Lo primero que siento cuando abro los ojos es un dolor de cabeza inmenso.
Y la resequedad en mi garganta.
Quiero quedarme acostado, pero me duele todo el cuerpo.
Y sé por experiencia que con una resaca así, lo menos que necesito es quedarme en cama y seguir deshidratándome.
Así que me pongo de pie, con mucho esfuerzo, y voy directamente a darme una ducha.
El agua fría regula mi temperatura, y me despierta por completo.
Aunque sigo teniendo dolor de cabeza.
No tengo ánimos de vestirme, así que me pongo un bóxer y la bata de baño, y salgo de mi habitación.
Para mi sorpresa, no estoy solo.
En la cocina se escucha un par de ruidos, música de fondo, y un aroma a comida me golpea de frente.
Cuando entro por la puerta y veo la espalda de Hunter un grupo de imágenes golpean mi mente.
Y recuerdo fracciones de lo que sucedió anoche.
Qué vergüenza.
Tengo que pedirle una disculpa al pobre Hunter.
-Buenos días –me dice, sin siquiera voltear a verme.
-Buenos días –intento decir, pero mi voz está más estrangulada que mi cabeza.
-Hay una taza de café cargado en la barra. Recién salido de la cafetera –me dice Hunter, aun sin voltear a verme, concentrado en lo que está preparando sobre la estufa.
La cocina de este departamento era muy espaciosa; y justo en medio había una barra cuadrada, con un par de banquitos en cada lado.
Justo en medio había una taza, leche y azúcar.
Me siento en uno de los banquitos y doy un sorbo al café.
Siento un relajamiento instantáneo.
-¿Tienes hambre? –me pregunta Hunter un minuto después.
Los sorbos de café me habían abierto el apetito.
-Si –admito-. ¿Te ayudo en algo?
-No, está casi todo listo –contesta-. Escuché cuando te metías a bañar, y comencé a preparar todo. Así que está recién salido.
Y me entrega un plato con un desayuno completo.
No sé que me hace más feliz, si ver mi plato de comida, o a Hunter.
Nunca lo había visto en ropa deportiva.
Trae un pants color gris, una sudadera negra y su cabello está despeinado, húmedo.
-Perdón por las fachas –me dice-. Apenas terminé de ducharme y te despertaste. Así que me apresuré para prepararte el desayuno.
-Muchas gracias –le digo, embobecido mientras lo miraba-. No tenias por que hacerlo.
-Estoy seguro que lo necesitas.
-Tienes razón por completo.
Y comienzo a comer.
Está delicioso.
Ni siquiera puedo detenerme a decirle lo rico que le ha quedado.
Él toma una taza de café también, y se sienta frente a mí. Mirándome.
Parece estar feliz.
-A mi no me mientes, fuiste cocinero en el ejercito.
Se ríe.
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Guardaespaldas
Roman d'amourPara Dan escapar de las sombras de su pasado parecía sencillo; pero los lazos familiares no son fáciles de romper. Y esta vez no estará solo.