—Móntate en el coche, tienen un poco de prisa —le dijo Don Basilio que estaba algo nervioso.
Obedeció sin discutir lo más mínimo, le picaba la curiosidad y como ya se había despedido de los demás antes, no puso ninguna pega en meterse ipso facto. Antes de entrar en aquel coche azul, bastante nuevo por cierto, se giró y gritó:
-¡Adiós, os quiero!
Dicho aquello se metió en el coche sin mirar atrás y este arrancó. Se fijó en sus futuros padres, los cuales todavía no habían dicho nada. Eran muy jóvenes, de unos treinta años más o menos. El padre era moreno como él con unos ojos marrones y alto, aunque no lo podía ver de pie. La madre le resultó atractiva, lo cual le incomodó un poco, morena también con unos ojos parecidos a los suyos. Realmente parecían sus verdaderos padres. «Si algún día me tengo que hacer pasar por su hijo biológico por alguna razón colará seguro», pensó Alex.
De repente el coche se paró y Alex salió de él. Sus padres se bajaron también y le dieron un abrazo dejándole sin aliento. Ambos parecían contentísimos y eso alegró a Alex.
—Nos ha tocado la lotería, eh Jose —dijo con una sonrisa mirando a su marido—. Hola cariño soy Bego y él es mi esposo Jose, estamos encantados de que seas nuestro hijo.
—Y yo de que seáis mis padres —dijo mientras les sonreía—, por cierto, me llamo Alex —les dijo finalmente.
Y después de aquello se volvieron a montar en el coche de viaje a casa, a la nueva casa de Alex.
—Estarás ansioso de ver la casa, ¿Verdad? —preguntó Jose.
—Bueno… Sí, bastante —dijo Alex, que tenía muchísima curiosidad, la cual quería ocultar.
Al ser sus padres tan jóvenes Alex supo que tendría una excelente relación con ellos, lo suponía por cómo le habían caído a primera vista. El viaje duró tres cuartos de hora más. Llegaron a una mini-ciudad que estaba a menos de una hora de su orfanato. “Menos mal”, pensó Alex, había tenido suerte, podría ir a ver a sus amigos.
Cuando llegaron delante de su casa giraron a la derecha para entrar por el corto camino que había desde la calle hasta el garaje. Porque desde la entrada a la casa había un jardín, el cual tenía dos caminos: uno obviamente para meter el coche al garaje y el otro para las personas. A Alex le pareció novedoso, pero porque él nunca había visto nada así y todo era nuevo.
Cuando bajaron del coche en aquel garaje salieron al jardín en vez de entrar directamente a la casa, para que Alex pudiera ver bien la estructura de su casa. Al verla se quedó anonadado.
Era una casa de dos pisos, probablemente con sótano y con jardín. Mucho más de lo que se podría haber imaginado. Y parecía completamente moderna y nueva. “Pues va a ser que era verdad lo de los buenos trabajos”, pensó Alex recordando las palabras de Don Basilio, porque saltaba a la vista que en aquella casa había dinero.
—Entra cuando quieras, y mira toda la casa sin vergüenza —le dijo Bego con una sonrisa—. Como si estuvieras en tu casa, que lo estás, así que…
Todos captaron la broma y rieron, en unos instantes Alex estaba entrando por la puerta principal en la casa.
Lo que Alex quería era investigar, y eso fue lo que hizo. En la planta de abajo estaba la cocina que era bastante moderna, el salón que era enorme, un baño grande y una habitación que no creía que fuese a ser la suya. Aparte de eso tenía una puerta que comunicaba con el garaje, que era donde tenían montado un pequeño gimnasio, y luego la puerta que daba a la parte de atrás. Era increíble, daba a un jardín con piscina, merendero, árboles, un huerto… “Estos están definitivamente forrados”, fue lo que pensó. La planta de arriba no era menos que la de abajo; un par de habitaciones muy grandes las dos con un baño cada una, un baño enorme al cual apenas le dedicó tiempo para verlo y luego otra sala de multiusos, ordenador, televisor enorme con sofás, pecera, un pequeño karaoke que servía de escenario y al lado había otra sala que no le dio tiempo a ver porque la voz de Bego se oyó por todo la casa, aunque suponía que sería algún despacho para trabajar sus padres.
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Sueña conmigo, por favor.
Teen FictionEsta es la historia de Alex, un chico huérfano desde su infancia el cual no hace más que soñar con el día en que saldrá del orfanato. Portada hecha por @berealxstic