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— Te dije que te daría un regalo.

Entra en la habitación y le da la caja envuelta en papel rojo.

Abre el regalo y saca un cohete — Gracias, Kali.

Coloca las baterías y lo enciende.

— Deucalion quiere que salgas a jugar.

No lo ha encerrado, ahora el pequeño tiene una habitación dentro de la mansión.

En menos de diez minutos tuvo una habitación con juguetes. El pequeño coloca su juguete nuevo en la cama y va hacia el baúl para sacar una pelota.

Para ser una víctima de secuestro se comporta bastante bien.

Al principio creyó que era mala idea involucrar a niños, pues no le gusta que le revienten los tímpanos con los llantos y gritos. Pero éste niño le cae bien.

— ¿Cuando vendrá papi a recogerme?

— Aún no lo sabemos.

Ethan sale de la oficina de Deucalion. Nadie nota que no es Aiden. Tiene que empezar a mover la mercancía. Lo cual Kali debería de estar haciendo y no estar jugando a ser niñera.

Queda petrificado cuando ve a Georgi salir al patio, no es cualquier niño. Tiene ropa nueva, zapatos nuevos. Una pelota. Reconoce a ese pequeño.

¿Secuestraron a Georgi? Mierda. Tal vez entiende que su hermano quisiera cambiar lugares.

Sale hacer su trabajo.

Kali deja al pequeño junto con unos hombres y sale del patio hasta que el pequeño llama su atención.

— ¿Kali?

— No tardo.

— De acuerdo — le sonríe y le lanza un beso.

Kali se topa con Deucalion.

— Encárgate.

— Estoy en eso.

El hombre entra al patio y ve al pequeño jugar con uno de sus hombres. Lo llama.

— ¿Te gusta este lugar?

— Sí, hay mucho espacio. ¿Puede venir papi conmigo?

— ¿Derek? — el pequeño niega — ¿Stiles?

— Sí, papi dijo que le gustaría estar en un lugar con muchas flores. Aquí hay un montón — le sonríe.

— Oh, tal vez en otra ocasión lo podamos invitar.

— ¿Me lo prometes?

Deucalion asiente y deja que el pequeño siga divirtiéndose.

Kali encuentra una pequeña caja con un moño azul.

— ¿Qué carajo, Aiden? ¡Dime la maldita dirección!

Aiden niega. — No es como si pudiera llegar libremente. Nos vendan los ojos, nadie sabe dónde es la mansión.

— Descríbela.

— Es el centro de algún prado... dentro de la casa solo se puede ver el enorme jardín.

— ¡Eso no nos ayuda en nada! Maldita sea, Aiden, tienen a mi hijo.

— Derek... cálmate — Chris enarca una ceja. Sujeta a Derek del hombro.

— Hoy en la noche moverán las armas. Hay un comprador en San Francisco.

Aiden les da la dirección. Chris confirma que habrá una compra de armas así que moviliza a su gente.

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