14. Needy

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Nueva York

Tony's PoV

—Te necesito, bebé. El día de hoy me ha agotado por completo.— Dije mirando la pantalla de mi móvil, en la que un levemente sonrojado Peter me miraba con ojitos curiosos.

—Sí, Daddy. ¿Cómo me quieres?

Sentí como mi pantalón comenzaba a apretar mientras mi respiración se aceleraba. Debía llegar al complejo lo antes posible. —Quiero que te desnudes y me esperes en la cama, cariño. No tardo nada.— Dije pisando el acelerador y fijando mi atención en la carretera. Por muy tentador que fuese quedarme viendo la pantalla, no quería acabar teniendo un accidente.

Puedo asegurar con vehemencia que nunca antes había llegado tan rápido a un destino como lo hice aquel día. Aparqué, ordené a F.R.I.D.A.Y que cerrase todo y me encaminé al dormitorio prácticamente corriendo. Vi a Bucky y Sam por el camino, saliendo de la cocina con un bol de palomitas. Era día de película en grupo, lástima que Peter y yo tuviésemos cosas más importantes que hacer y nos viésemos obligados a faltar, de nuevo. Abrí la puerta con falsa tranquilidad, pues debía conservar mi reputación de playboy, por muy desesperado y ansioso que Peter lograse ponerme. Debía mantener la calma. Eché un vistazo a la cama, a medida que me desabrochaba los botones de la camisa y la retiraba, tirándola a algún rincón. Avancé lentamente y observé a mi discípulo, que se encontraba listo para otra de nuestras importantes lecciones. Me desabroché el cinturón tranquilamente, sin dejar de mirarle a los ojos y sonreí al ver que estaba igual, o más desesperado que yo. —¿Vas a ser un buen chico, Peter?

—Sí, Daddy. Siempre.— Dijo él sin dudar, mirándome fijamente.

—Eso quería escuchar.— Susurré cerca de su oído, bajando hasta su cuello y mordiendo levemente su piel. Me había propuesto dejarle marcas, dejar claro que aquel chico de ojos chocolate me pertenecía, hacerle saber al mundo entero lo feliz que me hacía. Lástima que debido a su metabolismo avanzado las marcas apenas durasen.

—Tony, te necesito...— Gimoteó abriendo los ojos para mirarme.

Sonreí posando una mano en su mejilla y acariciándola con suavidad. —¿Cómo se pide?

—Por favor...

—Está bien, lo que quieras.— Concedí con una sonrisa, besando su clavícula, pecho y abdomen. Me detuve para mirarle por unos segundos, apreciando lo hermoso que se veía. No podía creer que ese chico realmente me perteneciese. Acerqué un dedo a su entrada, sorprendiéndome por la facilidad con la que me aceptaba.

—Tony. Eso no, por favor.

—¿Acaso lo hiciste mientras esperabas por mí, bebé? ¿Te preparaste para Daddy?— Vi como asentía mirándome hipnotizado. —Palabras, cariño. Quiero palabras.

—Sí, Daddy. Por favor.

—Muy bien, ¿por qué no lo dijiste antes?— Sonreí atrapando su labio inferior entre mis dientes y separando sus piernas para colocarme entre ellas. —Voy a hacerte ver las estrellas, Parker.— Susurré inclinándome sobre su oído y adentrándome de una estocada en su estrecho interior. Noté como sus uñas se clavaban en mi piel, dejando marcas que estaba seguro de que tardarían en desvanecerse. No esperé a que se acostumbrara, sabía que le gustaba rudo, fuerte y sin piedad. Salí de él y volví a llenarlo de golpe, sacándole otro delicioso grito, que no dudé en callar con un beso. Lentamente mis caderas marcaron un ritmo, constante, sin interrupción, golpeando su próstata y haciéndole gemir mi nombre sin descanso.

