"Nunca me consideré especial, hasta que llegaste tú."
Advertencias:
Personajes con diferencia de edad, si no es lo tuyo, no pierdas el tiempo.
Todos los personajes representados a lo largo de la historia son adultos, mayores de edad.
Contenido explí...
Me giré al escuchar la voz de mi compañero de universidad. Harry Osborn se acercaba a mí corriendo y llevando en brazos sus apuntes y demás. —Hola Harry.— Saludé guardando mi móvil y dedicándole una sonrisa amistosa.
—¿Qué haces esta tarde? ¿Te apetece salir a dar una vuelta?
Era viernes, se suponía que pasaría el día con Tony pero no quería rechazarlo pues había sido muy atento conmigo desde el primer día y me caía bien. De todas formas no tenía la obligación de ir al complejo si no me apetecía, después de todo yo solo era el juguete sexual de un multimillonario. —Podemos salir si quieres.
—Genial, ¿te recojo en tu casa a las seis?— Sonreí al verle tan emocionado por salir conmigo. Nadie se había interesado por mí de esa forma desde mi ruptura con Gwen y eso solo me hacía recordar cosas que quería olvidar.
—Sip, está bien.
—Estupendo, nos vemos entonces.- Saludó corriendo hacia lo que supuse que sería su próxima clase.
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—¿Cómo fue tu día Parker?— Ya era costumbre que nada más verme preguntara aquello. Se sentía bien saber que alguien se preocupa por mí, aunque todo fuese una mentira.
—Bien, ¿el tuyo?— No tenía ganas de hablar de mí y menos con él así que solo me quedaba la opción de cambiar de tema.
—Estresante, tuve un par de reuniones que no pude aplazar por la mañana y más tarde tengo que hablar por teléfono con el presidente.
—Suena estresante.— Comenté desanimado. Tiré mi mochila en el asiento trasero y me abroché el cinturón.
No hablamos de camino al complejo, y nada más llegar, saludamos a los miembros del equipo que estaban todos reunidos en el salón, pasando el rato, y nos encerramos en la oficina de Tony. Me senté en el sofá mientras él iba a arreglar todo para su importante llamada con el presidente. —Voy a salir hoy.— Informé sin darle más importancia.
Él me miró curioso. —Está bien. ¿Quieres que te lleve?
—No. Estoy bien, no te preocupes.— De todas formas tienes cosas más importantes que hacer. Suspiré recostándome en el sofá y cerré los ojos agotado. La universidad me tenía bajo constante estrés y apenas llevaba un mes estudiando. Además, aunque no se lo había dicho a Tony, me habían despedido la semana pasada por faltar demasiado. Mi ex jefe era realmente estricto y un idiota.
Noté que Tony se acercaba a mi posición y se dejaba caer a mi lado, posando un brazo detrás de mi cabeza. No quería seguir ahí, sintiéndome estúpido. Cada fin de semana era increíble, era como un sueño hecho realidad, pero una vez volvía al piso de mi mejor amigo y al estrés de la universidad, la realidad me golpeaba en la cara como un cubo de agua fría. Una realidad en la que yo era el idiota que se había enamorado de Anthony Edward Stark y él era el magnate que me usaba como su juguete sexual durante los fines de semana. No me había importado en un principio pues tenía claro que nada, que no fuera estrictamente físico, ocurriría entre nosotros pero por la forma en la que solía tratarme, empecé a ilusionarme con la idea de que tal vez, solo tal vez, hubiese una posibilidad.
