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amo estas fotos*

Luego de ver las noticias, Christopher , animado por primera vez en meses, se precipitó hacia su dormitorio para ponerse ropa decente y calzarse un par de zapatos.

Unos joviales ladridos "¡Guau! ¡Guau!" le hicieron dar un salto para evitar pisar a la ya no tan pequeña bola de pelos que saltaba alegremente entre sus piernas.

-Hey, Toby-—dijo, riendo un poco por primera vez en cuatro meses-— ¿Sabes qué? ¡Creo que he encontrado a Joel!

-¡Guau! ¡Guau! ¡Guau!-— el labrador negro de tres meses de edad finalmente se quedó quieto y se sentó. Sus ojos brillaban, como si aunque no supiera muy bien de qué le hablaba su dueño, compartiera su alegría.

Christopher se fijó en el calendario, la fecha estaba marcada con un fibrón rojo y decía 'Cumpleaños de Joy!

-¡Guau!

-¿Qué sucede, Toby?

-¡Guau! ¡Guau!-— la cola del cachorro se movía de un lado a otro, barriendo el suelo con cada movimiento.

-Estoy olvidando algo, ¿verdad?

-¡Guau!-— Toby corrió hacia el baño y entró a la ducha.

-¡Tienes razón!-— rió el tatuado-—Casi olvido que debo llevarte a la tienda para que te den un baño.

-¡Guau! ¡Guau!

-Gracias a ti, Toby-— agradecio, tomando al cachorro y levantándolo para ir al aparcamiento-—¿Qué diría Joel de mí ahora?-— se preguntó mientras conducía, con la caja para transportar a su perrito en el asiento de atrás-— Hablo con mi propio perro-— rió por lo bajo mientras conducía.

Estacionó delante de la tienda de mascotas y bajó con Toby de su auto. Acordó con la recepcionista que volvería a la mañana siguiente y volvió a subirse a su auto, conduciendo directamente hacia el hospital Dr. Jacobson Jr.

-¿En qué puedo ayudarlo, señor?—- preguntó la recepcionista en cuanto el castaño apareció delante de su escritorio.

-¿En algún momento tuvieron un paciente de apellido Pimentel?

-Lo siento, señor, pero no puedo darle información privada.

-Necesito saberlo, al menos saber que está bien-— pidió , su corazón comenzando a encogerse.

-Le repito, no puedo decirle lo que usted requiere-—la mujer se veía algo exasperada, obviamente acostumbrada a estos casos.

-¡Por favor! Sólo dígame que...- su habla se cortó al ver una muy familiar silueta por el rabillo del ojo.

Oyó un pequeño jadeo antes de que la persona volviera sobre sus pasos a una velocidad inhumana.

-¡Joel!-— gritó antes de seguirlo por la puerta, sin siquiera agradecerle a la recepcionista por su inútil servicio.

Meow?😻 † Adaptación †Donde viven las historias. Descúbrelo ahora