14

1K 100 45
                                    

–Te amo, Secco.—dijo Cioccolata tomándolo entre sus brazos.

El menor sintió que no tenía que temer nada, así que retiró su stand, el cual abandonó su cuerpo desapareciendo tras un brillo azul claro, dejando al joven desnudo otra vez.

—¿De verdad me amas?—preguntó todavía sin creerlo. No importaba cuantas veces se lo dijera, no podía creer que algo así pudiera ser verdad.

—Si, más que a nada en este mundo.—Cioccolata lo llevó hasta su cama, donde lo dejó. Secco se estiró entre las sábanas blancas que cubrían la cama. Esto le pareció muy erótico al otro, quería saborear esa dulce piel pálida, moría por llenar de besos cada parte de ese hermoso cuerpo masculino. Sus ojos prestaron especial atención a la entrepierna de Secco.

—¿Ocurre algo?—Secco se sintió algo incómodo con la mirada del otro recorriendo su cuerpo con deseo.

—No es nada, es solo que... Te ves terriblemente bien. Es como si tu cuerpo me ordenara que lo tome. Quiero hundirme en ti y llenarte todo de mi esencia.—dijo intentando sonar de lo más normal.

—¿Qué esperas entonces?—Secco ni siquiera estaba pensando en lo que decía, no sabía si en realidad deseaba eso, solo se había dejado llevar por la emoción del momento.

—¿Estás seguro que quieres esto? ¿Lo deseas tanto como yo lo deseo?—preguntó mientras bajaba el cierre de su pantalón.

—¿Me amas? Es verdad tú me amas... La gente que se ama hace este tipo de cosas.—respondió Secco, moviéndose un poco en la cama.

—Es vedad, Secco. Yo te amo, en serio.—Cioccolata lo amaba, eso era verdad, pero el modo en que le demostraba o más bien el modo en el que planeaba hacerlo no era el más romántico en lo más mínimo. Al contrario, era de lo más enfermo y retorcido que cualquier persona hubiera podido imaginar.

Soñaba con darle un trato especial, Secco no era otra de sus víctimas, era el amor de su vida según el. Y por tanto merecía ser tratado de un modo especial.

—Secco... Déjame hacerte...—no pudo siquiera terminar su frase cuando el menor ya había puesto su mano sobre su pene, haciendo que Cioccolata soltara un ronco gemido, estaba muy duro, estaba listo para lo que se avecinaba.

—No preguntes, solo tómame, soy tuyo ¿no? Porque... Tú me amas, así debe de ser.–dijo el menor.

—S-sí, así es. Definitivamente. Tienes toda la razón, Secco.

Cioccolata colocó sus manos en la cabeza de Secco y acaricio con ternura esas hebras rubias, entonces dirigió la cabeza del menor hasta su duro paquete erecto. Ahí, Secco no necesitó ningún tipo de instrucción, sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Así que tomó ese duro pene con su mano derecha y besó la punta, en seguida lo metió todo a su boca, básicamente lo engulló completo.

—Siii.—Cioccolata sonrió al sentir tal placer. La lengua de su joven amante jugaba con su masculinidad de una forma muy sucia. Algo que apreció mucho, ya que ni los muertos ni los órganos podían dar una mamada con tanta maestría como lo hacía la boquita de Secco.

Por su parte el de ojos azules se mantuvo succionando y chupando, de vez en cuando mordiendo, le gustaba hacerlo aunque le producía algo de cansancio, el azúcar que consumía no era suficiente para mantenerlo con energías, de manera que empezó a cansarse, hasta que en un momento definitivamente dejó de chupar.

Sin embargo Cioccolata ya no podía controlarse, la estimulación que le había dado su amante con anterioridad lo habían prendido, a tal punto de que su pene se había vuelto más grande y más duro.

—Continúa con lo que empezaste, no puedes quedarte a medias porque no puedo detenerme.–dijo.

—Ahhh, estoy cansado.

En realidad a Cioccolata no le importo en lo más mínimo, volvió a meter su pene en la boca de Secco, pero como este no hizo nada más que quedarse con esa enorme erección en su boca, él mismo comenzó a moverse para causarse placer a sí mismo en lo que Secco se recuperaba tomando un pequeño descanso.

—Abre más la boca, así puedo entrar más profundo.—el mayor enterró todo su miembro en la boca de Secco, este apenas podía mantenerla abierta, le costaba poder respirar, incluso en el momento en que Cioccolata entró por completo en su cavidad oral, sintió que su respiración se cortaba.

—Ahhjk.—sus gemidos eran silenciados por ese gran pene de sabor ligeramente salado, le encantaba que Cioccolata profanara su boca de ese modo.

—Esto es muy rico, pero ¿sabes que me gustaría más?

–¿Qué cosa?—preguntó Secco sacando esa erección caliente de su boca.

—Metértelo, rozar mi paquete entre esas deliciosas nalgas que tienes. Penetrarte tan duro hasta hacerte gritar mi nombre y después llenarte por completo de mi... ¿Quieres intentarlo?—el cirujano se estaba portando muy amable con Secco, tanto que el joven no lo podía creer.

—Si, quiero hacerlo...—no estaba totalmente seguro, pero esas palabras fueron las únicas capaces de salir de su boca, sentenciándolo así a una fuerte sesión de sexo anal.

—Entonces debería comenzar ahora.—Cioccolata pensó que si quería que Secco le diera todo de él, debía portarse como la gente estúpida que salía en las novelas o como los adolescentes idiotas que tienen romances fugaces llenos de melosidad. Después de todo, Secco aún tenía algo de cordura en el interior de su cabeza, cosa que el de ojos verdes había perdido por completo.

—Bueno, hazlo...—estaba nervioso, tanto que comenzó a temblar. Secco no tenía idea si era de frío o por qué lo hacía, simplemente su cuerpo se movía de esa manera, pero dejo de sentirlo cuando Cioccolata se recostó sobre él para dejar besos y lamidas sobre todo su cuerpo.

De este modo, el mayor se sintió estúpido. Nunca en su vida se había imaginado tomando una actitud de verdadero romance, como las que tomaban los galanes de las películas y todas esas mierdas que salían en la televisión. Sin embargo quería ser suave con Secco, quería tratarlo bien por el momento.

Me estoy cagando de sueño, perdonen los errores ortográficos, solo dormí tres horas xd

Sweet as sugar [Cioccolata x Secco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora