Capítulo 28.

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Cuando Alex se despertó, tuvo una extraña sensación. Era aquella sensación que solía tener cuando no estaba en algún lugar conocido, y estaba claro de que el sitio donde estaba tumbado no era su cama...

Intentó frotarse los ojos para despejarse, pero unas manos le retuvieron. Alex parpadeó varias veces para intentar ver algo, pero la luz del día le hacía demasiado daño en los ojos. "¿Estaré soñando? –se preguntó-. ¿Serán otra vez ellos torturándome?"

Pero en vez de seguir pensando cosas, dejándose llevar por su instinto, abrió los ojos de golpe e intentó mantenerlos así, abiertos como platos hasta que le empezaron a llorar. Ni de aquella forma había conseguido ver nada. Antes de que se diera cuenta, unas delicadas manos limpiaban las lágrimas que brotaban por sus ojos a causa de la luz del día.

Unos minutos después empezó a ver formas, estaba en el último sitio donde se hubiera imaginado... ¿El hospital? Pero si él solo había tomado un par de pastillas para poder dormir bien, y allí estaba. "¿Qué hago aquí? –aquello lo intentó decir en voz alta pero no le salió."

-Tranquilo Alex, estamos aquí –logró oír a su madre decir aquello, pero no sin un gran esfuerzo.

-Ma... Mamá –logró decir por fin Alex- Qu... ¿Qué estoy haciendo aquí?

-Tenemos que hablar muy seriamente –dijo el médico con una voz de enfado que le extrañó a Alex.

-Vale... -dijo Alex unos instantes después, algo asustado.

-Volveremos en diez minutos, estate bien despejado para cuando lleguemos –dijo el médico con una voz rotunda, y saliendo seguidamente por la puerta.

Su padre salió un poco después que el médico, pero no sin darse la vuelta para mirar de  nuevo a su hijo. Tenía una mirada que Alex nunca podría interpretar, era algo extraña. Su madre esperó un poco más y le dio la mano.

-Al menos dinos por qué –dijo su madre medio llorando justo antes de abandonar la habitación.

"¿Decirles por qué? –Pensó Alex-. ¿De qué están hablando?" Alex estaba más confuso que nunca, no entendía nada de lo que había pasado en los últimos minutos. ¿Por qué todo era sumamente raro en aquellos momentos?

Se estaba empezando a poner nervioso, y todas las partes de su cuerpo estaban sudando; aunque en realidad estaba helado. Intentó incorporarse pero un dolor increíble le recorrió toda su parte frontal, así que decidió no moverse.

Esperó ahí tumbado dando vueltas y más vueltas a todo lo que había ocurrido y le habían dicho, pero no sacaba nada en claro. 

De repente oyó la puerta y esperó a que el médico fuera a hablar con él, pero no era el médico. Fuera quien fuera venía corriendo hacia él, pronto sabría quién era aquella persona que había roto su intimidad de un momento para otro y sin previo aviso.

Pero  nadie dijo nada, aunque Alex podía sentir perfectamente que esa persona estaba observándole desde muy cerca...

-¿Quién está ahí? –dijo Alex con voz desafiante-. Por favor acércate.

Quien fuera le había oído, y se acercaba a él silenciosamente, sin decir nada todavía; por eso cuando Alex vio su cara se sobresaltó. 

-¿Sara? –preguntó confundido, se supone que estaba despierto. O eso pensaba él.

-¿Cómo se te ocurre hacer lo que has hecho? –Preguntó Sara-. ¿Estás loco?

-Lo siento, no sé por qué todo el mundo me dice eso –dijo Alex tímidamente-. Pero lo primero es lo primero... ¿Dónde estás? ¿Estás bien? Iré allí corriendo si hace falta.

Sueña conmigo, por favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora