2

1.5K 163 173
                                    

Secco se fue a acostar nuevamente, cerró los ojos e intentó meditar para relajarse un poco y así poder dormir. Mientras Cioccolata solo lo observaba desde lejos, no había quitado de su cabeza aquella idea.

Pocos minutos después, su compañero roncaba nuevamente hecho bolita en el piso de la oficina. En algún otro momento le hubiera gustado acompañarle en su reparadora siesta, pero aún mantenía la esperanza de que en ese preciso instante el teléfono sonara avisándole sobre algún trabajo. Lamentablemente no era así.

Cioccolata pasó aproximadamente hora y media aburriéndose, pero ese no era tiempo perdido por completo, pues poco a poco su mente comenzó a viajar a posibilidades interesantes, hasta que una curiosa idea llegó a aterrizar en su azotea.

—¿Y si Secco y yo nos divertimos un rato?—era una buena oportunidad, la oficina vacía y ni una señal de trabajo pendiente, era el momento perfecto para realizar todo aquello que durante meses había solamente imaginado como parte de su oculto deseo.

Así es, el ex cirujano tenía en mente desde hace tiempo abrirse a nuevas experiencias, el sexo con cadáveres le había comenzado a hartar, eran tan fríos y faltos de sensibilidad ante el dolor y el placer que ya le habían aburrido. Además de que en las últimas semanas no podía dejar de pensar en su compañero Secco.

El mismo se sorprendió al notar que aquel extraño sujeto le atraía. Secco era todo lo contrario a lo que él consideraba una persona atractiva, pero de alguna manera le excitaba el hecho de pensar en todo lo que podía hacerle.

—No necesito su consentimiento, necesito enterrar mi pene en ese tremendo culo. No, espera. No vayas tan rápido, podría reaccionar mal...

Lo miró nuevamente, el joven dormía apaciblemente en el suelo, parecía tener sueños agradables.

—Bueno, aunque también hay la posibilidad de que se niegue totalmente. No cualquiera aceptaría una proposición tan loca como una relación casual colmada de sexo y atrocidades.—se levantó de la vieja silla giratoria, la cual dio un chirrido apenas su trasero la abandonó.

Secco se dio la vuelta y un fuerte ronquido salió de él, volvió a acomodarse para seguir durmiendo.

—Debo pensar... Algo que nunca falle, algo que me garantice el poder tenerlo sin que se niegue.—fue entonces cuando sus grandes ojos se toparon con el frasco hermético donde conservaba los cubos de azúcar que le daba a "su mascota"—Lo tengo, si no está totalmente consciente de lo que está haciendo, tal vez tenga oportunidad de tirármelo.

Cioccolata sabía que Secco no aceptaría su descabellada proposición, en primer lugar porque él estaba hecho para matar, no para ser humillado y maltratado, en segundo porque Cioccolata sabía sobre las preferencias totalmente asexuales de su compañero. Secco nunca había tenido una novia, mucho menos un novio. Nunca había sentido la necesidad de estar con alguien para cumplir sus deseos o necesidades, todo eso el mismo Secco se lo había confesado. Nunca tuvo la necesidad de un amante o algo parecido porque simplemente no le interesaban esas cosas.

Cioccolata se dirigió al estante y tomó el frasco, lo abrió y sacó un terrón de azúcar, "cuadrado y dulce" como le gustaban a Secco. Entonces sin siquiera razonar lo que iba a hacer, se acercó de nuevo al escritorio y en el último cajón de este introdujo una llave, la cual rápidamente botó el candado.

—Ohhh, siento mucho lo que te haré, pero en verdad que necesito esto.

Sacó de ahí una pequeña bolsa, con lo que parecía ser alguna especie de droga procesada. No difería mucho del azúcar, era fino polvo blanco, Secco jamás iba a notarlo. Entonces, con su habilidad de cirujano metió el cubo de azúcar en la bolsita con droga, de esta forma el terrón quedo cubierto por la tóxica sustancia.

—De acuerdo, si lo mantengo bajo el efecto de esta droga podré cumplir mis necesidades. Él no recordará nada y además  yo podré satisfacerme.—le echó una mirada a su compañero, tendido en el piso dormía como un gatito. En el fondo leo causaba cierto sentimiento de ternura.

Se sentó entonces a esperar a que el muchacho despertara, aunque bien sabía que las siestas que solía tomar llegaban a durar más de dos horas. Pero aún así no desesperó. Se quedó sentado, pacientemente. Por ratos mirando el reloj que colgaba en la pared, por ratos mirando a Secco y por ratos mucho más cortos quemando con un encendedor  los cuadernos de colorear de Doppio.

Por fin, después de dos horas con cuarenta minutos, el de ojos claros decidió despertar.

—WAAAAAAAAAAHHHH—se estiró y bostezó como un perro.

—Hola, ¿dormiste bien?

Secco asintió con la cabeza.

—Me alegro.—sonrío el otro.—¿quieres dulces?—le mostró el cubito de azúcar.

—Por el momento no, estoy algo adolorido y me gustaría estirar los músculos un poco.—dijo.

—Heh, es tu culpa por dormir en el piso pudiendo hacerlo... No lo sé, en el estante o el cesto de basura.

El chico comenzó a estirarse, primero los brazos, hacia arriba y después atrás de la espalda. Después las piernas, las estiró lo más que pudo recargándose sobre el escritorio. En un momento oyó como una de sus articulaciones tronaba.

—Demonios, me estoy haciendo viejo.

—Nunca te he preguntado tu edad, ¿cuántos tienes?

Secco comenzó a contar con los dedos, para finalmente concluir que tenía 26.

—Tengo veintiséis.—respondió con seguridad y sin verificar nuevamente su sumatoria.

—Eres tan joven. Qué daría yo por tener los tiernos veintiséis.

—Bueno... pienso suicidarme el año que viene, justo después de cumplís los veintisiete.

—NO—respondió el otro alterado, necesitaba tenerlo con él mucho tiempo, si era necesario toda la vida.

—Bueno era solo una idea, no te alteres. Aunque sí reaccionaste de ese modo quiere decir que quieres que esté contigo más tiempo.

El otro intentó no ruborizarse, un poco menos alterado respondió.

—Si fuera por mí, te mataría ahora. Pero no lo haré porque... Uhhh, eres un gran sujeto.—dijo esa última frase dudando.

Que pedo banda uwu no fui a la escuela hoy así que use esta media hora de mi tiempo para actualizar. Espero les esté agradando esta pendejada improvisada, ya por fin le cree una estructura a la historia, pero solo puedo adelantar que estará muy sádica y muy muy triste, van a llorar así que cuiden sus ojos. (Faltan como diez capítulos para que eso pase but siempre es bueno prevenir).

Sweet as sugar [Cioccolata x Secco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora