08: Tregua

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El sonido que hacía el teclado bajo sus dedos era lo único que se escuchaba en la oficina, todo estaba en silencio, como si nadie se encontrara en ese lugar. Finn llevaba algunos días en la misma situación, llegaba y se encerraba hasta pasada la hora de retirarse, algunos empleados ya comenzaban a tener la sospecha de que Finn se quedaba a pasar la noche, pues, su rostro cansado y su apariencia bastante desaliñada los ayudaba a creer que fuera una posibilidad.

Sin embargo, la verdad no estaba tan lejana de esa teoría.

Desde la conversación que había tenido con Sadie y Caleb, Finn los había estado evitando. No podía negar que ese par había abierto una puerta en su interior que le estaba siendo bastante difícil cerrar, era como si el bicho de la curiosidad e incertidumbre le hubiera picado sin darse cuenta, pues, desde entonces, no había dejado de pensar en toda la situación que tenía con Noah. ¿Le gustaba su mejor amigo?, aún no lo sabía, aunque en ocasiones, sentía tener la respuesta frente a sus narices pero decidía hacerse el ciego y pasarla olímpicamente por alto. Tenía miedo, muy en el interior sabía que por ello se negaba a aceptar esa respuesta, ignorando que el único perjudicado de todo ello era Noah.

Desde ese mismo día, también había estado evitando a Noah. Solo lo había visto un par de ocasiones por su torpeza y cada vez que lo hacía, no podía evitar imaginarse a sí mismo besándolo, últimamente sus labios le parecían bastante llamativos y tentadores, demasiado para su situación. Por ello trataba de no verlo, no quería saber que podía hacer si no se controlaba.

Por esas razones, había decidido resguardarse en su oficina y con Jack. Entre ambos había surgido una buena amistad desde la última conversación que habían tenido, Finn sentía que con él podía hablar de manera objetiva, sobretodo porque había descubierto que el chico era psicólogo, así que algunas veces tenían consultas por mensajes, llamadas o presenciales.

Jack lo había estado escuchando y ayudando sin problema alguno y eso había facilitado a Finn el ver la realidad de una mejor manera, aunque claro, con lo cobarde que se había convertido, prefería dejar que la verdad que había descubierto con ayuda de Jack, se quedara entre ellos. Aun cuando el joven psicólogo le decía que debía dar a conocer todo lo que sentía, Finn prefería no hacerlo, no quería estropear las cosas si es que eso aún era posible.

Suspiró dejando descansar su mente por un momento, ni siquiera comprendía de qué iba el documento que estaba redactando, solo estaba escribiendo sin pensar realmente en las palabras que ahí colocaba, no podía evitarlo, su mente estaba concentrada en Noah. A veces pensaba en llamarle para decirle que tenían algo importante de que hablar, sin embargo, siempre terminaba soltando el teléfono antes de marcar su número.

El sonido del teléfono de la oficina lo alarmó sacándolo de sus pensamientos.

―¿Diga? ―respondió. ―¿Brown? No, realmente no me suena ese apellido, ¿segura que quiere hablar conmigo?... De acuerdo, hazle pasar.

Finn terminó la llamada y guardó lo que tenía de avanzado en el documento, luego se concentraría y leería realmente para arreglar lo que sea necesario. Acomodó su chaqueta al colocarse de pie y caminó hacia el centro de la oficina para esperar.

La puerta se abrió dejando que su secretaria ingresara y detrás de ella, entró aquella joven que a Finn le hizo fruncir el ceño.

―¿Puedo ofrecerles algo de beber? ―cuestionó la mujer que para Finn trabajaba; ambos negaron, así que esta asintió y retiró dejando a la pareja a solas.

―De todas las personas que posiblemente tienen ese apellido, jamás me imaginé que fueras tú. ―comentó con algo de burla. Un ademan fue lo único que hizo para invitarla a tomar asiento mientras que él regresaba al suyo. ―¿Qué te trae por aquí?

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