Acompañada de un gran puñado de agentes de la interpol, junto a Celeste, la detective Michelle Andrómeda Lupi Doyle irrumpió en el Pentágono.
Las mujeres Leone llegaron hasta la capital de Estados Unidos, al terminar sus preparativos en el edificio para comenzar a abrir la caja de pandora del mundo.
Invadiendo una gran oficina lleno de secretarios, políticos, y líderes militares. Mismos que debatieron en una decisión unánime sobre el lanzamiento del misil hace cinco años en tierras argentinas.
— Todos están bajo a arresto, por cargos del crimen de guerra como cómplices del terrorista Carlos Ruiz —declaro ella, con la orden de papel en su mano.
Entre las personas sentadas, un hombre corpulento se levantó intentando escapar, pero fue detenido por los oficiales.
No era nada más y nada menos que aquel sujeto de alta estatura, con cabello erizado pelirrojo invadido por grises canas, quien sirvió a GECS como suboficial mayor, ganándose su puesto por su buen humor, sentido de justicia y confiabilidad. Un perfil que le llevó años desarrollar, hasta que topo con un dedo en su trasero, Michelle.
Intentó ganarse su confianza, hasta conquistarla para ensuciarla de alguna manera, y quitarle su puesto laboral, ¿el objetivo?
«Querías total acceso a los archivos confidenciales de GECS, una información de nuestro organismo de seguridad privada. La cual proporcionarías al gobierno de tu país, o al menos un sector bastante interesado —hizo énfasis la detective, esposándolo.
«Como fracasaste, enviaron a aquel embajador para negociar. Las negociaciones fueron exitosas, hasta que ataco Longinus, quienes no esperaban encontrarse con ustedes involucrándose en GECS. Arruinando todo el plan, atacaron usando su arma experimental, suprimida hasta en drogas por resentimiento, usando la excusa de "combatir el terrorismo para evitar una amenaza a escala internacional". Entraron en conflicto con los infiernos, y ahora por eso quieren invadirlos».
Arrojando a Carlos hacia una mesa con rudeza, término esposándolo al finalizar su declaración sobre los hechos desvelados. Un alto mando político se precipito, abrumado comenzó a gritarle intentando rebatir.
— ¡No tienen pruebas de nada! ¡Ni siquiera sabíamos que él trabajaba antes para ustedes!
— ¡Esto es inaceptable! ¡¿Tienen idea de quiénes somos nosotros?! —otro sujeto se sumó, incentivando a los demás.
— Todos ustedes están condenados, irán a la cárcel por falsas acusaciones.
Manteniendo la compostura, entre todo el griterío la detective hablo pausadamente con su frente en alto, demostrando una inmensa autoridad respetable.
— Dejen de hacerse los tontos, todo este sector fue el mismo en desarrollar el arma nuclear de destrucción masiva llamada "torre de Babel", la cual nunca terminaron porque fueron atacados. Los sujetos con quienes experimentaron siguen vivos, confesaron todo, dando caras y nombres, como también los atacantes.
«Todos estos años estuvimos esperando este momento, en el que dejaran un cabo suelto: La bomba —develo Michelle.
«"Irán todos presos por falsas acusaciones", por favor, que patético. Su espléndido agente Ruiz, plantó una bomba en el coche de Celeste Di Leone, revelando así unos explosivos los cuales jamás son exportados aquí, pues se tratan de uso completamente militar, del sector estadounidense claro, ¿y quién es la única persona con acceso? La cual ocultó su nacionalidad, ¿junto a más datos para infiltrarse?: Carlos Ruiz.
«Nos negamos a mover las piezas de ajedrez, hasta tener motivos personales para incriminarlos, esperamos, y nos los dieron —manifestó ella, terminando con una risa sarcástica pero gustosa para sí misma».
Uno de los líderes militares sacó pecho, quitándose su gorra mostrando su cabello rapado, el hombre caucásico enfurecido se opuso contra la detective.
— ¿Quién carajos eres? —preguntó él.
— Soy Michelle, líder de la segunda organización de seguridad internacional privada más poderosa del mundo, "Difesa Leone" o mejor conocido como GECS —dio su carta de presentación, sonriendo con superioridad.
— Intentar atacarnos, metiendo un agente encubierto fue su peor error —declaró Celeste, posicionándose junto a su compañera.
Todos los acusados fueron escoltados por el personal de la Interpol, junto a varios agentes de GECS uniformados, los cuales aparecieron después.
Su uniforme consistía en un traje militar camuflado oscuro, con un logo de león de perfil estampado en ambos antebrazos.
Terminando así la intervención, las Leone se dirigieron acompañadas del personal GECS hasta una sala de control oscura con varias pantallas dentro del Pentagono, donde se encontraron con Caliel.
— Ya encontré el archivo —dijo él.
Reproduciendo en una pantalla un video de seguridad, se mostraba el ataque de Blu al lugar hace años, luego otro de Nero destruyendo un laboratorio, quemándolo todo con fuego negro a su paso sin dejar rastro o supervivientes.
— ¿Qué es eso? —preguntó Celeste, arrimándose con indignación ante los monitores.
— Fue hace cuatro años. Reg destruyó todo sobre la droga experimental que extermina TelumDeis para evitar futuros contratiempos. El otro video es de tu padre, Blue, de hace casi quince años cuando rescato a las Turner —confeso Michelle, borrando el archivo—. Claro que nunca supieron quien fue, pero ahora que nos mostraremos al mundo con este juicio hacia el estado, necesitamos también nosotros limpiar cualquier evidencia que puedan usar contra nosotros.
— Nunca lo sabrán. Uno de los motivos de venir aquí también fue para eliminar nuestro cabo suelto —expresó Caliel, apagando el monitor.
Saliendo de la base, se encontraron con el presidente de Estados Unidos, quien estaba totalmente absorto sobre lo sucedido. Nunca tuvo idea sobre lo que tramaban esas personas a sus espaldas, ofreciéndose el mismo a cooperar para traerlos ante la justicia.
— ¿Puedo ayudarlas en algo más? —sugirió él con sincera amabilidad.
— Si. Quisiéramos que se preparen pilotos de la armada para atacar a Nueva Sodoma. Necesitamos todo el apoyo posible para recuperar América —contesto Celeste sin dar lugar a pausas.
— Tendrán nuestra cooperación, les otorgaremos los grupos disponibles que estén fuera del servicio de protección de fronteras. Esperamos que no sean tan severos con los castigos por los crímines de nuestros corruptos dirigentes, como también total discreción sobre el tema sin llegar a los medios de comunicación masiva —estableció el presidente estadounidense, subiendo a su vehículo oscuro.
— Lo será, aun si este resulta ser el juicio final, mantendremos este asunto resolviéndolo a puertas cerradas con jueces y fiscales confiables —aclaro Michelle.
Subiendo la ventana de vidrios polarizados, terminaron la conversación con el líder político. El vehículo presidencial arranco, dejando el lugar.
— Todos los preparativos están listos, solo falta confirmación de Nero para comenzar —formulo Caliel, acercándose a las damas Leone.
— Resulto bastante conveniente. Sin la intromisión de estos imbéciles, no hubiéramos tenido un apoyo total de este país bien armado para contraatacar a Lucien —manifestaba Celeste, prendiéndose un cigarrillo.
— No sé si fue el destino, o pura casualidad que se dieran estas excelentes circunstancias —añadió el serafín.
Desde el bolsillo de Michelle, su celular comenzó a sonar. Al verlo, atendió de inmediato: Era su esposo.
— Tienen confirmación, comenzaremos la invasión para recuperar el territorio cuando ustedes estén preparados —dijo Nero.
— Danos veinticuatro horas. Ahora mismo te enviaré un archivo para coordinar todo nuestro plan, Reg —contestó ella.
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HORIZONTE FINAL
Ciencia FicciónCuando su padre murió, lo único que este le dejo fue una bala dentro del cráneo. Nero, es un estudiante de secundaria viviendo en una ciudad con grandes misterios, descubrirá uno de esos enigmas, uno que le llevara a adentrarse en las tinieblas del...