Capitulo 14 - Ahora.

3.6K 359 51
                                    


Lo primero que siento cuando abro los ojos es un dolor de cabeza inmenso.

Y la resequedad en mi garganta.

Quiero quedarme acostado, pero me duele todo el cuerpo.

Y sé por experiencia que con una resaca así, lo menos que necesito es quedarme en cama y seguir deshidratándome.

Así que me pongo de pie, con mucho esfuerzo, y voy directamente a darme una ducha.

El agua fría regula mi temperatura, y me despierta por completo.

Aunque sigo teniendo dolor de cabeza.

No tengo ánimos de vestirme, así que me pongo un bóxer y la bata de baño, y salgo de mi habitación.

Para mi sorpresa, no estoy solo.

En la cocina se escucha un par de ruidos, música de fondo, y un aroma a comida me golpea de frente.

Cuando entro por la puerta y veo la espalda de Hunter un grupo de imágenes golpean mi mente.

Y recuerdo fracciones de lo que sucedió anoche.

Qué vergüenza.

Tengo que pedirle una disculpa al pobre Hunter.

-Buenos días –me dice, sin siquiera voltear a verme.

-Buenos días –intento decir, pero mi voz está más estrangulada que mi cabeza.

-Hay una taza de café cargado en la barra. Recién salido de la cafetera –me dice Hunter, aun sin voltear a verme, concentrado en lo que está preparando sobre la estufa.

La cocina de este departamento era muy espaciosa; y justo en medio había una barra cuadrada, con un par de banquitos en cada lado.

Justo en medio había una taza, leche y azúcar.

Me siento en uno de los banquitos y doy un sorbo al café.

Siento un relajamiento instantáneo.

-¿Tienes hambre? –me pregunta Hunter un minuto después.

Los sorbos de café me habían abierto el apetito.

-Si –admito-. ¿Te ayudo en algo?

-No, está casi todo listo –contesta-. Escuché cuando te metías a bañar, y comencé a preparar todo. Así que está recién salido.

Y me entrega un plato con un desayuno completo.

No sé que me hace más feliz, si ver mi plato de comida, o a Hunter.

Nunca lo había visto en ropa deportiva.

Trae un pants color gris, una sudadera negra y su cabello está despeinado, húmedo.

-Perdón por las fachas –me dice-. Apenas terminé de ducharme y te despertaste. Así que me apresuré para prepararte el desayuno.

-Muchas gracias –le digo, embobecido mientras lo miraba-. No tenias por que hacerlo.

-Estoy seguro que lo necesitas.

-Tienes razón por completo.

Y comienzo a comer.

Está delicioso.

Ni siquiera puedo detenerme a decirle lo rico que le ha quedado.

Él toma una taza de café también, y se sienta frente a mí. Mirándome.

Parece estar feliz.

-A mi no me mientes, fuiste cocinero en el ejercito.

Se ríe.

Guardaespaldas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora