-¿Estás bien? –me pregunta mientras se reincorpora a la autopista contraria en la que veníamos.
Hace unos segundos venia durmiendo sobre su hombro, y ahora todos mis sentidos se habían encendido.
-¿Qué está sucediendo?
-Dos coches –responde rápidamente-. Vienen siguiéndonos desde que salimos del club.
-¿Estás seguro?
-Lo estoy ahora –responde mirando por el retrovisor y acelerando.
Volteo hacia atrás justo para darme cuenta que dos autos se han salido de la autopista de igual manera que Hunter, con un brusco movimiento.
Hunter acelera aun mas, por suerte el motor de mi auto responde con facilidad.
Estamos en una de las autopistas más transitadas en la ciudad, en sábado por la noche.
Y lo único que veo es la borrosa figura de los autos que pasan a nuestros costados a esta velocidad.
-Sujétate –me dice Hunter mientras se aferra con fuerza al volante.
A varios metros de nosotros distingo un semáforo en rojo.
Aunque traigo el cinturón de seguridad puesto me sujeto del asiento con mis manos.
Y cuando llegamos a la intersección la luz roja no ha cambiado.
Pero Hunter no sigue derecho, sino que con un ágil movimiento gira a la derecha, prácticamente sin perder el control del coche.
Volteo hacia atrás y un par de segundos después veo una, dos, tres, cuatro pares de luces haciendo la misma maniobra.
Cuatro coches siguiéndonos.
No es uno ni dos. Son cuatro.
Tenemos la autopista libre, así que Hunter aumenta la velocidad.
-Hunter... -mascullo.
A escasos metros tenemos otra luz en rojo. Y esta vez si hay muchos autos circulando.
Y vamos directamente hacia ellos.
En lugar de disminuir la velocidad, Hunter acelera todavía más.
Mi cuerpo se prepara instintivamente para recibir el impacto, pero logramos pasar por escasos centímetros entre un coche y otro.
Los cláxones de los coches suenan al unísono.
Se escucha un estruendo, y vemos por el retrovisor como uno de los autos que nos seguían se estrella contra un camión.
Y aun así los otros tres pares de luces siguen detrás de nosotros.
-Hunter –lo llamo.
-Lo sé –dice este-. Vamos a perderlos. Confía en mí.
Y aumenta la velocidad.
Jamás en mi vida había estado en un auto que se moviera así de rápido.
Y mucho menos en una ciudad transitada como esta.
Esquivando autos, escuchando las bocinas de estos cada que pasamos junto a ellos.
Pasamos otra luz en rojo, y esta vez estuvimos a un centímetro de chocar contra una camioneta.
-Tenemos que alejarnos de las avenidas principales –dice Hunter.
Cada diez segundos me fijo por el espejo si los coches siguen detrás de nosotros.
Llevamos una ventaja de tres o cuatro coches, gracias a la forma de conducir de Hunter. Pero no se rinden.
Así que esto en definitiva no es una casualidad, nos están buscando específicamente a nosotros.
Aquí en México te pueden seguir incluso solo porque les gustaron los zapatos que usas, porque los miraste por demasiado tiempo en el bar, o simplemente porque quieren divertirse.
Pero esta persecución ya duró demasiado para ser por alguna de esas razones.
Así que, o me buscan a mí, o buscan a Hunter.
O a ambos.
-¡Maldita sea! –Exclama él, golpeando con fuerza el volante.
-¡¿Qué pasa?! –le pregunto, alterado.
-Ya no tenemos combustible –dice.
Y vuelve a golpear el volante.
-Okay, Okay... -masculla, y respira profundamente.
Con un par de clics sobre la pantalla táctil del auto enciende el GPS.
Quiero ayudar, pero no se que está pensando.
Y no sé qué hacer.
-Bien –dice, un poco más calmado-. Vamos a hacer algo. Pero tienes que confiar en mí. ¿Okay?
-Okay.
-Perfecto. En aproximadamente dos kilómetros vamos a encontrar un estacionamiento. Es de cuatro pisos.
"Así que vamos a entrar, y llegaremos hasta la azotea.
"Pero no nos quedaremos ahí.
"Vamos a tener que saltar.
"Junto a este hay un pequeño hotel local. Podremos llegar al techo de este. Pero necesito que no lo dudes ni por un segundo.
"No te pasará nada. ¿Okay? Iré yo primero, y te esperaré. Y te lanzaras sobre mí. ¿Okay?
A esta velocidad no tengo mucho tiempo para decidir.
-Okay –respondo con firmeza.
Estoy preparándome mentalmente para el plan de Hunter, y estamos a punto de llegar, cuando tres camionetas nos cierran el paso a escasos metros de distancia.
Hunter apenas tiene tiempo de maniobrar para no estrellarnos directamente contra ellas.
Me golpeo contra el vidrio, y el auto gira un par de veces antes de detenerse.
En menos de cinco segundos estamos rodeados por completo.
Ya no solo eran los tres carros que nos seguían.
Sino un grupo entero que se había apoderado de la calle.
-Toma el arma –me dice Hunter, mirando hacia el exterior, evaluando la situación.
Él tiene una pistola en su mano, y está entregándome otra.
-Harás todo lo que yo te diga –me ordena-. Sin cuestionar.
"Ya le informé de la situación a tu hermano.
"Estarás bien.
Pero en cuanto veo a las personas que bajan del auto se que no estaremos bien.
Los cinco hombres que caminan hacia nosotros, armados, visten trajes negros, y corbatas.
Esta no es gente de mi hermano.
Ni siquiera lucen como los carteles locales.
Esto va más allá.
Hunter, no estaremos bien.
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Guardaespaldas
RomancePara Dan escapar de las sombras de su pasado parecía sencillo; pero los lazos familiares no son fáciles de romper. Y esta vez no estará solo.