Había empezado la semana. “Que palo, pero bueno toca lo que toca —pensó Alex.” No se podía cambiar, y Alex era perfectamente consciente. A primera hora le tocaba clase de matemáticas.
—Ecuaciones, sistemas… ¡Qué más darán todas estas cosas! —le susurró a Bruno.
—Yo me estaba preguntando exactamente lo mismo.
—Señores Alejandro y Bruno, ¿Les gustaría salir aquí a contarnos qué es tan interesante? —les regañó Don Fernando.
—No Don Fernando —respondieron casi al unísono.
Las siguientes clases fueron incluso más aburridas que la de matemáticas. Biología, física y química, historia… Aquella mañana de lunes podría resumirse con una sola palabra: aburridísima.
—No entiendo por qué damos tantas cosas, si un minuto después de hacer el examen se olvida —dijo Alex mientras comían en el comedor del orfanato—. Encima no me gusta la forma de dar clases de ninguno de los profesores, o curas, vamos.
Comían en una mesa ellos dos solos, igual que siempre. En la más alejada de todo, no se relacionaban con ninguno de los chicos del orfanato.
—Tienes razón —respondió por su parte Bruno—, pero… ¡¿Tú de qué te quejas?! Siempre sacas buenísimas notas.
—Ya pero a base de esfuerzo, sin él nada se consigue. Si tú te esforzaras más…
—En fin… —se indignó Bruno—. He oído que los del grupo de David van a volver a verse con chicas, ¿vamos otra vez a espiarles?
David era, por así decirlo, el chico más respetado del orfanato. Muchos de los chicos siempre le hacían caso. Tenía el pelo teñido de rojo y siempre lo llevaba muy corto. Era alto y bastante fuerte, al igual que insoportable para Alex y Bruno. Solía vestir con ropa ancha, pero su estilo era bastante bueno, siempre vestía bien a pesar de ir con ropas así.
— ¡Vale! —dijo entusiasmado Alex-. Ya tenía yo ganas de ver otra vez chicas. ¿Sabes dónde quedarán esta vez?
—No, lo siento —respondió Bruno—. Habrá que seguirlos de cerca, pero sin que nos vean.
—Pues entonces exactamente igual que siempre —los dos rieron.
Después de las clases siguieron a los del grupo de David. El grupo estaba formado por David y otros cuatro chicos, eran los “populares” del orfanato. Por así decirlo, porque lo único que los diferenciaba de los demás era que eran unos chavales problemáticos a los que les gustaba el rap y se saltaban las normas.
David y los demás fueron a la parte de atrás del orfanato y saltaron la valla, que a Alex le hacía gracia ya que era algo bastante patético para poder llamarlo valla, unos palos y cuerdas, nada más. Alex y Bruno les observaban desde un árbol que había en la esquina trasera del orfanato.
—Otra vez a la cima del monte —le susurró Bruno a Alex.
—Calla, que hay muchísimo eco y al mínimo ruido se escucha perfectamente desde ahí arriba —obtuvo por respuesta.
Hasta que llegasen a la cima de aquel mini monte que había detrás del orfanato tendrían unos quince minutos, más o menos. Cuando ya se alejaron un poco, Alex y Bruno se relajaron y se sentaron en el suelo, pero siempre escondidos detrás de aquel árbol que seguro tenía más de cuarenta años.
—Ahora toca esperar —susurro Alex.
—No entiendo por qué somos nosotros los raritos, tú eres Auryner y yo tampoco tengo gustos raros, ¿Pasa algo? —Alex sabía que Bruno no bromeaba.
ESTÁS LEYENDO
Sueña conmigo, por favor.
Teen FictionEsta es la historia de Alex, un chico huérfano desde su infancia el cual no hace más que soñar con el día en que saldrá del orfanato. Portada hecha por @berealxstic