Capítulo 28: Grandes mentes luchan por igual

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En el este, cerca de la costa, un grupo familiar agonizaba. Dos niños y sus padres juntos de cada lado. Merlín los observaba, sosteniendo un libro de cuero negro en el que escribía sin parar con una pluma roja.

Caminando dando pasos silenciosos, se detuvo a metros del repudiado. Caliel, el serafín que todo lo escucha y todo lo perdona, analizaba con intriga desde la lejanía.

— ¿Estas induciéndolos dentro de un forzado sueño que solo tu controlas? —pregunto él.

Merlín sonrió sin voltear, estaba casi con su rostro sumergido en el libro. Pasaron unos segundos, termino de escribir y cerro el libro con cansancio.

— Ya fallecieron. Les hice creer que nada sucedió, que sus últimos segundos de vida la pasaron juntos viviendo momentos tan felices para que se fueran en paz —contesto, con una mirada imposible de descifrar, sin saber si sus acciones eran por pura vanidad, arrepentimiento, o por morbo—. No es mucho, pero es lo único que puedo hacer por aquellos que se aferraron demasiado a la vida hasta presenciar lo peor de ella.

Pensamientos sin ningún ápice de perversidad, eso creía Caliel ante las palabras del repudiado. Esto le hizo bajar la guardia, acercándose inofensivamente.

— Eres un ser benevolente, a pesar de tu oscura naturaleza. Si deseas cambiar, puedo ayudarte. Las puertas nunca están cerradas para aquellos arrepentidos que desean transitar el camino correcto —dijo el serafín, extendiendo su mano.

— ¿Sabes porque somos "Los Doce Grandes"? —manifestó Merlín, guardando su pluma bajo su saco— Es porque somos los únicos seres humanos con capacidad de soportar la maldad que habitan en nuestros corazones, sin que las maldiciones nos corrompan y nos convirtamos en demonios. Podemos utilizar la oscuridad, como ustedes pueden usar la luz. Solo somos humanos que, sin delirios de grandeza, lograron marcar la diferencia entre lo débil y lo fuerte. Es por esto que servimos a las tinieblas, Los Doce están ligados eternamente a responsabilidades que nunca aceptamos, las cuales son servir y proteger. Somos iguales a ustedes, esclavos con distintos amos, y sin embargo se creen mejores que nosotros.

«Siempre los he odiado. ¿Ustedes saben lo prejuiciosos que son?, basándose en solo la naturaleza para determinar que es malo o bueno. Nada estuvo escrito en el principio de los tiempos, cuando la existencia comenzó ninguna acción era mala o buena, son ustedes bajo sus propios ideales que se basan en aquello denominado oscuridad o luz. ¿Es realmente buena la luz? —sulfurado, le cuestiono al serafín.

El serafín bajo su mano. Miro con tristeza al demonio frente a él y le contesto:

— Tus filósofos pensamientos son bastante humanos, son dudas que la humanidad más dubitativa sobre todo lo que les rodea se han planteado, juzgando y señalando sobre si lo que está frente a ellos es "real o no real", porque que somos sino más bien seres compuestos de átomos, que al final cuando morimos seguimos siendo materia. Entre tú y una piedra debes pensar que no hay diferencia, después de todo somos seres compuestos de carbono, pero con distintos componentes —Caliel se arrodillo tomando un poco de arena—. Dios hizo al hombre del polvo de la tierra, somos humanos cuyos materiales están compuestos precisamente por los mismos, como al igual estamos hechos físicamente de lo que transcurre en una estrella cuando explota.

Confundido con las analogías y las parábolas del serafín, Merlin también bajo la guardia, acercándose sin hostilidad. Se agacho un poco, observando la tierra caer desde la mano de Caliel.

«Lo único que nos hace distintos mi estimado, es que poseemos el mayor regalo que Dios nos ha otorgado, y es el alma. Aquello que nos da vida, que nos hace saber cuándo morimos para diferenciarnos entre piedras, son nuestras almas. La propia existencia de nuestra vida como también razonamientos lógicos, está ligado a la existencia del ser más poderoso, más amable e infinito que existe. Somos seres finitos, y sin embargo el concepto del infinito como muchos otros que escapan de nuestra imaginación, son hechos imposibles ante una ocurrencia humana. Esta sabiduría nata nos la ha puesto Dios en nuestras mentes, al igual que la definición de todo lo malo y todo lo bueno.

HORIZONTE FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora