07: Una verdad

1.2K 125 74
                                    

Finn introdujo la llave en la cerradura e ingresó al departamento. Después de aquella escena que lo había dejado pensativo, se quedó apoyado en el auto unos veinte minutos aproximadamente, pensando en todo y a la vez en nada. Aún seguía bastante desconcertado por su forma de llamar a Noah. O sea, ¿realmente había dicho que Noah era suyo? Entendía que era su mejor amigo, pero nada más. Con pereza tuvo que obligarse a abandonar aquellos pensamientos y a marchar a su departamento sino quería que el frio de la noche lo congelara en la calle. Ya estando en este hablaría con Noah y era eso exactamente lo que haría. Cerrando la puerta tras de sí, notó que el castaño en cuestión no se encontraba en la sala y pudo notar que en la cocina mucho menos, avanzó decidido hacía la habitación del chico estando seguro de que ahí se encontraba. La puerta se hallaba entreabierta y Finn pensó con maldad en abrirla de golpe y asustarlo, pero su travesura se fue al caño cuando fue Noah quien lo terminó sorprendiendo sin darse cuenta.

Finn tragó grueso e inconscientemente lamió su labio inferior estremeciéndose un poco. Desde aquella pequeña abertura que tenía la puerta con el umbral, pudo observar a su mejor amigo salir del baño, sabía que Noah no estaba consciente de su presencia en el lugar y fue por ello que pudo visualizarlo así, desnudo a su merced. Su trasero estaba justo en dirección a la puerta mientras el castaño se secaba el cuerpo con la toalla de baño. El azabache suspiró un poco acalorado, ¿eran ideas suyas o realmente estaba haciendo calor? ¿Desde cuándo el cuerpo de Noah lo hacía sentir de esa manera? Mordiéndose el labio inferior, se vio obligado alejarse cuando el castaño estaba por inclinarse para colocarse la ropa interior. Finn prácticamente corrió por el pasillo hasta la cocina, con rapidez abrió la nevera y sacó una jarra de agua bebiendo directamente de esta, no había tiempo de vasos, él necesitaba calmar esa calentura que estaba creciendo en su cuerpo.

¿Pero qué demonios le pasaba?, se preguntó. ¡Vamos!, no era la primera vez que veía a Noah desnudo, se dijo, lo hacía cuando estaban pequeños y dejaron de hacerlo cuando Noah alcanzó los trece años; el azabache nunca supo la razón y nunca preguntó, quiso darle espacio a su mejor amigo. La cuestión en ese momento era que durante esas ocasiones su cuerpo nunca había reaccionado de esa manera, ¿por qué demonios ahora sí lo hacía? El mayor dejó la jarra vacía en el mesón de la cocina y cerró la puerta de la nevera. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué se sentía así?, quería volver a la habitación, tumbar a Noah en la cama y besarlo con fuerza, con pasión, con deseo. Se golpeó la frente con la palma de su mano. ¡Cállate!, se gritó mentalmente.

Era de Noah de quien hablaba. De su mejor amigo de la infancia. ¡Ah!, ya no entendía qué le estaba sucediendo, desde su última pelea no había dejado de pensar en Noah y en todo lo que el chico significaba para él. ¿Acaso había algo? ¿Había algo que estaba ignorando? Dejando su frente recargada en la puerta de la nevera suspiró, quería las respuestas, necesitaba saber si había algo mal con él.

―¿Finn? ―aquella voz lo hizo exaltarse y girarse para verlo, no pudo evitar desviar la mirada al recordar como lo había visto minutos atrás... ―Pensé que no estabas en casa.

―No estaba, acabo de llegar. ―murmuró pasando una mano por su cabello y tomando asiento en una de las sillas alrededor del mesón. ―¿Tú tienes rato en casa?

―No, en realidad llegue hace poco también, ¿cómo estuvo el trabajo hoy?

Finn notó a Noah tomar asiento en otra de las sillas frente a él, lo único que los separaba era la mesa en medio de ambos. Suspiró, Finn se sintió un poco más tranquilo al ver que Noah lucía calmado, lo cual lo llevó a recordar dos cosas, tenían que hablar sobre el chico que lo había traído y sobre lo acontecido la noche anterior, el azabache ya había tomado una decisión y solo le faltaba compartirla con él.

―En realidad tuve el día libre, salí de compras con Jack para distraerme, comimos, lo llevé a casa y regresé. ―si Noah se sintió algo mal con aquella respuesta Finn no lo notó, pues el castaño solo asentía con una sonrisa adornando su rostro tratando de ocultar la tristeza en su mirada. ―¿Qué hay de ti? ¿Mucho trabajo?

ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora