Cinco nudos cuadrados y estará como nuevo. Cuatro nudos cuadrados y estará como nuevo...—Pensaba Cioccolata mientras realizaba la sutura. Debía hacer un trabajo excelente, que no se notara en lo absoluto que ese hermoso cuerpo había sido rebanado, torturado y profanado. Debía aparentar una cirugía de rutina, lo cual no sería difícil dada la habilidad del médico que por años había perfeccionado. Ya en otro momento se preocuparía por darle explicaciones a Secco.
—Dos nudos más y habré concluido. Quién diría que cerrarlo iba a ser más rápido que abrirlo.–dijo para sí mismo y volvió a su labor. Cuando clavó nuevamente la aguja de sutura en el cuerpo de Secco, un quejido de dolor lo hizo paralizarse de miedo. No, de miedo no, más bien de sorpresa, aunque si temía que aquel hombre tendido en el escritorio despertara.
—Secco...–dijo en voz baja y tragó saliva con dificultad.
El menor había despertado de aquel sueño inducido, que más bien fue como una pesadilla ya que en algún punto de su viaje había escuchado las cochinadas que el peliverde estaba haciéndole.
—Oh, qué bien que despertaste, Secco... Ya casi termino.—dijo el otro con más calma, ya había encontrado una explicación perfecta que seguro Secco creería.
—Me duele... Todo me duele.—Intentó levantarse pero el dolor le impidió hacerlo. En cuanto se percató de que se encontraba sobre el escritorio completamente desnudo y con marcas de cuerdas en sus extremidades se puso alerta de nuevo como si esos indicios lo hubieran llenado con una sobrecarga de energía a pesar del intenso dolor de abdomen.—Cioccolata explícame qué mierda está sucediendo...—No pudo terminar de cuestionarle, pues una sensación fría recorría su subclavia. Giró la cabeza lentamente como pudo hasta notar que un bisturí se hundía en el orificio que remarcaba su clavícula.
—No sobrevivirás a esto, amor mío. Si tan solo hubieras mantenido esa puta boquita cerrada y te hubieras quedado ahí tendido no tendría que hacer lo que estoy haciendo.—dijo Cioccolata mientras movía lentamente la navaja removible.
A Secco le importo poco. Él quería vivir, pero tenía pocas fuerzas para enfrentarle directamente, así que no le quedó de otra más que tomar una decisión bastante apresurada. Era el todo o nada, de todas formas se sentía perdido pero sabía que valía la pena intentar una cosa más.
—Entonces... Mi buen chico, ¿quieres decir algo antes de morir?—le dijo al oído, en seguida lamió su oreja.
—Oa-sis...—llamó a su stand con la poca fuerza vital que aún se aferraba a su cuerpo.
Fue entonces que ese pulso de vida se introdujo a su cuerpo de la nada. Secco sabía que en situaciones de extremo peligro o cuando el cuerpo liberaba mucha adrenalina, las capacidades corporales parecían incrementarse, tanto como si se tratara de superpoderes. Cosa que ocurrió con él, pues si su cuerpo no se activaba de esa manera muy seguramente hubiera muerto ahí. A pesar del dolor y de que la sangre teñía con un brillante color rojo a su stand-armadura logró escapar hundiéndose en el suelo lodoso que había creado. Sabía que Cioccolata activaría a Green Day en cualquier momento así que tuvo que pensar algo rápido para detenerle.
El de ojos azules respiro profundo y con esfuerzo (tal que las suturas de su abdomen se abrieron por completo) empujó el pesado estante de metal que cayó sobre el cirujano aplastándole. Cioccolata no había tenido tiempo de moverse pues no había visto a Secco salir del suelo en ningún momento. En un movimiento rápido y a pesar de casi estarse desmayando por el dolor, Secco logró atrapar su cámara. Sabía que la necesitaría si lograba sobrevivir.
Entonces volvió a sumergirse en el suelo para escapar, le dolía muchísimo todo el cuerpo, por eso no tuvo el valor de enfrentar a Cioccolata, estaba en una gran desventaja a pesar de ser más fuerte que el en cuanto a combate.
Nadó bajo el suelo dirigiéndose a algún lugar donde morir tranquilo. Sus esperanzas estaban yéndose directamente a la basura, además de que había perdido demasiada sangre. Realmente estaba muriendo. Sin embargo un poco de iluminación llego a su cabeza al recordar que cerca de las oficinas secretas de Passione se encontraba un discreto hospital. En realidad era una clínica tan culera que no merecía llamarse hospital, pensó que si llegaba antes de desangrarse lograría sobrevivir.
Las posibilidades se encontraban en 1/100 pues al llegar a la esquina donde se encontraba la dichosa clínica, ya se le habían desatado todas las suturas de el pecho, el abdomen y la pelvis y había sangrado bastante ya. Sacó su cabeza y luego el resto de su cuerpo con gran dificultad. Apenas pudo sostenerse, se encontraba débil y cansado además de que su respiración era muy difícil de controlar. Sentía que se asfixiaba. Tocó su pecho y sin miedo alguno metió su dedo en la incisión, topándose así con su costilla y un preservativo lleno de semen.
—Puta mierda desgra...—no pudo terminar, le hacía muchísima falta el oxígeno.
Decidió tenderse en el piso a morir con la poca dignidad que le quedaba. No había nadie cerca, nadie quien pudiera ayudarle, estaba solo. Sabía que no era más que una basura y que moriría como debió hacerlo unos años atrás: Solo y desangrándose en un hospital.
Sin embargo el destino se apiadaría de él cuando por casualidad una mujer de mediana estatura, cabello castaño y corto y enormes ojos cafés corrió hacia la entrada del hospital. Era tanta la prisa de la chica que sin darse cuenta se propenso con aquel saco de basura, cayendo al suelo y ensuciando su blusa rosada y su pulcra bata blanca de lo que parecía ser sangre.
—¡Maldita sea! Le he dicho a los internos millones de veces que los tejidos biológicos se ponen en bolsas amarillas y se desechan en el contenedor. Ahora desperdiciare mi hora de almuerzo en poner esta basura en su lugar.—La chica se levantó y sacudió su bata, notó que sus rodillas se habían herido por la caída.—Caray, tendré que curarme esto. En fin no creo que las enfermeras se molesten si les robo un poco de alcohol y unas caritas.—pensó en voz alta y miro al suelo. Se encontró entonces con la mirada suplicante de el joven que por error había confundido con basura.
—A...Ayu...me—dijo Secco con su último aliento.
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Sweet as sugar [Cioccolata x Secco]
ФанфикCioccolata se siente atraído por su compañero. Secco en cambio odia a Cioccolata pero nunca se lo demuestra porque está agradecido con él y a pesar de que le cae como un hígado le tiene mucho respeto y admiración. Todo cambia en el momento en que en...