Durante toda la mañana, Cioccolata evitó el tema, el cual había salido a colación en varias ocasiones pues Secco se había sentido mal.
–Esto es en serio–comentó Secco mientras se dirigían al trabajo— Ayer tuve un sueño horrible, una alucinación, mi pene sangraba y recuerdo cosas...por ejemplo a mi tendido en el escritorio de la oficina completamente desesperado y temblando de miedo.
—Te digo la verdad, no ocurrió nada extraño. Todo fue como la última semana, normal, tranquilo.—pasó una mano por sus cabellos—Quizá fue solo un mal sueño, te he dicho millones de veces que no debes comer dulces más que los que yo te doy. Quizá eso sea el causante de tus sueños raros.—hizo énfasis en la palabra raros.
El más bajo no respondió, se quedó pensando, intentaba recordar un poco más pues a su mente solo llegaban pequeñas escenas cortas de su miembro erecto cubierto de sangre. Lamentablemente era lo único que recordaba.
—Buenos días.—dijo Cioccolata al entrar a la pequeña oficina. Dentro, se encontraba Doppio, quien al oírlo reaccionó rápidamente dando un salto de la silla para ponerse de pie, estaba alterado, respiraba de forma irregular y sus mejillas estaban completamente sonrojadas y rápidamente se acomodó los pantalones.
—B-Buenos... Aghhh... Mi... Mi cabeza—salió rápidamente de la pequeña oficina sin saludar de manera correcta debido a la terrible vergüenza que sentía.
—Ahhh, estos niños de ahora. ¿Viste lo que hacía?—preguntó Cioccolata viendo fijamente a Secco desde arriba.
—Si, manualidades.—respondió Secco quitando una pequeña basura que se había pegado a su Oasis.
—Eh si, si, manualidades. Exactamente.—lanzó su abrigo al perchero y se dirigió al escritorio para revisar si no había pendientes u órdenes de asesinato. Fue inútil, no había nada. —AAAAAAAAAAAAGHHHH NO PUEDE SER. OTRA VEZ SIN NADA.—se había enojado.
—Hey, velo por el lado bueno. Quizá nuestra siguiente tarea sea más interesante.—Secco se acercó a él y recargó su cabeza en las rodillas del ex cirujano.
La imaginación de Cioccolata comenzó a volar con dicha acción de su compañero. Tenía terribles ganas de meter su pene en esa linda boquita color durazno. Decidió calmarse un poco, no quería ponerse caliente, al menos no en ese momento.
—Cioccolata, ¿puedo preguntarte algo?
—Seguro.
—¿Tú nunca me harías daño, cierto?—lo miró clavando los ojos en lo más profundo de el alma de Cioccolata.
—No, jamás lo haría.—no sabía si mentía o no, pero algo en su pecho ardía dolorosamente pues estaba al tanto de lo que le había hecho. Él, un malvado cirujano desalmado sentía su interior vibrar con solo escuchar la voz de su compañero, sentía su cuerpo debilitarse con cada mirada de Secco, pero no lo demostraría nunca. Secretamente moría por tenerlo. No sabía si se trataba de esa cursilería estúpida llamada amor, en cambio sabía que quería sentir el calor de Secco en todo momento.
—Me alegro de saberlo... Si no fuera por lo que nos une... Habría terminado muerto, pero decidiste salvarme y no hacerme daño.—se echó en el suelo como un perro, estirando los brazos y levantando el suave y llamativo trasero.
—Tú me agradas, siento cierto cariño hacia ti y por eso yo sería incapaz de causarte algún daño.
En el fondo, Secco sabía que en realidad Cioccolata aún tenía ese profundo deseo de matarlo y presentía que su dolor de cabeza, la debilidad muscular y esos recuerdos extraños (además de ese vendaje sospechoso en la mano) eran culpa de su compañero pero no podía sacar conclusiones apresuradas.
Pasaron las horas y no había noticias. Sería otra vez un día aburrido... Pero Cioccolata no pensaba quedarse con las ganas ni dejar su tarea a medias.
Discretamente sacó del cajón un caramelo de mantequilla, de esos que tienen un sabor empalagoso pero adictivo. Con cuidado lo introdujo el caramelo en la pequeña bolsa con droga, intentando que se impregnada de ella pero no tanto. Con la gran habilidad de sus dedos, envolvió el caramelo para que pareciera que no había sido abierto. En pocos segundos quedó listo, nadie habría sospechados que ese caramelo de mantequilla había sido abierto y mucho menos que había sido sumergido en aquella droga especial para usuarios de stand.
—Hey, Secco.—lo llamó con un tono sexy en su voz.
—¿Qué?—respondió el joven y en seguida se acercó a él.
—Es hora de el postre. Debes sentirte cansado y necesitas glucosa para funcionar.—hizo bailar el caramelo de mantequilla entre sus dedos.
—Es curioso, hace un rato me habías dicho que no te gustaba que comiera dulces... Y ahora quieres darme uno.
—Oh, no, no. No lo entiendes, es... Lo dije solo para molestarte en la mañana.
—Pues no me apetece, gracias.—se dio la vuelta y caminó hacia la esquina donde solía dormir.
"Estúpido" pensó el mayor mientras guardaba de nuevo el caramelo en su bolsillo. Debía pensar en otra forma de administrarle la droga. Pasó por su mente una idea creativa pero arriesgada, la cual me agradó, pues le encantaba el peligro.
Cioccolata sacó de su bolsillo un caramelo diferente y lo introdujo en su boca asegurándose de que Secco lo observara bien. Así fue, los grandes ojos del menor se centraron en mirar a Cioccolata mientras esté disfrutaba de un delicioso caramelo de mantequilla.
—¿Estás seguro que no quieres? Es deliciosos este caramelo, el sabor es sutil, se derrite en la boca y la sensación es agradable al tragarlo.
—Yo... No lo sé.—el chico se quedó algunos minutos sentado esperando a que pasara algo,m pero como nada ocurrió decidió confiar en su compañero.
—Está bien, dame uno.—se acercó.
Entonces Cioccolata tomó el caramelo alterado y lo abrió—Es una lástima que sólo quede uno—lo metió a su boca, teniendo sumo cuidado de sostenerlo entre sus dientes, y colocó la lengua en la única zona del caramelo que estaba libre de droga.
La cara de Secco cambió a un gesto de decepción, pero justo antes de que se levantara y se fuera, Cioccolata lo acarcó a su cuerpo tomándolo de la cintura y en seguida lo besó. Secco por su parte quedó sorprendido ante ese arco tan repentino, abrió su boca un poco y el mayor aprovechó para empujar el caramelo con su lengua hasta introducirlo en la cavidad oral de Secco.
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Sweet as sugar [Cioccolata x Secco]
Fiksi PenggemarCioccolata se siente atraído por su compañero. Secco en cambio odia a Cioccolata pero nunca se lo demuestra porque está agradecido con él y a pesar de que le cae como un hígado le tiene mucho respeto y admiración. Todo cambia en el momento en que en...