Lo único que podía oír era la mezcla de jadeos, gemidos, gritos y sollozos de mi Peter, removiéndose bajo mi cuerpo, suplicando por más. Tomé sus caderas y aceleré el ritmo, apretándolo con tanta fuerza que estaba seguro de que dejaría marcas. —Pete, me voy a correr.— Advertí hundiendo el rostro en el hueco de su cuello y aspirando su aroma.

—¡Tony!— A esas alturas estaba claro que cualquiera que andase cerca, había tenido la valiosa oportunidad de escuchar lo ruidoso que podía llegar a ser. Estaba bien que lo oyeran. Me gustaba la idea de jactarme de tener al novio más sexy del multiverso ante el resto del equipo. Tal vez ante el mundo si las cosas seguían estando tan bien como en ese momento.

Inhalé y exhalé un par de veces, calmando mi respiración antes de apartarme para mirarle a los ojos con una sonrisa. Podía notar que lo había agotado, era normal. Besé cada una de sus sonrojadas mejillas y acaricié su cabello, apartándolo de su rostro con sumo cuidado. —Eres tan jodidamente sexy, mi amor.

Disfruté de como el sonrojo en sus mejillas aumentaba debido a mi comentario. —Tony... No puedes follarme hasta dejarme sin fuerzas y luego soltar ese tipo de comentarios...— Se quejó mientras sus labios formaban un adorable puchero.

—¿Acaso no puedo adorar a mi increíblemente perfecto novio?— Insistí buscando pañuelos para limpiar el desastre que habíamos causado. —No sabes lo mucho que me alegra que hayas aceptado mi propuesta, Pete. Tenerte aquí las 24 horas del día va a ser divertido.— Añadí al ver que no tenía pensado responder.

—Te recuerdo que si nos llaman para una misión voy a necesitar mis piernas, y en este estado dudo que pueda andar hasta el baño sin acabar rodando por el suelo.— Dijo aparentemente molesto.

—Hm, sí... Ya encontraremos una solución. Tal vez podríamos empezar porque dejes de rogarme que destroce ese trasero perfecto que tienes, cada vez que estamos a solas.

—¡Cállateeeeeeee!

Reí abrazándolo y tirando del edredón para taparnos a ambos. No habíamos cenado pero salir de la cama tras aquello no era tentador. Tal vez despertaría unas horas más tarde para trabajar en el taller (y comer algo). —Te amo, Peter.— Susurré acariciando su mejilla y mirándole a los ojos.

—Y yo a ti. Para siempre.— Susurró él con una sonrisa.

Acerqué aún más su cuerpo, prácticamente fundiéndolo al mío. —Para siempre.— Repetí besando sus labios lentamente, saboreando el momento y dejando al cansancio tomar control de mi cuerpo.

—No se te ocurra levantarte en toda la noche.— Amenazó una vez nos separamos para respirar. —Si despierto y veo que no estás, te quedas sin sexo por tres meses.— Añadió rodeándome con sus brazos.

—Esa no parece una promesa que tú puedas cumplir, amor.— Susurré queriendo molestarlo.

—Ya veremos, pero yo que tú no me arriesgaría. Sería una lástima perder tres meses, teniendo en cuenta todo lo que nos falta por experimentar...

Levanté una ceja, curioso ante aquello. —¿Qué tienes en mente?

Vi como se encogía de hombros, sonriendo levemente sonrojado. —Karen y yo hemos estado ocupados...

—Karen, nena, ¿quieres contarme de qué va todo eso?— Pregunté esperando que F.R.I.D.A.Y la hubiese terminado de conectar a la red del complejo.

—Lo siento señor, Peter me ha programado para que no diga nada a menos que él lo desee.— Informó la inteligencia artificial.

—Ya veo que habéis estado ocupados... Muero de ganas de saber qué tienes en mente, Pete.

—Lo verás pronto, si te comportas y duermes durante toda la noche.

Rodé los ojos sonriendo feliz. Ese chico iba a terminar matándome. —Está bien, trato hecho.

—Genial, buenas noches.

—Descansa.

—Descansa

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My Sex Instructor | StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora