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Seco no supo qué decir. Toda su vida había creído que él era una basura y que no vale la pena como humano. Pero al oír eso, se sintió especial nuevamente, se sintió como la primera vez que esa situación ocurría, sintió lo mismo que antes, cuando Cioccolata decidió salvarle la vida.

—Enton...ces...

—Oh, no. No te esfuerces. Descansa, lo necesitas.

—G...grecias... Gra-cias, perdón.—dijo Secco.

—No lo agradezcas. Fuiste tú quien te aferraste a vivir... Prácticamente fue un milagro el salvarte y...¡Cielos que imbécil soy! Siempre olvido la relación médico paciente, si mi superior se entera me matará—rió nerviosamente.

—No te... Preocupes.

—Pero es importante, ya sabes. Yo seré tu médico y debo saber todo sobre ti y además tú debes saber mi nombre. Me llamo Nina Morelli y soy residente en este pequeño hospital.

—Un gusto, Nina. Yo soy Secco.

—Secco...Secco, ¿te parece si empezamos a redactar tu historia clínica?

—De acuerdo.

Nina comenzó a hacerle preguntas básicas sobre sus antecedentes en cuanto a salud y escribió todo lo que Secco refería en un formato especial desde su computadora. Al llegar al apartado de antecedentes personales no patológicos, le llamó la atención el estilo de vida y alimentación del joven, pues se había sorprendido un poco de la gran cantidad de azúcar que este consumía diariamente.

—Muchas gracias por tu cooperación. Verás que pronto nos mejoraremos.—dijo.

—Tengo u-una pregunta... ¿Qué edad tienes? Eres bastant-e... joven.

La doctora se sonrojó como un tomate, pero decidió responder.

–Te... Tengo veintiséis. Es gracioso porque estoy a cargo de un muchacho de veintidós, pero aun así lo siento como si fuera mi hijo jajaja.

–Vaya que eres joven...y muy linda.—Secco tenía una atracción especial por los médicos.

Nina no dijo nada, solo sonrió un poco y se retiró dejando así descansar a Secco.

Las horas pasaron y Secco había podido descansar, su cuerpo dolía y se sentía débil, pero al menos se encontraba con vida, aunque estaba preocupado por Cioccolata.

—Buenas tardes señor paciente. Vengo a tomar sus signos vitales, soy Alexander Robles y seré su médico el día de hoy. Por favor descubra su pecho y...

Secco intentó destapar su pecho, pero estaba débil. El joven estudiante se sintió estúpido al pedirle a un paciente grave que se descubriera por su cuenta.—Oh, de verdad lo siento mucho, por favor no me reporte...

—No le diré nada a Nina, descuida.

—Vaya, parece que la doctora ya se presentó contigo.—dijo Alex mientras observaba discretamente la respiración de Secco sin que éste se diera cuenta.

—Así es, es una persona agradable.

—JAJAJAJA, esa vieja es un hígado cuando se enoja.

—¡Doctor Alexander! ¿Quién mierda es una glándula mayor cuando se enoja?—preguntó molesta Nina, quien acababa de llegar.

El muchacho palideció, no sabía qué decir.

—Oh, este... Mi...mi mamá.

—Más te vale... Estaré vigilando ese vocabulario ¿oíste?

—Si.—respondió poniéndose aún más asustado y salió de la habitación.

—Alex, no te vayas. Creo que necesitamos obtener más datos del paciente.—lo llamó de nuevo Nina.

—Pero ya tenemos su historia clínica y sus signos vitales de este momento. No entiendo que otra cosa necesita.

–No me estás entendiendo, quizá él es... Ya sabes uno de nosotros.

—¿Segura?—el chico de ojos color miel lo miró detenidamente a Secco. Este solo le devolvió una intensa mirada.

—¿Acaso no viste? Cuando lo subimos a la camilla. Su traje desapareció de repente.

Al oír eso Secco abrió los ojos muy grandes ¿Ellos habían visto a Oasis?

—La verdad no me fijé, solo voltee a verlo cuando el brillo azul cubría su cuerpo. Me parece que hizo desaparecer su...

—¡BAJA LA VOZ!... Otros podrían escuchar.—comentó ma mujer. Alex guardó silencio y sintió su cara calentarse.—Secco, necesitamos que nos confirmes algo. Quizá no es relevante médicamente hablando. Pero de ser verdad, podría ayudarnos a ayudarte.

—¿De qué se trata, Nina?—preguntó Secco. Aunque era obvio de lo que hablaban.

—¿También eres usuario de Stand?—le cuestionó Alex.

Secco se quedó callado por unos minutos, no sabía si responder o no. Aunque no iba a hacerlo a menos que los doctores le diera una buena razón para confesarlo.

–Mira, sé que esto debe ser secreto y quizá sea difícil para ti contárselo a un médico balasto depresivo y joto y a una bella dama como yo.

—¡Oye no seas grosera!—se quejó el otro médico al oír cómo Nina lo describía.

—Pero, necesitamos saberlo. Queremos ayudarte a escapar de tu agresor.—continuó explicando la de cabellos cortos.

–Lo... Lo vieron... Lo vieron c-con sus propi-os ojos... No es necesario que diga nada...nada más.

Los médicos se miraron, era lo que querían escuchar.

—Escucha, Secco. Quizá... Nosotros poseemos habilidades que te ayudarán. Estamos dispuestos a salvarte en todos los sentidos. Por favor confía en nosotros. Te mostraremos nuestros stands cuando sea el momento...

—¿Se los vamos a mostrar?—Alex se sintió asustado.

—Si. Ya sé que tu stand es taaaan hermoso y fantástico e impresionante que nadie merece verlo. Pero creo que vale la pena hacerlo si queremos que Secco confíe en nosotros y sepa que estamos de su lado.

—N...no es eso. Es solo que dudo que mi stand sirva.

—¡Maldita sea, animal! ¡Entiende que cualquier ayuda es útil! —la castaña comenzaba a perder la paciencia. Quería castigar a su compañero, pero no podía abusar de su posición.

—Si... Van a ayudarme... Yo les... Mostraré mi stand...

—¿De verdad? No es necesario, pero si quieres...—dijo Nina.

—Solo... Que ahora no m-me siento bien... Sé que mi estado es delicado... Así que... L-les pido que... En lo que logró re-cuperarme... Me protejan...

—A tus órdenes.—respondió el interno bastante emocionado.

—Como digas.—Nina también estuvo de acuerdo.

—Quien me hizo esto... Es fuerte... Y adora el sufrimiento...

—No te preocupes Secco. Nosotros estaremos preparados. Cuidaremos de ti y en cuanto te recuperes te ayudaremos a huir.

Secco con las picas fuerzas que tenía sonrío.

Actualización doble porque #insomnio :(

Sweet as sugar [Cioccolata x Secco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora