Capitulo 3 - Elite

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Aún faltan tres horas para verme con Sofi en Plaza San Agustín e irnos a la fiesta.

Pero comienzo a arreglarme desde ahora, no por impaciente, sino porque tengo que encontrar la manera de salirme del departamento sin que Hunter lo note.

Así que debo poner en marcha mi plan desde temprano.

A las ocho de la noche voy a la puerta de Hunter y toco un par de veces.

Cuando sale aun trae puesto su traje completo.

-¿Tendrás un cigarrillo que me regales? –le pregunto-. Se acabaron los míos y ya no quiero salir de casa.

Estoy en pijama, recién bañado.

Lo cual no es raro, porque los días pasados a esta hora ya estaba preparándome para acostarme, así que Hunter no nota nada de diferente.

-Por supuesto, señor –dice-. En un momento lo llevo a su departamento.

-Puedo esperar aquí, no hay problema –aseguro.

-Bueno, pero me parece más seguro que espere en el interior.

Y sostiene su puerta para dejarme pasar.

Cuando entro quedo sorprendido por lo inmaculado del lugar.

La distribución es muy parecida a mi departamento, pero este lugar se ve completamente diferente.

No hay una sola cosa fuera de su sitio.

No hay un solo cuadro ladeado, o un vaso mal acomodado, o algún adorno que desentone.

Es más, juraría que no hay ni una sola mota de polvo.

Tanta perfección me causa estrés.

La puerta se cierra a mis espaldas y antes de dirigirse al pasillo Hunter me dice:

-Vuelvo en un momento, señor. Siéntase como en su casa.

-Hunter ¿Puedes dejar de hablarme de "Usted"? Ya lo habíamos hablado –le grito mientras él camina por el pasillo.

-Sí, señor –responde a lo lejos.

Y regresa con la cajetilla de cigarros.

-Muchas gracias –le digo, tomando solo uno y devolviéndosela.

-Puede quedársela, señor –me dice.

-No hay problema –le digo-. Con uno está bien. Aunque te quitaré otro para más tarde.

-Tome los que necesite.

Y saco otro cigarrillo de la cajetilla.

-Gracias, Hunter –le digo nuevamente mientras nos dirigimos a la puerta.

-No hay problema, señor.

-Deja de llamarme "Señor", por Dios –me quejo.

Y salgo del departamento.

-¿Me acompañas a fumar? –le pregunto.

-Por supuesto, Daniel –responde.

-Okay, te espero junto a tu balcón.

Asiente y me dirijo a mi departamento.

Abro la puerta, pero no la cierro una vez que he entrado.

Sino que me espero un par de segundos, y la dejo entre abierta.

Si, solo para esto había hecho todo ese show del cigarrillo.

Para venir a abrir mi puerta, y poder dejarla abierta. Así más tarde no haría ruido al quitarle los candados. Y Hunter no lo escucharía.

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