Capítulo 22: Punto de quiebre.

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Lucas. 

Sábado, 23 de Abril de 2016.

Sentía que caminaba entre una oscura neblina que me envolvía, y por extraño que sonara, me tranquilizaba. Me sentía caminando en un camino sin rumbo. Estaba calmado, y me sentía lleno de paz. Era como si todo estuviera en armonía. Pero de pronto, sentí que algo lentamente me fue arrastrando de esa neblina tranquilizadora. Era como si me llevaran a la luz, o a la oscuridad...

Me dejé llevar por aquella fuerza que me llevaba del brazo, y entonces cuando apenas pude darme cuenta. Me desperté. Sentí que alguien me sacudía del brazo ligeramente, era una molestia que fue bastante familiar. Tenía tiempo sin sentirla. Por eso, sonreí y miré hacia arriba, esperando encontrarme con la dulce sonrisa de Markie, pero, en su lugar, me encontré con los cortos cabellos de Tyson y sus ojos verdes.

Me levanté un poco extrañado de la cama, porque aún no había amanecido. Me senté sobre el colchón, y miré la hora en un pequeño reloj que yacía sobre la cómoda junto a la cama. Cuatro y media de la madrugada. ¿Por qué Tyson me había despertado a estas horas?

Solté un bostezo, y voltee a mirarlo. Él estaba de pie frente a mi con una enorme sonrisa, que por un momento, me provocó cierto escalofrío. Su rostro se veía extraño, y sentí que algo andaba mal.

- Lamento haberte levantado, Lucas- Me dijo en un susurro-. Pero, necesitaba que vieras la sorpresa que te traje.

¿Qué? ¿Una sorpresa?

- ¿Q-Qué?- Titubee en confusión, y él me quitó las sabanas del cuerpo para levantarme entre sus fuertes brazos de la cama-.

Me aferré a su pecho, y no aparté la mirada de su inquietante rostro cuando una vez me tuvo en sus brazos y me llevó fuera de su dormitorio para llevarme abajo. Mientras que bajábamos lentamente las escaleras, no pude evitar recordar en lo mucho que las cosas habían cambiado en estas últimas tres semanas que habían pasado desde que encontré a Tyson lastimándose la cara con aquel cúter en el closet.

Desde aquel día las cosas se volvieron mejores entre nosotros. Él se hizo más dulce y amable. Ya no me obligaba hacer la comida, ni menos a llamarlo: Papi. Pero, aún así yo lo seguía haciendo, porque me gustaba llamarlo así. Sin embargo, odiaba que él me llamara: Mamá. Por suerte, él no volvió a llamarme así desde ese día, pero, seguía obligándome a usar esa ropa de mujer. Pero, no me quejaba, ya que al menos no dormía en el sótano como antes. Ahora, dormía en la habitación de Tyson con él en la cama.

Mis piernas habían mejorado bastante, que ya podía sentirlas y no dolían casi nada. Pero, aún no podía caminar. Tyson dijo que me faltaba poco para que mis piernas mejoraran, ya que no se habían roto como pensaba, estaban fracturadas. Él me había estado ayudando mucho con mis piernas, comprando medicina y siendo mi doctor personal. Fue gracias a eso que mejoré bastante.

Por otro lado, había estado preocupado por algo desde lo que habíamos escuchado en la radio aquel día. No podía sacar de mi cabeza a Markie, y aveces, cuando Tyson me dejaba solo en el baño, lloraba en silencio por eso. Extrañaba a mi mejor amiga, pero, por otra parte no quería que Tyson fuera a prisión. Él había estado bastante nervioso de que la policía lo viniera a buscar para interrogarlo. Por suerte no sucedió, pero ambos sabemos que es cuestión de tiempo para que eso pase.

Dejé de observar el rostro inquietante que Tyson llevaba cuando noté que estaba vestido como si hubiera salido de casa. ¿A dónde había ido a estas horas? ¿Me había dejado solo en casa sin haberme encerado en el sótano?

La cabeza se me comenzó a llenar de preguntas, pero, descarté todas cuando Tyson me llevó al final del pasillo de abajo, y movió el enorme estante de libros con una de sus manos con mucha facilidad. Dejando mostrar la puerta del sótano.

Crush ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora