—Detente, Cioccolata. Esto es propasarse...—El de ojos azules estaba poniéndose muy nervioso, no quería ser tocado por Cioccolata pero por otra parte su cuerpo no podía dejar de reaccionar a esas sucias caricias que envolvían su masculinidad.
—Solo déjate llevar, no te pasará nada. Eres una puta, va a gustarte esto.—el ex cirujano bajó hasta quedar a la altura de las caderas del joven de dientes amarillentos y con deseo comenzó a dejar un camino de besos por el abdomen de este, la piel de Secco se erizó. Estaba muy sensible y cada beso lo ponía más ansioso.
—Ahhhh...—sus gemidos masculinos eran terriblemente deliciosos, el sonido de su hermosa voz se hacía cada vez más fuerte y constante.—AAAHHHH...
—Vaya, quien diría que con tan solo besarte así, te pondrías a gemir de ese modo.—puso su boca en el elástico de la ropa interior de Secco y la bajó con gran habilidad.
—Y dices que yo soy la puta, tú me quitas la ropa con los dientes, Cioc...—un fuerte golpe aterrizó en su cara dejándole roja la mejilla izquierda.
—No vuelvas a decir eso, maldita zorra.
Los ojos de Secco se llenaron de lágrimas, sin embargo él no iba a hacer lo que el mayor le dijera.
—PUTA.—dijo una vez más.
—No me provoques, no sabes a lo que te enfrentas.—jaló los delgados cabellos claros del chico, obligándolo a reclinar su cabeza hacia atrás. En seguida plantó un beso lleno de deseo, al principio suave y con el paso de los segundos ese beso se tornó un tanto intenso, el contacto de los resecos labios del menor volvía loco al ex cirujano. Pronto la lengua húmeda y caliente del menor inició una lucha con la opuesta, en la que el intercambio de saliva y pequeños jadeos se hicieron presentes.
—Ahhh, Cioccolata...—el menor comenzó a gemir el nombre de su amante mientras este se olvidaba de su boca para centrarse en las orejas de el menor.
—¿Te gusta que te haga esto? Esta es una zona erógena muy importante.—mordió con suavidad la oreja de Secco causándole gran placer.
—Ahhh...n...no me...toques...
El mayor se separó un poco, le gustaba lo que veía. Un joven de hermosa piel nívea, cabellos de un tono castaño claro y ojos muy azules completamente desnudo y sonrojado, listo para ser tomado por él.
—¿Qué mierda es esto? ¿Por qué?
—Es fácil, si te dijera en tus cinco sentidos que quiero meter mi verga en tu enorme culo tú te negarías rotundamente, si. Embargo con un poco de ayuda puedo tenerte y hacerte lo que yo quiera.—respondió el hombre más alto.
—Pierdes el respeto que te tenía.
—¿Y? De todas maneras lo olvidaras cuando todo esto pase.—se sacó la ropa ante la mirada de Secco y se acercó a él de nuevo—Mírame a la cara.
Secco miró sus ojos profundos y de largas pestañas, miró esa hermosa cara pálida y esos rasgos que resaltaban muy bien con ese extraño maquillaje en su rostro. El joven se quedó perdido en ese rostro tan perfecto, en verdad Cioccolata era un hombre bastante atractivo. En el rostro del ex cirujano se formó una amplia sonrisa.
—Secco, mi lindo Secco...—acaricio con suavidad el rostro de este, y sin más le propinó un fuerte golpe.
Los pequeños vasos de la submucosa se rompieron, causándole un notorio hematoma. Secco solo le dio una mirada de odio.
—Puta, no te he hecho nada para que me golpees así. ¿Acaso crees que puedes hacer lo que quieras conmigo como si fuera una muñeca de trapo?—se quejó, tocando con cuidado la zona dolorosa con la punta de sus dedos temblorosos.
—Puedo hacer lo que quiera pues soy tu superior.—dijo.
Secco se sintió ofendido.
—Estamos al mismo puto nivel, Cioccolata. No mames, somos un equipo, ninguno de los dos tiene un mayor rango.—afirmó.
—Querido Secco, en la naturaleza los animales establecen relaciones, relaciones de poder, de control sobre otros de su especie. De control. —el mayor abrió las piernas de Secco y se colocó en medio de estas, las levantó con cuidado y dejó pequeños besos en ellas, causándole cosquillas.
—¿Qué mierda estás haciendo?
—Es lo mismo que te haré, yo voy a dominarte, te guste o no.—frotó con cuidado la húmeda punta de su pene en el orificio anal de Secco.
—Aleja esa chingadera de mi.—sintió ganas de vomitar... Pensar en tener sexo con ese hombre le revolvía el estómago.
—Calla. Te gustará, eres una zorra después de todo.
Secco jamás había tenido interés romántico o sexual con nadie. Fuera hombre o fuera mujer, no le interesaba tener vínculos afectivos tan Fuertes como los que generan las relaciones sexuales o el hecho del enamoramiento. Pero en ese momento era distinto... Cioccolata ya lo había dominado mentalmente, desde el momento en que esos ojos verdes llenos de locura se clavaron en los suyos, desde la primera vez que su boca se encontró probando posesivamente la suya.
Sin decir nada más y sin darle una dilatación anal adecuada, el mayor introdujo su miembro en esa estrecha cavidad anal, abriéndose paso dolorosamente entre las húmedas paredes de su "puta".
—AGHHH...—una extraña combinación entre un gemido y un quejido de dolor salió de Secco al instante, ese sonido era música para los oídos de Cioccolata.
—¿Te gusta esto, perra?—le dio una nalgada, dejando marcada su mano en ese enorme trasero, acarició un poco y enterró sus uñas rasguñándolo hasta sacarle sangre.
—AAAAAHHH... MALDITO....AHGGG—
—Ya dejé que te acostumbrarás demasiado, no puedo esperar a llenarte todo se mi semen caliente. Quiero correrme tan dentro y preñarte como la zorra que eres.—sacó nuevamente su masculinidad y la introdujo una vez más, pero con mayor fuerza llenado más profundo.
—Nnghhh.—Secco intentó ahogar sus gemidos, pero el mayor le indicó que no lo hiciera, quería oírlo gemir, quería oírlo disfrutar de esa salvaje violación, única prueba de su enfermizo amor.
Espero les haya gustado este capítulo, en el que viene habrá mucha sangre xdxdxd
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Sweet as sugar [Cioccolata x Secco]
Fiksi PenggemarCioccolata se siente atraído por su compañero. Secco en cambio odia a Cioccolata pero nunca se lo demuestra porque está agradecido con él y a pesar de que le cae como un hígado le tiene mucho respeto y admiración. Todo cambia en el momento en que en...