Sentada en su escritorio, Michelle Lupi Doyle recibió un comunicado desde su computadora. Leyendo con atención, se sorprendió.
Otra inesperada visita llegaría a Mendoza, un extranjero de cargo importante estaba en camino; pero Michelle, tenía que atender a otra persona todavía más importante, en un lugar acordado.
Ojeo la hora en su celular, tomo su bolso, y se marchó del edificio. Condujo hasta una heladería de productos artesanales. Se sentó en un asiento, dándole la espalda a otra clienta bien vestida de saco negro y camisa blanca.
No había más clientes, solo ellas dos. Asegurando esta situación, el vendedor salió del puesto, dando vuelta un cartel en la puerta de "abierto" a "cerrado", y cerrando con llave al salir del local, dejándolas a ambas señoritas solas.
— ¿Novedades? —dijo la mujer de atrás.
— Si. Hoy viene un embajador de Estados Unidos —contesto la agente especial de GECS.
— Interesante. No debes dejar que te endulcen la oreja, probablemente quieran llegar a algún trato que solo los beneficie a ellos a largo plazo —afirmo la misteriosa mujer, comiendo su delicioso helado de chocolate con pasas de uvas.
— Renata, sabes perfectamente que no soy buena con las negociaciones —confeso Michelle, nombrando a su mejor amiga por el nombre falso.
— Te dije que puedes llamarme Celeste de nuevo. Esta heladería es de tu familia, no hay cámaras ni micrófonos, no hace falta ser tan precavido. Ahora, volviendo al tema, deberás poner toda tu concentración en las palabras que utilice este invitado, para descubrir entre letras que planean —asesoro la mujer Leone, sin mirarle al rostro a su aprendiz de GECS.
— Puede ser seguro este lugar, pero la agencia tiene ojos en todas partes. Además, me ordenas todo esto como si fuera fácil —expuso la elegante señorita Doyle, posando sus finos dedos entre su flequillo cuadrado—, siempre desconfiaron de mí, por ser británica —sostuvo, dudando aún más sobre sí misma, mirando desconcentrada el vaso de agua frente a ella, que reflejaba su triste rostro.
— Sigues siendo una muñeca de porcelana fácil de romper. Eres una maquiavélica, utiliza tu don de la deducción que te otorgo tu noble linaje familiar para protegernos a nosotros y este país —manifestó Celeste Di Leone, subiendo un poco su tono de voz en palabras que le dieron aliento a su amiga.
Ambas se levantaron al mismo tiempo, diciendo de forma sincronizada: "El león y el lobo aúllan y rugen juntos persiguiendo a Altaír, intentando atraparlos hasta llegar al horizonte final". Luego de recitar el lema familiar que une sus dos familias, ambas se marcharon sin mirarse como desde el inicio del reencuentro.
Volvió al edificio de GECS, ya inspirada. Uno de los cadetes le notifico la llegada del embajador estadunidense, quien hacia una hora estaba esperando junto a más agentes de alto mando, por la ultima representante.
Abrió las puertas de vidrio del gran salón, topándose con una larga mesa marrón en medio. Todos los miembros importantes de la agencia y personal del embajador voltearon su mirada a Michelle, tachándola de mujer irresponsable por llegar tarde a la reunión.
— Disculpen la tardanza, el trafico estaba horrible —se excusó, buscando su asiento vacío.
— Que extraño, creo recordar que hace unas cuantas horas atrás usted estaba en las instalaciones. ¿Por qué abandono su puesto en horas laborales?, ¿acaso tuvo que atender algún caso importante? —inquirió Carlos Ruiz, haciendo preguntas incomodas con aires de buscar pleito.
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HORIZONTE FINAL
Ciencia FicciónCuando su padre murió, lo único que este le dejo fue una bala dentro del cráneo. Nero, es un estudiante de secundaria viviendo en una ciudad con grandes misterios, descubrirá uno de esos enigmas, uno que le llevara a adentrarse en las tinieblas del...