Jeque

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Irían de 4 en cuatro en los autos, 3 en total salieron de la casa en la playa, el rubio fue el primero en elegir auto, una mano firme y no esperada se posó en su espalda media y le guió al primer coche azul marino, era un auto en un modelo y marca que nunca había visto, lujoso y que a su ver era sumamente veloz.

Solo dos cabían en ese auto, el alfa le abrió la puerta del copiloto, el rubio dudoso subió - evitemos otro accidente- le dijo tan cerca de su rostro que no supo si lo que hizo clic fue su cinturón o su corazón.

El motor rugido suavemente e iniciaron su camino al muelle, eran tantas veces las que habían estado en esa situación que le parecía bobo no haberse acostumbrado, seguramente el silencio reinaría entre ellos de nueva cuenta.

¿Hay alguna música en especial que te guste?- le pregunto amablemente el pelinegro.

Para serte sincero rara vez escucho música- un aire de tristeza se estableció en los ojos del rubio - en el orfanato no nos permitían tener aparatos electrónicos, así que solo podíamos escuchar música en la calle o en el trabajo.

Bueno si no tienes una preferencia, podemos oír de varios géneros, con el tiempo descubrirás tu preferido- el alfa no le veía, a diferencia del rubio que le observaba de reojo, el Uchiha llevaba lentes obscuros y en el había un toque de paz.

¿A usted que música le gusta?- pregunto el rubio nervioso.

De todo un poco, pienso que el mundo musical están amplio para limitarse en un solo género, por eso- le pasa el celular al rubio- hoy tú eliges.

De la amplia lista de reproducción el rubio eligió aquella que le pareció más interesante, era una canción sin letra, sumamente relajante, tanto que el ambiente se volvió ligero y hasta ameno.

Amo- el rubio trago saliva, no sabía si valía la pena evocar el recuerdo vergonzoso de lo que había pasado en la casa- quiero disculparme por lo que paso en la casa, no sé si lo que hice está mal, si lo ofendí me disculpo, como usted sabe soy ignorante y la mayoría del tiempo no entiendo las situaciones así que en el futuro le prometo que no volverá a suceder.

Era un asunto delicado, el alfa quería explicarle lo que había hecho, de verdad quería decirle pero algo le impedía hacerlo, siempre había estado solo, no había tenido hermanos pequeños ni amigos menores a su edad, el daba por hecho que si no te enseñaban en la escuela con la convivencia diaria con tus iguales esas cosas sobre tu sexualidad se aprendían.

No me ofendiste- dijo mientras se sentaba más firme en su asiento- lo tome como un alago, sin embargo no estuvo bien.

El resto del camino hablaron de trivialidades, el canal de comunicación entre los dos había mejorado, el rubio acaparaba la mayoría, el pelinegro daba comentarios cortos. Lo que era cierto es que ambos estaban disfrutando mucho el momento.

El muelle despuntaba cuesta abajo, aparcaron el coche a la orilla del mismo, anclado y con el puente de abordaje desplegado estaba un yate sumamente lujoso, para el omega era realmente deslumbrante, sumamente elegante, aerodinámico, tan alto que tenía tres plantas y una cubierta con piscina.

Es bonito ¿no?- le pregunto el alfa, cuestión que le cayó por sorpresa, no sabía si la palabra bonito fuera una descripción que encajara con lo que veía.

Yo diría sorprendente- dijo el rubio aun si poder decir más.

El alfa se llenó de orgullo, una cuestión primitiva se ponía en juego, se sentía un proveedor para aquel omega, tal como un pingüino que construye su nido con las mejores rocas, le demostraba al omega que era un macho digno para ser elegido y no uno cualquiera si no el mejor de sus opciones.

IndemnizaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora