6. Jealousy

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Nueva York

Tony's PoV

—Claro señor Presidente, el placer es todo suyo.— Comenté colgando y recostándome en mi silla. Aquella conversación había sido demasiado larga y demasiado aburrida y mi mente no había hecho más que pensar en lo ocurrido con Peter. No entendía porqué Pepper insistía en que hiciese esas cosas. Si el fin del mundo volvía a acechar la tierra, una llamada al presidente no cambiaría nada. Revisé mi teléfono por si había alguna llamada o algún mensaje suyo pero para mi mala suerte, solo tenía mensajes de la señorita Potts y de Rhodey recordándome las miles de cosas que debía hacer. Sabía que debía respetar el espacio que Peter necesitaba pero la simple posibilidad de que estuviese llorando solo, era insoportable. Nunca lo había visto llorar antes, no de esa forma al menos, solo de recordarlo, quería hacer todo lo posible por verle sonreír. Marqué su número y esperé a que respondiese.

¡Hola! Has llamado al número de Peter Parker, estoy ocupado en este momento, por favor deja tu mensaje.

Colgué molesto y algo preocupado. —F.R.I.D.A.Y rastrea a Karen, por favor.

—En seguida señor.

Pronto la ubicación exacta de Peter apareció en la pantalla de mi ordenador. Central Park. Me levanté yendo a buscar mis llaves y salí rápidamente del complejo, evitando a Pepper y a Rhodey, y subiendo a uno de mis coches favoritos. Conduje hasta mi destino y tras aparcar, paré en una floristería. Fuera cual fuera el problema, me aseguraría de solucionarlo. Compré un ramo de rosas rojas y me encaminé hacia el punto que me indicaba mi reloj de nanotecnología. Estaba oscureciendo y era peligroso que Peter estuviese solo en un lugar tan abierto, sabía que en condiciones normales podría defenderse pero me preocupaba que su actual estado de ánimo se lo impidiese. Oí risas a medida que me acercaba al punto indicado en el radar. Fruncí el ceño quedándome detrás de un árbol para observar la escena.

—Deberíamos salir más a menudo, Pete. Eres increíble.— Dijo un sujeto que no pude identificar mientras acariciaba la mano de mi Peter. No lo había visto antes pero supuse que sería uno de sus compañeros de universidad. Tal vez un ligue conseguido gracias a su magnífico trabajo de camarero en el bar. No podía soportar la idea de verlo con alguien que no fuese yo. Era consciente de lo tóxico de la situación pero me daba igual.

—No es verdad pero... Podemos salir de nuevo si quieres. Es divertido.— Respondió él sonrojándose levemente.

Mi pecho se oprimió ante aquello. Dolía. No debía estar ahí. Debía volver al complejo y olvidarlo todo. ¿Cómo había sido tan idiota? Pensar que Peter podría estar con alguien como yo. Que podría importarle. Necesitaba a alguien de su edad, o por lo menos a alguien que no le llevara décadas. Estaba mal. No debí ilusionarme. Giré sobre mí mismo y caminé de vuelta al coche, dejándome caer en el asiento y tratando de respirar con normalidad.

—Señor, al parecer está teniendo un ataque de ansiedad.

—¿Tú crees?— Jadeé cerrando los ojos y tratando de pensar en algo que me mantuviese con los pies sobre la tierra. Peter.

—Respire, solo respire.

Inhalé y exhalé aire una y otra vez hasta que por fin logré calmarme. Necesitaba beber un trago, uno fuerte, y trabajar en algo que me mantuviese ocupado. Hice girar las llaves y conduje de vuelta al complejo.

Me serví un vaso de whisky, tiré el ramo de flores a la basura y bajé al taller pensando en unas mejoras que podría aplicarle a mi traje, mejoras que con algo de suerte, me mantendrían ocupado durante toda la noche. Eran pasadas las once cuando las puertas se abrieron y un sonriente Peter apareció tras ellas. Me sentía traicionado, usado, dolido y francamente, no tenía ganas de hablar con él. —F.R.I.D.A.Y nena, ¿puedes poner algo de música?

My Sex Instructor | StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora