Viaje

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AVISO: ESTE CAPITULO INCLUYE TEXOS EXPLICITOS NO APTOS PARA MENORES DE EDAD, SI TIENES MENOS DE 18 AÑOS, GRACIAS POR TU PREFERENCIA PERO POR FAVOR NO LEAS EL ULTIMO APARTADO.

El reloj de su muñeca marcaba las 4: 10, debían haber despegado desde las 4 am, suspiro y se recostó mejor en el asiento.

-Señor, su prometido llego con bien- anuncio un joven mientras ingresaba en el avión, y le traía un café a la mesa de centro – en 10 minutos despegaremos- y paso a retirarse.

Se sentía impaciente, hasta cierto punto nervioso, dentro de su estómago había una sensación de incomodidad al saber que pasaría 8 horas junto a ese omega. Y por otro lado su alfa deseaba verle, deseaba aspirar ese aroma por lo menos una vez más, deseaba reclamarle como suyo en todas las maneras posibles, y eso era lo que parte racional odiaba. Se sentía maldecido, ¿Por qué en un momento tal difícil de su vida, su alfa jugaba al destinado?.

El tiempo fuera le haría bien, alejarse de todo por un momento tal vez le permitiría aclarar su mente, aunque en esta ocasión un polizonte rubio le acompañara en sus merecidas vacaciones, recordó la última vez que tomo vacaciones, o por lo menos eso trato ya que al parecer fue al cumplir sus 24 y él ahora tenía 27.

Cuando menos lo esperaba vio a entrar al chico rubio al avión, sus ojos apenas creían lo que veían, deseaba ver aquellos ojos azules desafiantes que tenía cuando lo acogió, ansiaba verle de pie, elegante como el día de su cena de compromiso, pero, en su lugar vio una imagen que le impacto, el joven llevaba un conjunto deportivo de una reconocida marca, su cabello rebelde le caía sobre uno de sus ojos, que a simple vista se le veía amoratado, con un aureola verduzca donde comenzaba a sanar, su mano colgaba de su cuello en un soporte para su brazo herido.

Su alfa enloqueció, quería correr y tomarle entre sus brazos, se arrepintió de no haber marcado el cuello de su padre, se arrepentía profundamente de no haberle fragmentado el cuello en dos. Podía sentir los bufidos de su alfa, estaba gruñendo en su interior, estaba sumamente molesto.

VEN – retumbo por toda la habitación, el rubio estaba asustado, pero al no estar marcado, no tenía otra opción que obedecer la voz de mando de un alfa. Su garganta se sentía seca, le quemaba. Sobre su frente escurrían gruesas gotas de sudor, sus pupilas estaban dilatadas, era la primera vez que oía la voz de mando de un alfa, no podía negar que era lo peor, se sentía aterrado, ofuscado de la sensación de ser dominado, los fríos ojos negros le escudriñan, le juzgaban, le negaban la oportunidad de una defensa, había sido sentenciado. Un gimoteo lastimero salió de sus labios de manera involuntaria, su omega chillaba de dolor, se sentía miserable, la manera en que ese alfa le veía, le hacía sentir repudiado, rechazado.

Camino por el pasillo de abordaje, sus pies se arrastraban hasta una amplia sala, el alfa esperaba en uno de aquellos finos sillones crema, situados unos frente a otros, no paro hasta estar delante de él.

El alfa aclaro su garganta- siéntate... por favor- el cambio en su voz había sido evidente, estaba vez era solo él, el rubio obedeció, se moría de ganas de decirle que no era necesaria tanta rudeza, después de todo no tenía otras opciones.

Se quedaron ahí un par de minutos, el rubio tenía la mirada gacha, observaba aquel par de zapatos del alfa, se veían tan caros, seguramente más que su dote misma, de un color ámbar, perfectamente bordados, hacían juego con el abrigo que el alfa llevaba, prefería estar así, callado, con la vista clavada en aquella algodonosa alfombra, esperando que el crudo ambiente pasara rápido, o por lo menos no le afectara más de lo que acaba de suceder.

¿Cómo estás?- aquella pregunta saco al oji azul de sus pensamientos, la voz de aquel alfa era perfecta, varonil pero a la vez suave, aterciopelada, como una fría nota musical, sin levantar la vista del suelo respondió.

IndemnizaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora