannah me lo dio.

— Hannah, no seas mala con tu hermana.

— ¡Yo no soy la mala!

Deja a sus hijos en la cocina y se para frente a las escaleras.

— ¡Clary!

Le duele el vientre y se sostiene de la pared. Respira profundo y exhala. Tal vez hoy no debió de empujar esa camilla. Tal vez ya no debe de ir a trabajar.

Su pequeño llega y lo abraza — ¿Papi?

— Estoy bien. ¿Quieres ir por Clary?

Asiente.

— Muy bien niñas, hay que irnos.

Va a la sala y toma la mochila de su hijo.

Emma tiene puesta la gorra del equipo de su hermanito al igual que Hannah.

— Yo abro el auto — toma las llaves y sale por la puerta.

— Pops ¿te ayudo con la mochila de Georgi?

Le tiende la mochila.

Clary baja y azota la puerta al salir. Jura que él no era así de adolescente.

El llanto de su hijo lo saca de sus pensamientos.

— Papi, Clary ha dicho que voy a perder.

— No, para nada. Cariño, tú equipo siempre gana. Tú estás en el equipo.

Su hijo pide que lo levante pero él lo distrae diciéndole que deben encontrar el bate.

— ¡Pops, dice Hannah que el bate esta en el auto!

De acuerdo.

En el partido ganan. Su hijo es un gran bateador. Así que celebran comiendo hamburguesas.

Hannah aún no perdona a Georgi.

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