―¿Dónde estabas? ―la sonrisa que Noah traía en su rostro desapareció apenas escuchó aquella pregunta. Suspirando prefirió ignorarla y cerrar la puerta del departamento. La llave la depositó en el llavero y comenzó a caminar hacia el pasillo que lo llevaba hacia su habitación. Sin embargo Finn le interrumpió sujetándolo del brazo. ―Te he hecho una pregunta, Noah. ¿Dónde estabas?
―No es tu asunto, Finn.
―Claro que lo es. Vives conmigo, es mi asunto. Eres mi mejor amigo, así que responde. ―el castaño lo miró y comenzó a reír soltándose de su agarre. El azabache se sorprendió ante aquella acción, pues nunca había visto a su mejor amigo de esa manera. ―¿Noah?
―Cállate, Finn. ¿Tu asunto? ¿Anoche no era tu asunto dejarme plantando en la parada del bus? ―el azabache abrió sus ojos ante la sorpresa y retrocedió suavemente al recordar su error. ―Típico de Finn Wolfhard, ¿verdad?
―Noah... en verdad lo olvide. Lo siento. ―musitó acercándose para sujetarle la mano, pero el castaño se lo prohibió retrocediendo algunos pasos.
―No, Finn. No es la primera vez que lo haces. Es la quinta vez que me dejas esperándote. Anoche te llamé y no respondiste y cuando por fin parecías hacerlo, era una de tus aventuras diciéndome entre gemidos que estabas ocupado. Así que no me vengas con tus excusas baratas de nuevo, ¿está bien? Ahórrate el esfuerzo de decir mentiras. ―espetó sin dejar de ver al mayor. Finn tragó algo grueso e intentó acercarse de nuevo pero Noah se lo impidió dándole un empujón para caminar hacia su habitación.
―¡Noah, espera! Hablo enserio, no era mi intención. ―el castaño negó. Ya estaba cansado de lo mismo. Siempre prometía cambiar y nunca lo hacía.
―Ya no sigas, Finn. Solo espero que hayas disfrutado tu revolcón de anoche. ―sin más ingresó a su habitación y cerró la puerta tras de sí dejando al azabache en el pasillo confundido y enojado consigo mismo.
¿Cómo había podido olvidar una vez más su cita con Noah?
Suspirando se retiró y caminó hacia la cocina. No tenía nada que hacer o decir. Lo había estropeado por completo y ni siquiera él mismo lograba perdonarse. Realmente era un idiota. Tenía que reaccionar sino quería perder la amistad de Noah para siempre.
Sabía que su mejor amigo tenía un enorme y buen corazón, pero hasta las personas como él tenían su límite y Finn estaba seguro de que estaba llegando a este y eso no lo podía permitir. Tenía que hacer algo que lo hiciera alegrarse un poco. Tenía que hacer que aquella sonrisa con la que había llegado al departamento se dibujara nuevamente en su rostro, porque Finn amaba verlo sonreír. Le encantaba que lo hiciera, porque sus ojos se achinaban de cierta manera y eso hacía que el pecho del azabache se estrujara por la ternura que le causaba.
―Tengo que dejar de ser tan idiota, señor. ―se dijo mientras tomaba asiento en una de las sillas del comedor y se colocaba a pensar.
¿Qué podría hacer para que Noah aceptara sus disculpas?
Apoyando su frente en la mesa, se dispuso a pensar. Sabía que esta no era como las veces anteriores, la forma en que Noah lo había confrontado se lo decía todo. Se notaba cuán cansado estaba su mejor amigo de aquella situación y aunque él era consciente de ello, seguía pensando con la cabeza de abajo cuando tenía alguna cita con Noah. No podía seguir desaprovechando esas oportunidades que su amigo le daba, era muy injusto y egoísta de su parte actuar así con alguien que había estado para él en las buenas y en las malas.
