DongHyuck terminó de ordenar el enorme librero que ocupaba toda una pared de su habitación, sacudió el polvo y los acomodó por tamaño. Disfrutando de hojear alguno de ellos, rememorando aquel viejo pasatiempo que tenía abandonado por culpa de la universidad. Bajó de un brinco del banco de madera, el cual usaba para alcanzar los últimos estantes y no morir vergonzosamente en el intento.Limpió sus manos contra su pantalón y se miró en el espejo, acomodando su cabello y guiñando a su reflejo.
Faltaban unos cuantos minutos para que Mark llegará a su casa. Unos minutos para enfrentarse a esos enormes ojos y pedir respuestas a todas las dudas que no paraban de rondar por su cabeza una y otra vez.
Lo había citado en su casa. Era por cuestiones de mantener su dignidad intacta ante cualquier pisa de rechazo. Un método de precaución, donde solamente tendría que esconderse en su cama y Mark sería quien tuviera que irse. No él. Vaya, al analizarlo sonaba patético, pero solo era un intento desesperado de no salir más lastimado.
Sabía que no era el mejor momento para hablar con él canadiense sobre lo que les esperaba en el futuro. Él mayor terminó con su pareja solo unas cuantas semanas atrás. Se encontraba pasando por el feo proceso de asimilar que las cosas cambiaron.
DongHyuck intentó ser comprensivo con ello, pero su paciencia se agotó cuándo pasó largas horas pensando en el tema. Inseguro y deseoso de continuar.
Quería aclarar las cosas, tener a Mark cerca y preguntar si sentía algo por él.
Se sobresaltó cuando el timbre sonó. Salió del cuarto y bajó las escaleras rápidamente, un suave escalofrío recorriendo su cuerpo. Llegó a la puerta y con voz temblorosa preguntó:
— ¿Quién es?
— Soy yo, Mark.
Tomó las llaves de la mesita de la entrada y con ellas quitó el seguro. Sus manos sudaban y sus movimientos eran torpes. Giró la perilla, abriendo la puerta y descubriendo la dulce imagen de Mark regalándole una bonita sonrisa ladeada, con los rayos del sol impactando contra su figura.
Se acercó a él y lo abrazó. No importaba cuantas veces lo hubiera visto antes. El nivel de nerviosismo y emoción siempre sería el mismo, sus manos picando y una ganas incontrolables de estrechar su cuerpo.
— Vamos, entra.
— Gracias.
Guió al mayor hasta la sala, tomando con fuerza su cálida mano. El canadiense miraba con curiosidad, admirando cada detalle y las fotografías colgadas en las paredes.
Se sentaron en uno de los sofás grises. Mark continuaba con la mirada distraída en las fotografías, ahora las que se encontraban en el centro de la mesa. Tomó una y sonrió analizarla. En ella se retrataba un pequeño y feliz DongHyuck, vestido con un elegante pañal y jugando con un peluche de conejito.
— Linda fotografía —dijo antes de acomodarla y tomar otra.
— Lo es —contestó despreocupado, confiaba en que de pequeño era un niño extremadamente carismático y guapo, su abuela nunca se cansó de repetirselo.
— Vaya... —Mark se rió y DongHyuck se inclinó hacía él con una ceja alzada.
Mark sostenía una de esas aberraciones que no deberían de existir. Una fotografía de esa época en donde RenJun y él... Simplemente no estaban en su mejor momento.
Su confianza se fue por el caño.
— ¡No veas eso! —gritó arrebatándole el marco.
— No sabía que existían bóxers de Bob esponja y Patricio con animal print.
— Cállate.
— Son verdaderamente únicos.
— Marco Antonio, tu nunca viste eso.
— No puedo asegurarlo. La imágen quedó grabada en mis retinas —se burló.
— ¡Ya! —se quejó el menor ocultando su rostro en un cojín con manchas de salsa que seguramente eran su culpa.
— Vamos, que eso de las fotos prohibidas es lo nuestro.
— No me lo recuerdes —dijo hundiéndose más en su miseria, con las mejillas rojas por vergüenza.
Media hora transcurrió. Ambos evitaron ligeramente el tema principal de su reunión. Perdiéndose en sus divertidas anécdotas y disfrutando de su compañía.
Solo fue cuándo el nombre de ChenLe surgió que cayeron de vuelta a la realidad.
— ¿Y te sientes mejor? —preguntó DongHyuck cuidadosamente.
— Sí. Es difícil pensar en que todo ya terminó, pasamos mucho tiempo juntos y fue algo muy lindo e importante para mí. Pero era mejor que terminaramos, aceptar que no había más.
En los ojos de Mark había un toque de tristeza pero no arrepentimiento. DongHyuck mordió con fuerza su labio inferior y bajó la cabeza.
— Yo, mmh. Sé que fue muy apresurado de mi parte confesarte mis sentimientos cuando aún estabas con ChenLe. No sabía que hacer, comencé a sentirme presionado, quería decirte lo mucho que me gustabas y después alejarme porque no era correcto. Suena mal, demonios, muy mal. Ni siquiera sé cómo fue posible enamorarme de ti porque ¡No te conocía! Y aún así eso no fue un impedimento.
— Me gustas, DongHyuck —dijo Mark, haciendo caso omiso al balbuceo sin sentido del menor—. Me gustas desde hace mucho tiempo y no tuve el valor suficiente para decírtelo. No quería herirte, no quería herir a ChenLe y terminé lástimandolos a ambos. Soy un idiota lento y creo que tú ya sabes.
Se sumieron en silencio. Corazones acelerados y confusas emociones vagando.
— De hecho, los dos somos unos idiotas lentos —susurró finalmente DongHyuck recostando su cabeza sobre el hombro del mayor.
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*Inserte aquí sus ideas para el siguiente capítulo porque la señorita autora tiene el cerebro algo seco*
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Él chico del pack (MarkHyuck)
Fanfiction⚠️ Mucho cringe, una disculpa por adelantado ⚠️ DongHyuck está detrás de los huesitos del encantador Lee JaeNo, él chico más guapo de la facultad de medicina. Sin embargo, después una fiesta universitaria, termina con el número equivocado y enviándo...