Estoy a punto de sacar el pollo del congelador cuando escucho un par de golpes en mi puerta.
-¡Voy! –grito.
Dejo la cerveza sobre la barra y camino hasta la puerta.
Me detengo en seco cuando coloco mi mano sobre la perilla.
¿Quién toca a mi puerta?
Hunter nunca lo ha hecho.
Nadie más sabe que vivo aquí.
Miro hacia el exterior a través de la mirilla, pero solo está el pasillo vacio.
-¿Quién? –inquiero en voz alta.
-Soy yo, señor –contesta Hunter.
Al instante mi cuerpo se relaja.
Quito el candado y abro.
-No te veía –le digo-. Por la mirilla.
-Lo siento, señor. Estaba junto a la puerta.
-Okay, está bien. ¿Qué pasa?
Es de noche, así que no trae sus lentes oscuros, por tanto puedo ver su ligera expresión de desconcierto.
-¿Está listo, señor?
-¿Listo?
-Dijo que iríamos a cenar a las ocho, señor. Son las siete con cincuenta y ocho minutos. ¿Llegué muy temprano?
Oh, eso.
-Creí... creí que por lo que había pasado... ya no querías salir.
-Yo quiero salir, señor. Pero entenderé si usted no quiere.
-No, no. No es... eso. Es solo que... sabes, no estás obligado a ir conmigo.
-Técnicamente, lo estoy señor –la comisura de sus labios se eleva.
-Sí, pero me refiero a que esta vez fue una invitación casual, ¿Sabes? Como... como amigos. No tienes que sentirte obligado a ir.
-Yo no me siento obligado a ir, señor. Y no he cenado, como usted lo pidió.
-Sí, pero a eso me refiero, Hunter. Lo haces porque te lo pedí, no porque quieras.
-Eso no es verdad, señor. Quiero ir. De verdad.
-Okay –sonrío-. Pero deja de llamarme señor, o hablaré con David. Y no es un juego. ¿Entendido?
-Sí, señor.
-Hunter... -replico.
-Lo siento. Si, Daniel.
-Tampoco me llames Daniel, siento que estas molesto.
-Pero no lo estoy.
-Bien, pues dime Dan, como el resto del mundo.
-Okay, Dan.
-Okay, Hunter.
Sonrío.
-Iré por mis cosas y regreso –le digo.
Tomo mis llaves, el celular, mi cartera y cambio mi playera por una camisa de manga corta color negro.
-Andando –le digo a Hunter una vez que salgo.
Caminamos por el pasillo solitario, en silencio, como siempre, hasta que llegamos al elevador.
-Rosi, mi compañera, me recomendó un restaurante Bar que está por la zona Hotelera, dice que es muy cool. Así que iremos ahí –le explico mientras bajamos por el ascensor-. ¿Está bien?
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Guardaespaldas
RomancePara Dan escapar de las sombras de su pasado parecía sencillo; pero los lazos familiares no son fáciles de romper. Y esta vez no estará solo.