Suspirando levantó el rostro de la mesa y seguido de ello lo hizo de la silla, caminó hacia la nevera de la cocina y sacó del refrigerador un bote de helado de chocolate. Sonrió al recordar que ese era el sabor favorito de Noah. Su sonrisa se agrandó aún más al ver su oportunidad frente a él. Con rapidez cerró la nevera y buscó entre las gavetas dos cucharillas. No había tiempo que perder, comerían directamente del bote de helado.
Con premura salió de la cocina y caminó hacia el pasillo que lo conducía a las habitaciones, al llegar a la de Noah, tocó algunas veces. No se iría de allí hasta que su mejor amigo le abriera la puerta y accediera a hablar con él. Si tenía que rogar entonces lo haría, pero no perdería a Noah.
―Noah, por favor. Ábreme, necesitamos hablar. ―el silencio fue la respuesta que el azabache recibió. Finn suspiró y volvió a tocar un poco más fuerte. ―No me iré de aquí hasta que abras. Si no lo haces va a lamentarlo, porque tengo un bote de helado de chocolate y no creo que él aguante mucho tiempo. ―comentó sonriendo ladinamente, sabía que con eso lograría que su amigo abriera la puerta.
Finn comenzó a contar mentalmente el tiempo que Noah tardaría en abrir. Apenas había alcanzado el número diez cuando la puerta ya se encontraba abierta para él, sonriendo ingresó a la habitación y caminó hacia la cama en donde tomó asiento junto a su mejor amigo.
―Solo te dejé entrar por el helado... ―respondió el castaño estirando su mano para arrebatarle el helado a su mejor amigo. Finn se lo entregó junto a una cucharilla. Noah no perdió tiempo y lo abrió para comenzar a comer. ―De acuerdo, te escucho.
―Sé que soy un idiota.
―Uno muy grande. ―respondió Noah.
―Y que soy un imbécil.
―El más grande de todos. ―interrumpió de nuevo el castaño.
―Fue una estupidez la que hice.
―Eso lo sé. ―Finn terminó por posar su mano sobre los fríos labios de su mejor amigo, quien lo miraba con sus ojos muy abiertos ante la sorpresa. Finn suspiró y mantuvo la mano allí mirando aquellos orbes esmeraldas que le resultaban hermosos.
―Sé que estuvo mal lo que hice, Noah. Siempre hago esta misma estupidez, te dejo plantado por estar pensando con la cabeza de abajo y no con esta cabeza greñuda que cargo... la cuestión es que no quiero perderte, Noah. Eres mi mejor amigo, eres la persona que más quiero en este mundo, sabes que eres muy importante para mí y... mi vida no estaría completa si tú no estás.
Noah cerró sus ojos. Su pecho se estrujaba con fuerza, haciéndole difícil el poder respirar. ¿Por qué Finn le decía todo eso? ¿Acaso él no era consciente del efecto que tenían sus palabras sobre el castaño? Noah quería llorar, quería gritarle con todas sus fuerzas que se callara, que solo lograba lastimarlo pero su lado masoquista lo hacían contener las lágrimas y regular su respiración.
Por mucho que le doliera, quería seguir escuchando aquellas palabras que sabía que eran mentiras pero que en ese momento parecían reales y sinceras.
Finn retiró la mano de los labios de su mejor amigo y le regaló una tímida sonrisa. Él no era nada bueno diciendo o expresando sus sentimientos, pero por alguna extraña razón, con Noah todo fluía. Sus sentimientos corrían como las aguas en un rio, sin problema alguno, felices de poder ser libres.
―Finn... no lo hagas de nuevo, ¿está bien? ―el azabache mordió su labio y asintió abrazando a su mejor amigo con fuerza.
―No lo haré, lo prometo. ―murmuró en el oído del castaño.
Noah suspiró y abrazócon su brazo libre al azabache, disfrutando de aquel aroma que lo enamorabacada día más.
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Él
FanfictionÉl. De entre todas las personas tenía que enamorarse él. Él representaba todo para Noah mientras que Noah... solo era su mejor amigo. ••• ►Fan fic: FOAH. ►Universo alternativo. ►Pareja homosexual. ►Si eres homofóbico, por favor ignora la historia; g...