Capítulo 20

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Amy estaba confundida y molesta, le era increíble que Harry pensara que ella tuviera otros sentimientos hacia su padre, era algo que realmente le había incomodado, no pensaba permitir que alguien más pensara eso, tendría que hacer algo; además que, al fin había descubierto el porqué la Weasley la odiaba tanto, le parecía gracioso,aunque a ella ni siquiera le interesaba Harry y menos ahora, estaba muy molesta con él.

Con pasos lentos y un poco torpes iba hacia su Sala Común, el día le había sido muy cansado y sólo quería llegar a su dormitorio para terminar de arreglar sus deberes para el día siguiente y dormir, pero cuando estaba entrando en su Sala Común sus planes fueron truncados.

— Amy — la perfecta se acercaba a ella, le pareció que se llamaba Penélope — el profesor Dumbledore te manda llamar, ve antes y... evita meterte en problemas, chica.

Okay, gracias — agradeció y salió de la sala, preguntándose para qué le llamaba el director.

Llegó ante la gárgola y recordó que no sabía la contraseña, se sintió frustrada ante eso cuando de repente la gárgola comenzó a moverse hacia arriba, aun sorprendida pero no queriendo perder más tiempo, Amy subió y la gárgola la condujo hasta el despacho del profesor Dumbledore. Tocó la puerta y escuchó la amable voz del anciano invitándola a pasar.

— ¡Señorita Dempsey, qué gusto verla! — saludó demasiado emocionado el directo, a lo que Amy sólo logró sonreír un poco.

— Buenas tardes, profesor Dumbledore — el profesor había llegado donde ella y la conducía a tomar asiento.

— No me esperaba esta visita, ¿gusta caramelos? — un plato lleno de caramelos de chocolate con cacahuate quedó frente a la niña.

— Son mis favoritos, gracias profesor Dumbledore — agradeció Amy mientras desenvolvía uno de los dulces y lo metía en su boca.

— ¿ En que puedo ayudarla, señorita Dempsey?  — Amy lo miró sorprendida.

— Bueno, usted me mandó llamar— Dumbledore le sonrió afable cruzando los dedos por encima del escritorio.

— Es cierto, ¿tienes alguna idea del porqué lo hice?

— La verdad, no.

El viejo mago la contempló por unos momentos, Snape no hubiera tardado en decirle “dilo de una vez” sonrió ante su ocurrencia.

— Claro. Amy. Quiero que hablemos sobre la relación que tienes con el profesor Snape. Quiero que me aclares algunas cosas.

— Lo que usted diga, profesor.

— Siendo así, ¿va todo bien entre ustedes?— pregunto el amable profesor.

— Mejor que nunca, me hace muy feliz estar cerca de él, lo quiero mucho — respondió la niña con total sinceridad.

Albus la escuchó atento, consciente que ella estaba siendo honesta, y le alegró saber que había alguien más que apreciaba a su muchacho.

— No sabes lo satisfecho que estoy de saberlo. Cuídalo y ámalo, él lo necesita.

— Así lo haré.

Amy fijó su mirada en el exterior, ya había anochecido, y afuera corría el frío viento de mediados de diciembre.

— Amy, hay algo que ha mantenido ocupados los pensamientos de Severus, quiero que estés al pendiente de él...

— Lamento interrumpirlo, profesor, ¿pero qué es?

— Considero que sólo él podrá contártelo.

— ¿Y si no lo hace? ¿Cómo podré ayudarlo?

¡¿Quién demonios me envía estas cartas?! #2 CASSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora