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Las semanas pasaron rápido pero esto había traído considerables mejorías en la salud de Secco. En poco tiempo ha había logrado estabilizarse y se sentía mejor que nunca en su vida.

Diario Nina y Alexander le proporcionaban los mejores cuidados y atención, de forma que además de mejorar físicamente se sentía mejor de ánimos, pues a veces Nina pasaba la noche hablando con él para que no se sintiera solo.

Poco a poco Secco se sintió atraído hacia ella, nunca había tenido intereses amorosos en alguien y la única vez que los había tenido había terminado casi muerto. Tenía miedo, pero lo que sentía era algo real y al parecer la doctora también sentía un cariño especial por él.

—Oye... Oyeee... ¿No me explicarás cómo canalizar un paciente?–En el comedor del hospital, Alex empezaba a desesperarse pues su compañera no le prestaba atención alguna.

Mientras, Nina ignoraba todo a su alrededor. Según los resultados que habían tenido con Secco y su rápida evolución, él estaba listo para dejar el hospital. Se sentía feliz, pero aún así estaba muy preocupada por dentro.

—¡Auch! ¡Puto niño mierda!—salió de su sueño cuando Alex le lanzó un chícharo en la cara—¡No desperdicies la comida!

—Pues ponme atención. Te he hablado de que me da miedo contagiarme si no hago el procedimiento bien y parece que tú estás en otro planeta...—respondió.

—Pensaba en Secco.

—Cuando...

—Justo ahora y...

—¡Cuando no!

—Agh.—Puso los ojos en blanco—Mira, pronto él tendrá que irse.

–¿Y? ¿Qué vamos a hacer luego? No podemos dejarlo solo... Podríamos, de hecho. Pero no creo que quieras.

—Por supuesto que no.—respondió Nina algo preocupada, a veces temía que el otro chico estuviera yéndose por el camino del mal.—Ya pensé en algo.

—Bueno, cuéntamelo todo.—se recargó en la mesa al mostrarse interesado.

—Yo lo llevaré a vivir conmigo. Se quedará en mi departamento y...

—JAJAJAJA ¡LO SABÍA! ¡Te gusta y quieres llevarlo a casa con mamá!—soltó el doctor algo emocionado.

—No. No es eso, ni siquiera es verdad. Mi mamá no vive conmigo.—Nina enrojeció en cuestión de segundos.

—Bueno... No me parece una mala idea, puedes protegerlo desde ahí. Además vives bastante lejos...

—Y lo mejor es que tengo manera de protegerle. Sé que él puede hacerlo por su cuenta. Pero el descanso es vital para su recuperación y me temo que pueda correr más peligros. No quiero perderlo, realmente moriría si le pasara algo.

—Exagerada.

—Tu eres joto.

Alex odiaba que le dijera la palabra con j así que en lugar de empezar a discutir, decidió cambiar de tema.

—Oye y...

—¿Qué sucede?

—Nada. Solo quería saber algo... Ya sabes sobre tú y ese paciente. Sé que lo salvaste porque viste las grandes ganas que tenía de vivir y eso. Pero por la forma especial en que lo tratas y como lo miras cuando le tomas los signos vitales... He sospechado un poco. ¿No estarás faltando al juramento de papi Hipócrates? Ya sabes... No me involucraré con el paciente ya sea hombre o mujer o algo así...

—¿Qué? No es así. No quiero nada con él. Es solo que estoy muy preocupada por él.

—Ajá. Ok entonces solo es mi imaginación que lo miras con ojos de amor. Deben ser alucinaciones por mis medicinas.

—¡Ni se te ocurra dejar de tomarlas!—respondió molesta la doctora.

—Como tú digas. Iré a ver al paciente estrella, solo para ver cómo está.—Se levantó de su asiento y se puso su bata.

—Oye, coméntale lo que te dije.

—Si, si. Yo le digo...—se dio la vuelta y se dirigió donde su paciente. En el trayecto fue tejiendo algunos hilos sueltos. Era obvio que a Nina le gustaba Secco. Pero éticamente eso estaba mal. Sin embargo a Alex no le importaba el asunto ético si nadie se veía lastimado o afectado de manera negativa, así que tuvo una gran idea.

—Buenos días.—entró en el pequeño cuarto donde se encontraba Secco.

—Uhh, ¿trajiste lo que te pedí?

—Si, pero solo uno por vez. No puedo estarme robando los terrones de azúcar del comedor siempre. Recuerda, uno a la semana.—dijo lo último con un tono firme y serio mientras le entregaba un cubo de azúcar a su paciente.

Lo observo comer. A Secco de verdad le gustaba mucho comer azúcar de ese modo.

—¿Te gusta?

—Si, el azúcar es mi comida favorita.

—No el azúcar, Nina.—dijo el de ojos color miel.

—¿Qué? No, ella no me gusta.—respondió Secco.

—¿Entonces te encanta?—insistió Alex.

—¡Enfermera ayúdeme!—quiso asustar al muchacho que le temía a la enfermera que rondaba por el pasillo, pues tenía cara de bulldog.

—Lo que te voy a decir podría valer millones. Pero allá tú si no quieres un adelanto de la sorpresa. Si te gusta la doc, no soy tonto. Me he dado cuenta de cómo tu rostro se ilumina cuando la ves entrando y como cambia a una expresión de asco cuando me ves a mi.—sonrío como un niño pequeño.

—¿Y eso que? Tú le darías asco a cualquiera.

–Bueno si. Pero ese no es el punto. El punto es que ya los descubrí y quiero ayudarles a que den el paso.

—No es posible. La última vez que sentí esto por alguien terminé aquí.

—¡Ajá! ¡Entonces si!

—Ahhh—suspiró Secco perdiendo la paciencia—Si, si me gusta. La quiero. Solo eso.

–No se diga más. Mira, pronto saldrás de aquí y Nina quiere llevarte a su casa. Vivirás con ella por un tiempo.

Secco se sonrojó mucho, no sabía qué decir pero esa noticia de verdad lo había hecho muy feliz.

—¿De verdad?

—Si. Pero bueno... Yo había pensado que podían celebrar tu recuperación teniendo una cita.—se sonrojó también, a él le hubiera gustado salir con alguien.

–Estás loco.—le dijo Secco, aunque en el fondo estaba de acuerdo con la idea.

—Lo sé, sé que estoy loco pero eso no me molesta. En fin ¿jalas o le temes al éxito?

Secco se lo pensó por algunos segundos. No estaba seguro pero creía que era una buena idea arriesgarse así que aceptó.
Notó que Alex se veía feliz en cuanto acepto su ayuda, entonces se dio cuenta de que era la primera vez que lo veía sonreír de verdad.

Quieran o no va a haber romance aquí. No les estoy preguntando, les estoy advirtiendo. Aunque después esto se va a poner bien creisi jaja...

Sweet as sugar [Cioccolata x Secco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora