Capítulo 15: Miedo profundo.

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Tyson.

Martes, 23 de Diciembre de 2014.
Pasado.

La soledad era como una triste enfermedad depresiva. Cada día te entristecía más. Sentía que durante los últimos dos meses había sido un moribundo y ya no podía seguir aguantándolo. Necesitaba a alguien a mi lado, ya que mis padres... ya no estaban. 

Necesitaba a una madre.

Sin embargo, ya no estaba dispuesto a confiar en las mujeres, todas eran iguales. Zorras. Malditas prostitutas. Necesitaba a alguien en quien confiar realmente, a una nueva mamá, pero... no quería que fuera una de esas zorras.

Quería que fuera un chico.

Además, ya tenía todo perfecto para tenerlo en mi casa. Bueno, en lo que antes había sido el sótano oculto que mi padre había construido para encerrar a mi madre ahí cuando ella se portaba mal.

Me peine mi corto cabello, y me lo cubrí cuando me puse una de mis gorras, y entonces finalmente salí de casa y me subí en lo que antes era el auto deportivo de mi maldito padre bastardo. Y aunque, a pesar de mis quince años de edad, podía aparentar una edad más alta y pasar desapercibido por la ley por mi esbelto y fornido cuerpo. Además, sabía conducir, cosa que me había enseñado mi estúpido padre antes de que lo mandara al infierno.

Encendí la radio, y antes de pisar el acelerador y desplazarme por las oscuras calles de esta noche de Diciembre, le di un rápido ojo a mi reloj de mano: diez y cincuenta. Estaba a tiempo de ir a buscar a mi nueva madre...

Conduje por las calles de Evotica hasta una de las partes de la ciudad. Detuve el auto deportivo en la esquina más oscura del aparcamiento abandonado y me dirigí a los grandes almacenes. Nunca me había sentido tan vivo. Muy pronto sería mío, y no podía esperar a cuidar de él. Era mi madre perfecta.

Era Diciembre, y era bastante tarde para que alguien anduviera por las calles en estos momentos, así que el lugar andaba completamente desierto. Él había pasado las últimas siete noches acurrucado en la entrada de una vieja zapatería. Recorrí a pie el callejón entre la tienda veterinaria y el banco. Y tal y como esperaba, mamá estaba acostada sobre un cartón junto a la puerta de aquella zapatería.

- Hola- Dije, sin poder evitar una sonrisa al estar en presencia de la criatura más bella que había visto-.

Jamás lo admitiría en voz alta, pero su hermosura eclipsaba la de mi verdadera madre. Era pura e inocente, así que me sentí atraído por él de inmediato.

Él contuvo un grito y levantó la mirada, sobresaltado. 

- Eh, hola.

Sus ojos eran dos gotas azules de un océano tropical, y sabía que su sucio y largo pelo marrón oscuro podía domarse con un estilo pulcro y presentable.

- ¿Qué quieres?- Preguntó con cierta timidez en su voz, mientras que se pegaba contra la puerta de la zapatería y abrazaba sus piernas-.

- Solo quiero invitarte a comer a la cafetería que está cerca de aquí- Contesté sonriendo-.

Él se quedó boquiabierto.

- ¿Por qué?- Frunció el ceño y su gesto se volvió desconfiado-. No soy de esos, ¿sabes?

Levanté las manos, y ladee la cabeza en confusión.

- ¿De esos?- Cuestioné-.

- No soy homosexual, si buscas acostarte conmigo- Respondió con un tono grave y fuerte, mientras que seguía mirándome con desconfianza-.

- No, no me refería a eso, y me alegra oír que no eres ese tipo de... persona. Lo único que quiero es comprarte una bebida caliente y algo de comer. Calle abajo hay un café que abre las veinticuatro horas.

Crush ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora