Capítulo 13.

323 41 7
                                    

Lo que básicamente hizo Alex durante toda la semana fue ver todos y cada uno de los vídeos que encontró de Auryn. No se le ocurría que más hacer, así que aquella tarde de martes decidió bajar al jardín. Solamente por cambiar de sitio y respirar aire limpio.

Cuando llegó a sentarse en la tumbona que había fuera, estaba sudoroso y muy cansado, esto de ir a la pata coja agotaba. En cuanto se sentó no le apetecía hacer nada más, solo descansar. Así que se quedó sentado descansando bajo el cálido sol de aquel día, hasta cerró los ojos para poder sentirse mejor.

Algo más tarde sonó el timbre de casa, Alex no supo estimar el tiempo que estuvo allí en la misma postura, pero seguía sin apetecerle nada levantarse. Así que, debido a su pereza, voceó:

— ¡Rodea la casa y ven a la parte de atrás!

Durante un momento no oyó nada, ni pasos tampoco. Pero, de repente, vio una sombra avanzar lentamente hacia él. Su corazón se aceleró y sus manos empezaron a sudar. Si fuera alguien que quería hacerle daño se lo haría, no podía correr.

Alex tan positivo como siempre.

La sombra se convirtió en una persona sin previo aviso. Era una mujer, morena y con mechas californianas rubias y pelo largo, de estatura normal y algo delgada. Era muy guapa. 

Alex sintió como su corazón dejaba de latir. “No puede ser, no puede ser” , era lo único que repetía su cabeza. “No puede ser que Sara esté aquí”

—Sa… Sara —murmuró Alex asombrado—, E… ¿Eres tú?

—Claro Alex, ¿Quién iba a ser si no? —respondió ella, a Alex su voz le sonó como si un ángel le estuviera hablando.

Alex le hizo un gesto para que se sentara junto a él y ella obedeció sin poner ninguna pega de acercarse a él.

— ¿No crees que tendrías que haber venido a visitarnos al orfanato?

—Sí, lo siento mucho. Como ves tengo el pie vendado y he tenido un montón de imprevistos que me han impedido hacerlo —justificó él por su parte.

—Pero, podrías haber hecho un pequeño esfuerzo y no dejarme allí tirada —le comentó cariñosamente ella—. He llegado a sentir hasta que no me querías, como si te hubieras olvidado de mí y ya no te importara.

—Puede que sí, pero todo ha sido muy difícil.

—Nunca nadie dijo que lo nuestro sería un fácil cuento de hadas —a Alex le sorprendió mucho la respuesta de Sara.

—Lo siento mucho, y por mis amigos también. Tendría que haber ido —se disculpó finalmente él—. Este domingo te juro iré a verte, pase lo que pase.

—Está bien.

Dicho aquello los dos se quedaron unos instantes en silencio, durante un buen rato que Alex disfrutó mucho, la había echado de menos.

—Pues el domingo nos veremos.

Sin decir adiós se fue, y a Alex apenas le dio tiempo de recopilar la información de aquellos últimos minutos. Lo único que hizo fue mirar cómo se alejaba hasta desaparecer de su vista.

Alex volvió a reaccionar en cuanto una gota le cayó en la cabeza. Empezaba a jarrear, tenía que volver rápido dentro de la casa. Por el camino se encontró con varios obstáculos, como charcos, pero consiguió entrar en casa antes de que se pusiera a llover más fuerte.

Solo en aquel momento se paró a pensar y contempló la triste pero cierta posibilidad de que todo aquello solo hubiera sido un sueño, y su sonrisa se borró de su cara.

Sueña conmigo, por favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora