Capítulo 32

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— Papi, ¡Qué guapo estás hoy! — exclamó la Ravenclaw al encontrar al pocionista en un pasillo.

— Cualquier que te escuchará no creería que soy tu padre ni que estoy guapo — respondió Snape ácidamente.

Amy rió divertida.

— Solo usted le hace caso a lo que piensa la gente, padre — se acercó y le dió un corto abrazo a su padre — te amo, papi, no lo olvides.

A Severus se le formó una enorme sonrisa, se sentía muy satisfecho al pensar que lo amaban, que las personas más importantes de su vida lo amaban.

Habían pasado algunas semanas desde lo ocurrido con Theodore Nott, y Amy parecía ya olvidarlo, después de eso cortó toda amistad con él, y lo único que el chico recordaba era que había besado a su amiga y que ésta lo había rechazado, lo que ocurriría o las demás consecuencias se verían más adelante.

Por otro lado, Severus había estado recibiendo las cartas con regularidad, y la única conclusión que llegaba era que esa chica sí estaba muy loca. Todas las cartas que hasta el momento había recibido le habían llenado de esperanza y se sentía feliz de ser el confidente de aquella chica demente.

Y en todo ese tiempo Severus no había dejado de pensar un solo instante en su hija. Le había sorprendido mucho la actitud de ella, desde que le había pedido que vivieran juntos, eso era imposible, él se sentía incapaz de cuidar de un niño, de tenerlo a otra persona en su casa, él estaba muy acostumbrado a su acogedora soledad.

Y la idea de tener a Amy viviendo con él le resultaba muy complicado, no quiera ni estaba acostumbrado a vivir bajo el mismo techo con alguien, había estado solo físicamente desde que su madre y Tobías Snape habían fallecido.

Amaba a su hija, pero no estaba preparado para vivir con ella.

Y además, él pensaba que todo en la vida de Amy era raro, prácticamente no le había importado hacerle esa propuesta a su padre sin el consentimiento de su mamá.

No conocía a la señora Dempsey y no creía que a ella le agradaría estar sin su hija en las vacaciones de verano.

Y además, las vacaciones de verano era el tiempo en el que él descansa de las estupideces de los mocosos y planeaba eso, descansar. Y... No se haría cargo de Amy.

¿Entonces qué podría hacer él para decirle que no?

Era una pregunta que cada vez le estaba taladrando el cerebro. La quería mucho, pero no estaba seguro de tenerla en su casa. Y además su casa era demasiado fría y oscura, seguramente eso no le agradaría a la niña y como la casa estaba muy vieja, Amy podría tener un accidente, y él no pensaba cargar con eso en su conciencia, sin contar que la madre de Amy lo mataría si eso llegase a ocurrir.

La identidad de esa mujer era un misterio para él, lo que sabía de ella era esto:

* Es la madre de Amy.
* Esposa de un mortífago.
* No era de Londres, porque el apellido no era conocido en el mundo mágico.
* Perfeccionista y loca.

Y eso que él consideraba que no era de caballeros llamar de eso modo a una dama. Pero la identidad de esa mujer realmente le interesaba, y quería descubrirla.

El caso era que, Severus buscaba muchas excusas para no llevar a vivir a Amy con él. 

Y lo que más le molestaba era que no sabía cómo decirle que no y la reacción que ella podría tomar. Y con este pesar siguieron pasando más días.

***

Papi...

— ¿Qué ocurre? — preguntó Snape bajando el libro que estaba leyendo.

¡¿Quién demonios me envía estas cartas?! #2 CASSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora